Ya para este momento le he dado muchas vueltas al tema ya no me puedo retractar, les reuní a mis amigas para contarles todo a detalle pero no puedo evitar sentir que el mundo se me viene encima, el nerviosismo se apodera de mi cuerpo y un nudo se instala en mi garganta haciendo aún más difícil lo que voy a contarles. Ellas esperan impacientes más aun así me tomo mi tiempo para esbozar una sonrisa torcida y empezar con mi discurso previamente planeado para que no se me olvide ningún detalle.
“Joe, ya van a timbrar para las horas de Matematicas y sabes que el profesor cierra la puerta en punto a la hora”, dice Tina cruzada de brazos. Lucho con todas mis fuerzas contra las ganas de abrir un agujero en el suelo y meter mi cabeza para no salir jamás, el revoltijo de sentimientos y la sensación de arrepentimiento se arraigan en mi sistema impidiéndome respirar con normalidad pero me las arreglo para empezar a hablar.
— ¿No se han preguntado por que soy su amigo? — Inicio y todas me miran con un signo de interrogación en sus caras — Es decir, ¿Porque estoy con ustedes en vez de estar con un grupo de chicos jugando al futbol, hablando de Dragón Ball, coleccionando cartas de personajes patéticos y todo eso. — Quiero golpearme por haber tartamudeado pero no se los hago notar
— No entiendo. — Dice Adela con su ceja arqueada.
— ¿Y tampoco se han preguntado el hecho de que les pinte las uñas, lloremos viendo series de romance y hagamos pijamadas?
— ¿Podrías dejar de darle vueltas al bendito tema e ir al grano? — Dice Lara y me cae un kilo de piedras en el estómago.
— Ya sé para dónde va todo este rollo pero quiero que salga de tu boca. — Dice Lina, ya que hace unos días le estuve insinuando cosas. Tomo un suspiro profundo para tratar de calmar el nudo que se ha instalado en mi garganta y entonces lo suelto sin más.
— Chicas, soy gay — El silencio que le sigue a mis palabras es doloroso y no sé cuánto tiempo demoro en abrir los ojos y encárarles.
— Y... — Dice Adela rompiendo el vidrio del silencio.
— Ahora ya sé porque te has negado a tener este cuerpazo en tus brazos. — Dice Lara divertida pasando su mano por sus pronunciadas curvas y las demás ríen.
— ¿Vas a cambiar la forma de tratarnos? por qué no te vas a librar de mi ni en esta vida ni en la otra — Dice Tina con un tono amable y todas asienten mirándole a ella. De repente todas se miran entre si y se abalanzan hacia mi dirección dándome un caluroso abraso grupal, la sensación de alivio corre como limonada fría por mi torrente sanguíneo. Al abrir los ojos noto que Julia se ha salido del círculo y nos apura por que ya ha sonado el timbre así que todos emprendemos nuestro camino hacia el salón de Matemáticas.
Vamos bordeando la esquina de los baños y alcanzo a ver como unos niños golpean a otro estudiante indefenso y les digo a mis amigas que debemos ir, más porque ya estamos en los grados superiores. Los agresores tienen cara de ser de noveno grado y la victima parece entre séptimo u octavo.
— ¡Ya para imbécil! — Grito halando de la camisa del mocoso que le pega en el estómago al borrego que está en el piso y lo lanzo lejos. De pronto siento como el puño de alguien se instala en mis vértebras y todas ellas se estremecen, giro en mis talones para encarar a quien lo ha hecho y apenas le miro de lleno el escuincle sale despavorido. Logro escuchar que le dicen a su víctima "Aquí en este colegio no caben los maricas como tú".
Mi pecho se llena de repulsión y me voy rumbo a quien ha dicho eso, tomo al muchachito por el cuello y lo recargo en el muro. “Estoy seguro que no tienes ni puta idea de que significan esas palabras”, digo lento y pausado. Puedo sentir como la vista de los demás estudiantes se centra en nosotros, el mocoso se revuelve en su lugar tratando de liberarse y yo le aprieto aún más. “E-entonces que s-significa”, se las arregla para decir. “Maricas son los pendejos como usted”, digo soltándole y el cae al piso. “Que serán unos machistas de mierda y le pegaran a sus mujeres. Ustedes se vuelven a meter con él y se las ven conmigo”.
Sueno muy seguro de mí mismo pero lo único que me da seguridad es que soy más grande y alto que ellos. Si fueran chicos de once yo hubiese pasado derecho a mi salón de clases. Mis amigas me miran desde el lugar de donde están y se ven sorprendidas de lo que acababa de hacer, usualmente soy una persona calmada. En ese momento todos volamos a ver el estado del jovencito que yace en el piso del dolor, alzo su rostro que está pegado contra el concreto del andén y mis ojos se abren como platos porque tiene una ceja hinchada, su labio roto y escupe sangre. Para más sorpresa le subo la camisa porque recuerdo como le pateaban su estómago, este está hinchado, una parte parece una mancha morada y le sale sangre de una pequeña abertura al costado derecho. Su rostro me es familiar aunque dudo reconocerle por las heridas, mi mente busca en mis archivos locales y de pronto una imagen se acopla a los rasgos de su cara. Le vi un día besándose con un niño detrás de los laboratorios de química, apenas me vio junto con mis amigas se desprendió del otro jovencito bruscamente, yo no hice ningún gesto en mi cara para entonces solo les miré y seguí con mi vida. El chico como puede se apoya en sus brazos y se abalanza encima mío para abrazarme yo trato de acomodarme para que no haga tanto esfuerzo.