¿sabe la luna?

2

Eran las doce y casi la hora del almuerzo y yo estaba recién levantado cuando una enfermera tocó mi puerta diciéndome que tenía visita.
Visita yo? Debe ser un error, desde que entré aquí la única que vino a verme fue Julia y fue un mes antes de irse del país.
Me vestí y sali a la sala de visitas, no lo pude creer, estaba ahí, frente a mis ojos, era mi padre, al mismo que no veía hace un año, cuando tuve los problemas en la escuela el no estuvo ya que estaba trabajando en Estados Unidos, pero ahí lo tenía frente a mis ojos, me quedé perplejico mientras el avanzaba hacia mi, era alto, con barba, pelo negro, vestía un traje elegante de color azul fuerte con una corbata de cuadros.
Ahí lo abracé, y lloré, lloré tan fuerte como pude, el era la persona en la que más confiaba de el mundo, y hace mucho tiempo no me comunicaba con el, ni siquiera sabía que estaba en ese lugar hasta dos meses después de yo haber entrado ahí y haberse comunicado con mi madre. Lo sabía de él saber que querían meterme en ese lugar no lo habría permitido, mi madre me dijo que el estaba de acuerdo pero mintió, ella era consciente de lo que podía pasar si el se enteraba.

-Vine tan rápido como pude, hijo tenemos muchas cosas que hablar- dijo en un tono que me pareció molesto pero a la vez triste de saber lo que había vivido

-Lo se- respondí

-Por cierto no seguirás en este lugar, nos vamos, ahora- exclamó

-Pero, así, no hace falta que mamá firme algún papel o algo- pregunté

-Sobre eso, ella murió- me dijo así nadamas, de repente

Debo admitir que no me lo esperaba, pero no me dolió mucho ya que ella luego de meterme en el psiquiátrico se caso y no volví a saber nada de ella, nunca me visitó, como si yo no le importara.

Baje la cabeza y antes de hacer mi maleta fui a buscar a Will, lo encontré en una banqueta escribiendo en lo que parecía ser un diario.

-Will- lo llame

El alzó la mirada y se dirigió hacia mí, nos saludamos con un choque de mejillas como era de costumbre.

-Que haces aquí, nunca sales de tu cuarto- me dijo

-Me voy- solté

-¿Como asi?, solo- pregunto

-No, mi padre, te eh hablado de el, vino a buscarme- le dije

-Pues no me queda de otra que felicitarte- dijo mientras sus ojos se humedecian

-Me iré, pero volveré por ti, te ayudare a salir de aquí- le dije, pues ya llevaba tres meses aquí y yo siete

-Te esperaré- me dijo

Nos abrazamos y me fui a mi habitación, hice la maleta y salí, despidiéndome del personal.

Al salir vi un auto reluciente de color negro estacionado. Mi padre alzó las llaves y el auto abrió el maletero, metí mi maleta y monte en el asiento del copiloto. Fuimos hablando de como le había ido en su trabajo y de como había sido mi experiencia durante este tiempo.

Llegamos a una casa enorme, definitivamente esa no era mi casa.
Se abrieron unas rejas de color negro, entramos aún en el auto, mi padre freno el coche frente a unas escaleras relucientes que daban hacia una puerta enorme de madera. Ahí abrieron dos señores con trajes negros, tomaron las llaves de el coche y también mi maleta, subimos las escaleras y me detuve frente a la puerta, se veía aún más grande de cerca.

De repente se abrió, y apareció una señora de unos 40 años y tomó nuestros abrigos. Me quedé viendo todo como un niño en una jugueteria, habían esculturas, cuadros, muebles, todo de colores negro y blanco, alguna cosas tiraban hacia el color gris. Subí las escaleras y me encontré en un pasillo que llevaba a las habitaciones, abri la segunda puerta y observé lo reluciente que se veía la habitación, una cama enorme de color negro con las sabanas blancas, cortinas negras que no permitían entrar mucha luz, las paredes tenían un color blanco hueso y el closet era también de color negro, algo que me dejó atónito fue el techo, era completamente un espejo, me dirigí al baño, este era de color blanco, tenía una bañera amplia, cortinas transparentes y la ducha plateada, frente a la bañera un espejo y el suelo era también de color blanco, muy reluciente.

Me quite la ropa y me metí a la ducha, el agua estaba perfectamente tibia, en ese momento tuve un sentimiento de relajación que me estremecía. Salí de la ducha, me seque y me puse una bata negra que colgaba de un gancho. Me miré en el espejo, ese color me acentaba perfectamente.

Me lancé directamente a la cama y caí en un sueño profundo.

Eran las siete, hora de la cena y baje las escaleras para encontrarme la mesa lista, mi padre estaba en un borde y yo me senté en el otro, no nos dirigimos la palabra ya que el estaba leyendo unos papeles.

-¿Como y cuando pasó?- le pregunté

-Se suicidó, su esposo la dejó, al parecer encontró a una más joven y más guapa, ella quedó en la calle, sola, sin nada, ni donde quedarse, ni donde comer, nada- me dijo cabizbajo- el 4 de abril, la encontraron ahorcada en un árbol del parque de Miraflores.

Asentí con la cabeza y me retire de la mesa, antes de subir las escaleras mi padre me detuvo.

-Tengo algo para ti- dijo alzando la mano con una bolsa de papel.

Me senté de nuevo en la mesa y vi lo que había en ella, un celular, mejor dicho, un iPhone 14, me enteré de que este había salido nuevo ya que en el psiquiátrico también hablaban mucho de celulares, motos, autos y cosas así. Pero lo que me hizo estallar no fue el celular sino dos papeles que había al final de la bolsa, los leí y no lo pude creer, eran dos voletos de avión a Valencia. Lloré de felicidad, lloré porque supe que íbamos a visitar a mi hermano, el estaba bajo arresto hace cuatro años.

Cuando sucedió aquello a mis once años, un año después se lo conté porque no podía más con la carga, el se enfureció, se enfureció tanto que busco a él culpable de todo y le pego con una barra metálica en la nuca varias veces hasta dejarlo sin vida, luego de eso fue detenido y debería pasar 5 años en prisión, y ya llevaba 4 años y algo.
No pude contenerme y abracé a mi padre, el sabía lo feliz que me haría verlo.




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