En el poco tiempo que llevo en casa de Ángel me he amañado bastante, pero aun así soy un gran peso para él, soy una boca más en su casa. Ahora si estoy en graves problemas, me la pase aquí muy a gusto y no he pensado a donde rayos irme. “Que rollo, que rollo, que rollo”. Ya empaqué todo en mi maleta y le dejo el almuerzo listo a Ángel, ya me ha ayudado bastante. Ahora debo ser responsable porque he aquí las consecuencias de mis actos.
Traté de ser libre y me gané una jaula más grande.
*Suena mi teléfono que no sé dónde está* Me toma unos instantes en encontrar el aparato y responder a la llamada.
—Hol...
—¿¡Joe!? ¡Donde carajos estás! Fui a tu casa a buscarte pero no había nadie ¡Dime por favor que estas bien! ¡Que no te querías matar por mi culpa! ¡Por Favor...! — La voz de Julia retumba en mis oídos y me cuesta procesar que es lo que trata de decirme.
—Oye, oye, oye. Ya, bájale dos rayitas a la histeria que aquí nadie se quiso matar ni nada de esas cosas.
— ¿Joe? ¿Si estás bien? Pensé que habías muerto porque no has ido en estos días al colegio y ni tu abuela ni tu hermano estaban en casa yo no sé... — Dice ella con la voz cada vez más quebrada.
— ¡Que le bajes carajo que estoy bien! Espera y te cuento con calma. Veámonos en el parque al lado de la pirámide ¿Va?
— Okay, okay ya salgo para allá. — Dice ella y cuelga. Es hora de abandonar este lugar e irme a vivir bajo un puente. Tomo una notita adhesiva del blog que tengo en la caja y le escribo algo a Ángel.
~•~
Ángel, Te agradezco demasiado el esfuerzo que has hecho al tenerme en tu casa. Tienes un gran corazón.
Joe.
~•~
“Dios, que va a ser de mí”. La maleta está más pesada de lo que recuerdo menos mal que tiene rueditas. No pensé que si me voy la puerta queda sin seguro de modo que me tocó esperar a Ángel. El chico llega al cabo de unos veinte minutos y esta vez viene más emocionado. Hoy me da un beso en la mejilla y se incorpora al interior de la casa.
— Joe, ¡Conseguí otro empleo! Bueno, me sacaron del que estaba. Lo bueno es que solo trabajaré medio tiempo y podré terminar mis estudios! – Me explica muy emocionado.
— Ángel, me alegra demasiado que puedas volver a estudiar. - Digo abrazándole. El muchacho se sienta en el comedor y yo me dirijo a la cocina a traerle su almuerzo. Esta vez preparé unas pastas guisadas y plátanos fritos con jugo de mango que robe del árbol de los vecinos. Él solo se concentra en comer, ha de traer mucha hambre. — La expresión de mi amigo cambia cuando pongo la pesada maleta en frente del comedor para marcharme.
— ¿Ya te vas? — Dice él con el tenedor en la boca.
— Ya han pasado dos días Ángel. — Digo yo.
— Ay Juemadre, es verdad. — Dice llevándose una mano a la cabeza. — ¿Y adonde irás?
— No te preocupes por mí. Me iré unos días con mi amiga Lina, de la que te comenté ayer. — Miento y el parece no creerme más sin embargo se abalanza sobre mí y me estruja a tal punto que duele.
— ¿No me olvidarás? — Dice él enredado en mi cuello.
— Ay, claro que no cómo crees. — Digo indignado. — Un día de estos vengo y te visito.
— Vale Joe, por aquí te espero. — Dice cuando voy saliendo con mi maleta a cuestas. Por suerte va pasando un taxi y le hago el pare. Ya adentro le hago una seña de despedida a Ángel con la mano derecha.
“Al parque por favor”, le indico al conductor al cabo de unos instantes.
***
Lo primero que hace Julia es abrazarme hasta casi sacarme el relleno.
— Tranquila amiga, todo está bien. — Digo tratando de calmar el llanto de mi amiga.
— Yo, me sentía muy culpable. — Su voz suena ahogada por la congestión. Ella tiene la nariz roja y los ojos hinchados. Le pedí a Julia que se sentara en la banca y sin perder el tiempo, empiezo a contarle detalle a detalle lo que pasó hasta el día de hoy. Ella casi llora cuando le cuento sobre el tipejo ese que casi me viola en el Mall donde trabajaba pero logre hacerla reír cuando le cuento de mi beso con el poste de energía.
— ¿Y para dónde irás? — Dice al cabo de unos segundos cuando la información se asienta en su cerebro.
— Mima, a donde me lleve el río — Digo con una sonrisa triste.
— Ni modo que te vallas para mi casa... — Dice mirando sus manos.
— Tranquila amiga, solo acudí a encontrarme contigo para que supieras que estoy bien. Y que aún te quiero.
— Yo también te quiero. — Dice ella.
— Bueno, me voy. No vaya a ser que nos vean juntos y ya seamos dos desterrados. — Digo tratando de sonar divertido pero el nudo que se ha instalado en mi garganta hace que mi voz se torne amarga.
— Vale, espero verte pronto. — Nos despedimos y tomamos nuestro camino. Yo sin embargo avanzo unos metros con mi pesada maleta y me vuelvo a sentar en otra banca más allá. Hay un revoltijo de pensamientos en mi mente que a la vez no se ni que estoy pensando. Lo único que sé por el momento es que debo encontrar un lugar para dormir. Debí sacar más efectivo de la caja, esto no me alcanza ni para pagar un cuarto de hotel. Y hasta ahora caigo en la cuenta de que nadie me dará trabajo por ser menor de edad. Voy caminando por la calle central de este pueblo con mi maleta a cuestas y un destino indeciso, no tengo a donde ir, no quiero incomodar a mis amigas. La situación en la casa de Lina no es la mejor, estoy en tensión con Lara, La mamá de Adela es muy brava, Tina y Julia ni decirlo. Será que...