Sabor a Café

Capitulo 18 - Engendro

Mi hermano hala de mí y me introduce bruscamente a su carro mientras Avril rodea el vehículo para entrar por la puerta del conductor.

— Yo conduciré — Le dice mi hermano.
— Estas vuelto mierda, te iras en el asiento del copiloto — Le ordena Avril y el suelta un gruñido de desaprobación. Después de unos minutos de silencio Daniel empieza una fastidiosa conversación.

— ¿Ese maricón te obligó?
— No le llame así — Le digo más exaltado de lo que pretendo.
— ¡Por que le defiende! — Me grita él.
— ¡Porque es mi novio! — Grito igualando su tono. De repente Avril pierde el control del volante, el vehículo gira sobre las llantas delanteras y siento morirme, pero entonces frenamos en seco sobre el pavimento.
— ¿¡Que mierda es lo que acabas de decir!?
— ¡Que es mi novio y lo amo! — Digo sin alientos de seguir la discusión.
— Vamos a ver que piensa la abuela Molly de esto. — Dice Daniel, mi estómago se contrae con violencia y las lágrimas empiezan a aparecer por mis mejillas pero me las arreglo para mantenerme en mi posición de rebelde. Al cabo de unos minutos de silencio tortuoso llegamos y apenas Avril baja el seguro del coche soy yo quien baja de primero en dirección a la casa y antes de llegar a la puerta siento como la mano brusca de mi hermano se enreda en una de mis extremidades.
— Usted entra conmigo, de esta no se salva. — Dice apretando tanto mi brazo que duele. Me siento similar a como describían una vez en un documental llamado "El pasillo de la muerte" todo parece suceder en cámara lenta. Finalmente llegamos a la sala donde se encuentra mi abuela remendando uno de sus vestidos. Daniel me tira con brutalidad hacia el centro de la sala y caigo boca abajo, por acto de reflejo pongo mis manos para no golpear mi rostro contra la baldosa.
— ¿Que está pasando aquí Daniel? — Dice Molly con un signo de interrogación en su cara. En ese momento lo único que quiero es que esto sea una pesadilla, que toda esta mierda sea tan solo producto de mi imaginación.
— Pasa abuela, que se nos torció este muchacho. Que los rumores y las pendejadas que nos decían los vecinos eran ciertas. — El gesto de mi abuela da a entender el conflicto que hay en su interior — ¿Que carajos estas diciendo? — Dice ella después de unos segundos.
— ¿Que no lo entiendes abuela Molly? Joe es marica abuela, se revuelca con hombres y lo he visto hoy en un estadero con otro marica de esos y se besaban — El tono con el que habla Daniel refleja el hastío que le da hablar de esto. — ¡Se besaban abuela! —Molly se lleva sus manos a la cabeza dando un paso hacia atrás y cae sobre la silla mecedora.
— Abuela, discúlpame yo...
— ¡No me toques! — Grita apartando sus manos de las mías. Mi pecho se estruja hasta lograr un dolor insoportable.
— ¡Abuela déjame explicarte!
— ¡Que no me toques! — Su voz se quiebra y llora — ¡Vete de aquí! — Yo me pongo de pie y me dirijo a las escaleras.

“¡Abuela!”, digo justo cuando miro hacia atrás y veo que mi abuela se desploma, las lágrimas arden al salir de mis ojos mientras que Avril y Daniel vuelan sobre Molly por que parece estar en un colapso nervioso.

“¡Trae agua!”, le grita Daniel a Avril. Sin pensarlo dos veces trato de ayudar y me dirijo a mi abuela.

“¡Que te digo que te largues de la maldita casa y no vuelvas jamás!”, grita tan fuerte que su voz se rasga. Es cuando me dirijo a mi cuarto y saco la maleta que está encima de mi armario y embuto toda la ropa que puedo. Al bajar a la planta inferior Daniel y Avril siguen ayudando a mi abuela quien respira con dificultad.

— ¡Lárgate maldito engendro! — Me grita Molly y siento que una punzada de dolor atraviesa mi pecho.

Engendro…

— ¡Que te vallas que la vas a matar! — Dice Avril por primera vez después de que salimos del Estadero.
— Si le pasa algo a mi abuela, será solo su culpa. — Dice Daniel antes que yo me marche. Sin pensarlo dos veces salgo por la entrada principal de la casa.

No sé cuantas cuadras llevo caminando pero mis pies duelen, así que decido sentarme en un andén, a la luz de la luna y a las diez y cincuenta y cinco de la noche, tratando de disolver el nudo que se ha instalado en mi garganta. Cada fotograma de lo que ha pasado hace unas horas de arremolinan en mi mente y no me dejar pensar con claridad. Los sollozos de ira no me abandonan desde que salí de la casa de tan solo pensar en que voy a hacer ahora que me he quedado sin hogar, sin la única familia que me cuidó, que me quería pero no acepta lo que en realidad soy. No sé cómo sentirme al respecto de la reacción de mi abuela, no sé cómo procesar que la única persona que consideraba mi amiga de verdad hubiese sido capaz de echarme como un perro de su casa, la única persona que nos crio a mi hermano y a mi después de que nuestros padres nos abandonaron. Pensé de todo menos esto. Siento tanta decepción, pero entiendo sus razones, hay veces que las personas que nos creemos normales tratamos de aplastar las cosas que son diferentes a nuestra ideología, pero todos vamos para la misma fosa y al fin y al cabo el desenlace va a ser el mismo. Si la vida es solo una porque nos complicamos haciéndoles la vida cuadritos a otras personas, es tan ilógico, me parece una estupidez.



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Editado: 17.03.2020

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