Sabor a Café

Capitulo 16 - Consecuencias

La decisión que he tomado ha sido radical porque ya cambié mi portada de la red social, puse la bandera arcoíris y no puedo evitar sentirme un tanto orgulloso, he posteado algunas fotos con mensajes sobre el tema y todo el rollo. De repente una idea llega a mi cabeza como si hubiesen lanzado una piedra y esta rompe el vidrio de una casa. El entendimiento se apodera de mí y me doy cuenta que estoy tratando de demostrarle a los demás lo que realmente no debería ni de importarles ¿Por qué carajos la vida de las personas tiene que girar en torno a la orientación sexual de otra? Ahora me siento estúpido, pero ya no la regaré más quitando las publicaciones.

He notado que Julia y Lara han estado muy raras durante la jornada escolar, se han secreteado cosas y no paran de hacerlo, obviamente hablan de mí, porque por lo que veo no tienen una idea clara de lo que es "Disimular"
— ¿Alguien tiene alguna pregunta? — Dice la maestra sacándome de mis pensamientos.
— ¿Si le doy comida de perro a mi gato puede indigestarse? — Pregunta Janeth ante la petición de la profesora.
— Sobre el tema señorita. — Dice la docente alzando sus cejas al cielo.
— Ah, no profe. — Dice Janeth haciendo un gesto de inconformidad.

Cuando salimos del colegio Lara y Julia quisieron hacerme ir adelante con ellas dejando solas a Tina, Adela y Lina. No logro entender con claridad para que lo hicieron por que vamos recorriendo el mismo camino pero en silencio y sin el toque de diversión que le ponemos a los finales de las clases. Cuando hemos llegado finalmente al parque Julia pide que nos sentemos en una banca al lado de la fuente. Me toma por sorpresa porque usualmente no hacemos este tipo de cosas pero me las arreglo para lucir sereno a pesar de la incertidumbre. Es cuando Lara rompe el silencio y apunta: “Joe, Julia tiene algo que decirte”. Mi atención se centra en la persona nombrada y no puedo evitar arquear una ceja.
— ¿Pasa algo Julia? — Digo al cabo de unos segundos de silencio que se instalaron después de las palabras de Lara.
— Joe, es que yo. Tengo algo que decirte.
— ¡Suéltalo mujer! — Digo tratando de sonar divertido pero fracaso en el intento, mi voz suena inestable.
— Es que, por alguna razón los pastores de mi iglesia vieron lo que pusiste en el perfil, y como sabes, los miembros de la iglesia mantenemos muy vigilados y yo... — Los mecanismos de mi sistema empiezan a fallar y mis ojos se inundan con lágrimas ya que sé por dónde va el agua al molino. — Yo... — La voz de Julia se quiebra y ahora es temblorosa — Debo alejarme de ti. —Suelta ella y rompe en llanto al igual que yo y Lara también llora en silencio de pie en su lugar. No puedo argumentar palabra alguna ya que por mi cabeza pasan miles de fotogramas a la vez y tengo un nudo en mi garganta.
— Yo debo irme — Me las arreglo para decir tomando mi bolso que está al otro lado de Lara. Ella agarra mi bolso también y me impide marcharme. Yo no puedo hacer más que llorar en mi lugar mirando a alguna parte del suelo. No sé exactamente cuánto tiempo pasa hasta que Lara rompe el silencio de nuevo y dice.
— ¿No vas a decir nada?
— ¡Que carajos quieres que diga! — Digo ahogándome con mi llanto.
— Siempre tienes algo para decir — Dice Lara.
— ¿Qué quieres que te diga? ¿Que ya sabía yo que todo este montón de mierda me iba a caer? Eso es lo único que puedo decirte. — Antes de marcharnos y jamás cruzar palabra alguna con Julia me abalanzo encima para abrazarle con todas mis fuerzas. Mi corazón se estruja con violencia cuando hago eso y las lágrimas son un torrente.
— Yo te quiero demasiado mima. Y voy a esperar hasta que podamos ser amigos de nuevo, hasta que seas libre... — Mi voz se quiebra — Una persona como tú no se encuentra en la vuelta de la esquina.

“Yo te voy a esperar”, digo más para mi remedio que para el suyo, camino de espaldas para marcharme.
“Discúlpame”, la voz de Julia es apenas audible de lo ahogada que está. Camino a casa no hago sino llorar y no hago nada para detener las lágrimas y los sollozos que se escapan de mi boca y tampoco estoy interesado en hacerlo. La gente me ve e incluso alguien trata de ayudarme pero le digo que estoy bien aun cuando mi ser se cae a pedazos.

Mi cabeza va tan desorbitada que al pasar la calle no me percato que un carro viene y me impacta no tan fuerte pero si lo suficiente para hacerme caer. Caigo sobre el costado izquierdo de mi cuerpo y mi cabeza pega contra el pavimento. El conductor se las arregla para salir a ayudarme en medio de la preocupación. “Joven discúlpeme no le vi yo...”, dice el anciano. “Tranquilo señor, estoy bien no se preocupe”, le digo aun en el piso y puntos negros oscilan en mi campo de visión. “Joven, ¡Joven! ¡Llamen a una ambulancia!”, escucho la voz del hombre como si yo estuviese en el fondo de un estanque. Soy consciente de todo lo que pasa a mí alrededor más mi cuerpo no responde. Siento como alzan mi débil cuerpo para ponerlo en una superficie plana que supongo que es una tabla de emergencia. Caminamos hacia donde creo que es el hospital, siento como alguien toma mi mano izquierda y la estruja con preocupación.

— No te puedes morir — Dice el anciano en medio de sollozos.
— Tranquilo Señor, solo esta inconsciente pero estará bien — Dice una voz femenina que supongo que es una enfermera. Al cabo de unos minutos de silencio en las personas pero bastante ruido en sus acciones llegamos al hospital y me bajan de la ambulancia, la luz del sol pega en mis parpados cerrados y trato de levantar mi mano pero apenas lo hago pierdo la conciencia por completo.
 



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Editado: 17.03.2020

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