Sabor a Café

Capítulo 33 - Fusión

Recuerda que mi nuevo libro “Catastrofe Amazonas” ya está disponible, actualización los martes y los jueves, tres de la tarde hora del centro.

(Ahora si estoy toda la semana molestándolos haha)


ADVERTENCIA: Este capitulo contiene situaciones un poco subidas de tono y algo explicitas, si eres propenso a molestarte con esta clase de temas te recomiendo dejar de leer ahora mismo.

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 … Nos besamos como si la solución de todos nuestros males estuviera en la boca del otro, mis manos recorren todo su cuerpo y las de él recorren el mío. Luego sentimos que eso no es suficiente, me toma con fuerza y me lleva hacia las escaleras. Subimos torpemente, es lo que menos me importa, le necesito y aquí está. Pudo irse pero no se fue, pudo irse pero está aquí conmigo justo cuando pensé que nadie iba a ocupar otro espacio en mi corazón. Mi espalda abre la puerta de mi cuarto mientras él con un pie la cierra y me deposita en la cama, me mira intensamente muy agitado. Se abalanza en dirección a mí y su peso es soportado por mi cuerpo, sus labios se deslizan por mi cuello, sus manos no quieren quedarse quietas y por lo que veo las mías tampoco. Aún por encima de su pantalón siento su erección fuerte y prominente a unos centímetros de mi ombligo, mi cuerpo reacciona ante sus movimientos desesperados sintiendo el mismo calor familiar y placentero. Sin darme cuenta mi camiseta ya no está, tengo la gran oportunidad de desabrochar los botones de su camisa gris y contemplar su espectacular cuerpo, sus pectorales y su abdomen que me dejan sin aliento y hacen que inocentemente muerda mi labio inferior. Mi reacción le hace gracia y termina de echar la prenda fuera cosa que agradezco, le halo del cuello con mi mano izquierda mientras siento la textura de su robusta espalda con mi mano derecha, el me aprieta hacia su cuerpo con sus brazos enredados en mi cintura y me aparto un poco para desabrocharle el pantalón pero me juega una mala pasada, empezamos a reír los dos y me avergüenzo un poco. Él se aleja de la cama para llevar fuera su pantalón negro de mezclilla quedando en ropa interior, mi ángulo de visión es la mejor de todas que hasta me siento viendo la escultura más bella de algun museo muy importante. Desde donde estoy puedo calcular su tamaño y no me puedo quejar, o tal vez no por el momento. Como si fuera un niño que apaga la luz de su cuarto y se acuesta sintiendo que le llevará la oscuridad corre hacia mí y besando mis labios me quita el pantalón sin esfuerzo quedando los dos a solo unos trozos de tela de distancia y por lo que veo eso no va a ser suficiente para ambos, y más para él que acaba de meter sus dos manos dentro de mi ropa interior acariciando mis muslos. De sopetón lleva fuera mis interiores, sin controlarlo una imagen desagradable viene a mi mente y él se da cuenta, me mira atentamente tal vez por si quiero continuar más asiento con un lamido en su oreja que le hace gemir, no esperaba eso y yo tampoco esperaba hacerlo pero funcionó.

— ¿Fernando? — digo yo.
— ¿Di-me? — responde él.
— Deberías obligarme a hacer cosas que no quiero más seguido — digo mientras suelto un gemido.
— De seguro — dice él.

Ha llegado el momento, la hora de la verdad, el símbolo de la fusión entre dos cuerpos, el símbolo que no pudo ser bueno pero ahora lo será, el símbolo que me aterra pero me excita de sobremanera y que más aun después de lo que pasó me siento confiado porque él me da seguridad. Me excita aún más sentir su pene desnudo sobre mí, beso sus pezones y su miembro se tensa aún más, él se acomoda mejor y se posa mi entrada mientras me mira esperando mi aprobación en cambio muerdo mi labio inferior y mis ojos le dan la respuesta que necesita. Siento miedo, siento nervios y siento ñañaras, cierro los ojos esperando que se introduzca en mí mas no lo hace.

— Necesito saber que estás completamente seguro — Dice Fernando.
— Hazlo ahora — Digo yo.

Entonces ocurre, siento que su glande se va abriendo paso en mi interior, mis nervios se van disipando y me voy excitando aún más. Inconscientemente gimo, pero este es diferente, es la mezcla exacta de amor y dolor, como la mezcla exacta del azúcar y el café. Es cuidadoso y preciso, esperó el tiempo justo para que la zona se dilatara y entonces fue cuando empezó a moverse, yo en cambio sigo sintiendo la misma mezcla que me está llevando al camino del éxtasis. Los movimientos se van haciendo más repercutidos y los bellos de mi cuerpo se erizan, mi pene se pone aún más duro, una serie de gemidos vienen de ambas partes por igual y los jadeos son cada vez más placenteros. Al cabo de unos minutos siento que ya no puedo más, siento como una mano se enreda en mi pene erecto estimulándole y me hace explotar, siento tocar el cielo con la punta de mis dedos y una carga de semen cae sobre mi pecho. En la habitación se escucha una especie de grito pero este no es mío, es de Fernando, quien también ha sentido lo mismo que yo y moja uno de mis muslos.

Me siento bien, me siento pleno, siento una paz profunda y un cansancio agradable, Fernando se abalanza hacia mí y me besa mientras gemimos porque él va introduciendo por última vez su pene en mi interior. Finalmente nos tumbamos sobre la cama, el hala de mi brazo hacia mi lugar seguro y siento su calor cubriéndome, en este momento me doy cuenta de que quiero pasarme el resto de la vida así, enredando mis extremidades con las suyas y fusionando nuestras almas.



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Editado: 17.03.2020

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