—¿Por qué sigues encontrándote conmigo a pesar de todo?— preguntó el Demonio Gulf mientras acariciaba los cabellos blancos níveos de Mew—A propósito , ¿te he dicho que me encanta tu cabello?
Mew rió.
—Al principio solo por rebeldía. Por llevarles la contraria...
—¿ Y ahora?
Mew miró fijamente los ojos rojos y rasgados de Gulf y respondió:
— Porque sigo sin encontrar la diferencia real entre tú y yo. ¿Acaso no fuimos creados por la misma Fuente Universal? Eso nos convierte en hermanos...
—¡No digas eso! O no podré besarte más...— respondió Gulf.
Sin perder tiempo, Mew tomó el rostro escarlata de Gulf entre sus manos de nieve, miró fijamente a su demonio favorito y lo besó con tanta pasión que la piel escamosa de Gulf comenzó a soltar chispas encendidas en todas direcciones.
— Si me sigues besando así, acabaré incendiando esta nebulosa también y será la número siete...
Mew sonrío.
—¿ Y tú, Gulf? ¿ Por qué sigues encontrándote conmigo?
— Porque me amas, a pesar de mi lugar de procedencia, de mi apariencia y de mi genealogía y de lo mal que te hablan de mí y de los de mi clase, día tras día. ¡Y porque me enciendes cuando me besas así!
Y volvieron a besarse, olvidándose del universo completo, y sin llegar a oír los pasos de la cuadrilla angelical por un lado y la demoníaca por el otro que los acababan de rastrear, desde sendas naves ectoplasmáticas estacionadas en órbita, en aquel olvidado asteroide lunar.
Un par de minutos después, Mew le guiñaba un ojo a Gulf, justo antes de que lo obligaran a subirse a la nave, y sonriendo , Gulf pronunció una sola palabra antes de que también se lo llevaran: Sabbath...