Sabor a Café

Capitulo 11 - Inconvenientes

El coordinador junto con el personero estudiantil organizaron un programa en donde debíamos traer un dinero para comer algo en estas dos últimas horas y aquí estamos. Por otro lado no he dejado de pensar y fantasear cosas sin sentido con Fernando, él es un virus invasivo en mi sistema nervioso.

“A folo yu, A-a folo, a folo yu”, pasa Janeth cantando una canción extraña y me saca de mis cavilaciones para reírme por su causa. Mientras la observo me produce demasiada curiosidad preguntarle a ella sobre un sin fin de cosas sobre nuestro nuevo tema en común, tengo un sin número de dudas que me gustaría que ella me aclare. *Me vibra el celular en el bolsillo* Es un mensaje de texto y no puedo evitar sonreír “Hoy es tu día pico y placa recarga $1000...”, después de reír un rato con la ilusión desdibujada vuelve a vibrar el aparato *Otro mensaje de texto* Mi estómago se contrae y mi frecuencia cardiaca aumenta.

Fernando V: ¿Qué tal hoy a las cuatro en el Mallcenter? 😏
11:11 am. ✔✔

“Esbozo una sonrisa tan grande que temo partir mi cara en dos...”

Joe M: Allí estaré...
11:13 am. ✔✔

“¡Rayos, rayos, rayos!” Dice la voz en mi mente cuando recuerdo que hoy en la tarde trabajo.

***

Estoy en el Mall donde trabajo y mi maravilloso plan es cerrar el local cuando sea la hora y escabullirme lo más rápido que pueda sin que nadie me vea, cosa que es completamente imposible porque todos los ojos están puestos en mí. Estoy a punto de cerrar pero me acabo de acordar que hay un señor en el último computador y no le vi, ya solo faltaba cerrar la portezuela.

— Señor, es que ya vamos a cerrar.
— Pues, yo que sepa el horario de atención al cliente es de 2:30 pm a 6:30 pm y hasta ahora son las 3:32 pm — Dice el hombre muy arrogante señalando el letrero de horario de atención al cliente. En gran parte tiene razón porque esas son las políticas del MallCenter donde trabajo. Que suerte la mía, ahora debo esperar hasta que el señor se digne de marcharse a la hora que quiera. Al cabo de treinta y cinco minutos el señor se levanta del lugar y pide la cuenta, ni siquiera tengo rabia con él, lo único que quiero es salir rápido del local. Me toma unos dos minutos en devolverle el cambio al cliente y cerrar la portezuela para emprender mi camino. Esta vez tomo las escaleras eléctricas cosa que nunca hago pero hay mucha gente y puede que pase desapercibido, de pronto me percato que debo pasar por el frente de la oficina de mi hermano y mi piel se pone de gallina, me despreocupo porque él no está, el alivio recorre mí...

*Choque*

— Disculpe — Le digo a un hombre con el que me estrello de frente a su espalda. El hombre se gira en sus talones y apenas soy capaz de identificar su rostro mi pecho se aprieta violentamente.
— ¿A dónde va el señor? — Dice Daniel mi hermano con el ceño fruncido.
— Es que me dirigía a su oficina porque tengo que salir y yo...
— Mi oficina queda por allá. Venga porque tenemos que hablar — Advierte halando mi brazo. Antes de entrar a la oficina de mi hermano puedo notar como es que los tenderos de los otros locales cerca al mío miran curiosos. Daniel me lanza con fuerza al interior del recinto y cierra la puerta a sus espaldas.
— Ahora si me va a decir mocoso con quien es que estaba ayer, ¡¿Quién es ese muchacho?! — Dice Daniel. No se cómo rayos explicarle porque ni yo mismo tengo la respuesta y aun así la tuviera no podría decírselo.
— Es un amigo — Digo tratando de sonar firme pero fracaso.
— Ah, ahora resulta que uno se hace amigo de los marihuaneros. Que belleza. — Dice él con sus brazos cruzados. No sé por qué me siento agradecido de que haya pensado eso, tal vez porque hay un lugar en específico donde un drogadicto puede ir a curar su adicción, pero, ¿A dónde carajos va un homosexual a cambiar su forma de ser? ¿A una Iglesia? ¿Un exorcismo acaso?
— Donde usted llegue a salirme con cosas raras voy a partir su cara con mis puños, ¿Escuchó?
— A mí no me amenace pendejo. Solo los animales como usted utilizan la fuerza — Recalco y mi voz suena fría y cortante. El sin pensarlo dos veces extiende la palma de su mano y me abofetea. Mi cuerpo se congela y mi cabeza gira lentamente para encararlo.
— ¡No soy de su propiedad! ¡No soy una maldita cosa! — Digo saliendo finalmente con un portazo.

Ya que hora es, ¡Por todos los cielos!”, Digo mirando la hora ya que son las 4:36 pm.

Cuando estuve de pie frente al MallCenter donde trabaja Fernando este ya estaba cerrado, la frustración invade mis circuitos ¿Porque todo me tenía que salir tan mal hoy? ¿Ya se habrá ido a casa? ¿Me estará odiando? Giro sobre mis talones para irme pero alcanzo a ver por el rabillo del ojo la silueta de alguien de pie al lado de la puerta cerrada del lugar y volteo en mi totalidad para diferenciarle y si es él quien está con los brazos cruzados allí recargado. Paso por en medio de los carros estacionados por el semáforo en rojo, cuando estoy al frente suyo le saludo pero él no me responde. Al cabo de unos segundos...



#10241 en Joven Adulto
#38662 en Novela romántica

En el texto hay: primeramor, romancejuvenil, gaylove

Editado: 17.03.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.