Sabor a Café

Capitulo 7 - Confesion

Voy camino a casa después de una ardua jornada escolar y puedo notar la frescura que lleva el aire que choca contra mi rostro, el atardecer es hermoso y el sol... “¡Ay!”, grito cayendo al suelo cuando mi pie choca con una roca del andén.

— ¡Ay! — Me imita un muchacho que está sentado con sus amigos en la otra acera. — Pobrecita, ¿no se le quebró una uña? — Me levanto sacudiendo mi pantalón.
— No, como le parece. Gracias por preocuparse, No era necesario. — Digo sonando lo más sarcástico posible ya que es una de mis especialidades.
— ¡Ay! valla y ayúdele — Le dice uno de los muchachos y todos se burlan. Me saca de casillas que le prolonguen a la letra “y”. Ya de pie no puedo contener los recuerdos de la escuela, donde por alguna extraña razón mis compañeros me hacían bullying y mi pecho se contrae al recordar eso.

— ¿Que me ve? ¿Es que se enamoró de mí? — Dice el bully riéndose socarronamente.

No pues tan bello

— ¡Púdrase en el infierno! — Digo mostrándole mi dedo medio y todos se ríen.

Ya había bloqueado eso”, repite una y otra vez una voz en mi mente y mi corazón trata apenas de procesar el choque de sentimientos que estaban contenidos en lo más profundo de mi corazón. Sin avisar el desborde de lágrimas sale de mis ojos y apresuro el paso por que no quiero que nadie me vea llorando. Subo a mi cuarto sin saludar a mi abuela que está concentrada pelando papas frente al viejo televisor. Apenas cierro la puerta detrás de mí me recargo de espaldas a esta, mis lágrimas y sollozos se abren paso violentamente y sin permiso mientras me acurruco en el piso.

Ya había bloqueado eso, ya había bloqueado eso Mi mente insiste en repetirlo como una grabación. Como puedo me levanto del sitio donde estoy, me dirijo al lavabo, el agua se siente como gloria para mis parpados hinchados. Es como si me refrescara el alma.

***

Estamos sentados en el área de la Cafetería cuando la secretaria empieza a dar un anuncio por los parlantes “El horario de los jóvenes que están los miércoles en el programa de formación para el futuro cambiara al día sábado de 2:00 pm a 5:30 pm. Repito...”.

— ¡Como carajos nos cambian el horario a un día de descanso! —Chilla muy exaltada Lara y todo nuestro combo empieza a discutirlo.

 

Día Sábado...

Me levanto a las nueve de la mañana hoy sábado y mi mente parece orbitar alrededor de una manzana, estoy en confusión porque hace un rato escuché...

*Suena el teléfono retumbando en lo más profundo de mi cerebro*

— Hola... — Mi voz suena perezosa.
— Joe, no se te olvide ir a la formación. — Dice Lina al otro lado de la línea.
— ¿Tan despistado me crees? — Digo acordándome justo en ese momento.
— Pues, no te estaría llamando — La boca de mi amiga se queda en la letra “s”.
—De igual forma gracias amiga, de verdad me conoces muy bien porque yo ni me acordaba.
—Lo sé. — Su voz suena más aguda. — Adiós.
—Adiós, gracias... —  Colgamos.

La sesión estuvo informativa, didáctica y con un toque de aburrimiento pero la rutina es llevadera, me gusta mucho el entusiasmo que le pone la “instructora” a todo lo que dice, me hace sentir como si de verdad valiera la pena sacrificar nuestro sábado por venir aquí. También mis compañeros estuvieron en silencio, atentos y por primera vez en las seis sesiones que llevamos Janeth no se ha llevado un acta.

Estoy hablando con mis amigas sobre el rollo de los señores de la Cafetería y el colegio, los estudiantes se quejan porque los alimentos están en mal estado y le añaden agua a los refrescos, pero, de un momento a otro ellas se empiezan a ir y me dejan solo. No solo ellas, mis compañeros y hasta la instructora se han ido. De pronto veo que Janeth se dirige a mi desde el fondo del pasillo, ella no tiene ya su toque repelente y fastidioso como lo habitual, esta vez sus ojos se tiñen de algo que yo no soy capaz de distinguir.

— Hola Joe — Dice con cautela — Es que, te quiero decir algo.
— Que quiere — Mi voz no tiene ninguna expresión — Es que... — Noto como su cara se tiñe de preocupación y algo parecido a ¿vergüenza?

“No me salgas que estás embarazada porque nunca hicimos nada...”. Pienso inevitablemente.

— ¡Rápido! Debo irme a casa — Mis cejas se arquean arrogantes.
— Joe, es que soy lesbiana — Dice Janeth sin más. En este justo momento un kilo de piedras caen en mi estómago y mi pequeña nuez de Adán se expande obstruyendo el paso del aire

— Te felicito, ¿ya me puedo ir?... — Digo yo. No sé qué es lo que me molesta, tal vez el hecho de que fue “mi novia”.
— No, espera — Dice tomando mi brazo — Es que, sé que eres gay. — Mi corazón se toma un tiempo doloroso para decidir si palpitar y cuando lo hace palpita a una velocidad anormal.
— ¿Me estas jodiendo verdad? — Apenas mis palabras son audibles por el nudo en mi garganta. — Ja, ja. ¿Esto es un chiste de mal gusto verdad? ¿Dónde está la grabadora Janeth? no juegues. — Río sin el toque gracioso mientras le esculco los bolsillos.
— Ay ya, no te hagas. — Dice ella — Entonces, dime... ¿Te gustan las mujeres o los hombres?



#10907 en Joven Adulto
#42384 en Novela romántica

En el texto hay: primeramor, romancejuvenil, gaylove

Editado: 17.03.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.