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Capítulo 9: Labios sin rostro y vestidos con historia

Narrado por Allison, víctima del universo cruel.

Mary revolvía mi armario como si estuviera buscando una entrada secreta a Narnia. Vestidos volaban por los aires. Tacones, collares, una blusa con mancha de helado (RIP, dignidad), y yo... sentada en la cama, sin poder dejar de pensar en él.

—No puedo dejar de pensar en eso, Mary —dije, mientras me miraba en el espejo con una máscara de pepino en la cara. Parecía más una momia con resaca que una chica a punto de ir a una fiesta.

—¿En qué exactamente? —respondió ella sin mirar, con un vestido en cada mano—. ¿En cómo te comiste al amigo del chico más misterioso del universo o en cómo estás obsesionada con un par de labios sin rostro?

—¡En ambos! —me tiré hacia atrás sobre la cama—. Pero sobre todo... en los labios. Mary, juro que no sé de quién eran. Pero ese beso... fue como si alguien hubiera prendido fuego dentro de mí. Me desarmó. Sentí mariposas, cosquilleo, calor, todo.

Mary me miró desde el perchero con una ceja alzada.

—¿Y qué pasa si eran de Evan?

Ahí estaba. El nombre maldito. El nombre que ahora me provocaba sudor frío, recuerdos vergonzosos, y un deseo inexplicable de teletransportarme lejos cada vez que se reía. Y ni hablar si se quitaba la camiseta. (Gracias, universo, por el trauma visual.)

—Eso es lo que no entiendo. ¡Nunca me había pasado nada así! He salido con Lucas por casi dos años. Citas, besos, promesas adolescentes de “para siempre”. Incluso me ha dicho que está loco por mí... pero yo nunca he sentido esa chispa.

—¿Y ahora la sentiste?

Asentí, cubriéndome la cara.

—Lo raro es que... desde que vi a Evan así, sin el uniforme, corriendo, con esa mirada y esa sonrisa que no es sonrisa, algo... cambió. Como si lo estuviera viendo por primera vez. No sé si fueron los músculos, los ojos, o el pantalón demasiado... ajustado, pero... sentí algo.

Mary se dejó caer a mi lado, con el vestido más brillante del montón en la mano.

—¡Por favor! Dilo bien: te dieron ganas de lamerlo como tu helado de menta.

—¡Mary! —me tapé la cara, muerta de risa—. No me ayudes.

—Oye, no te estoy juzgando. Pero si ese chico logra despertar lo que Lucas nunca pudo en dos años... tal vez es momento de que te preguntes a quién realmente estás buscando.

Me senté de nuevo, con el corazón un poco acelerado. Pensar en eso me dolía, me asustaba... pero también me intrigaba.

—No lo sé. Solo sé que esos labios me marcaron. Y que Evan... tiene algo. Algo que me atrae, que me pica la curiosidad. Y eso me asusta. Porque yo no soy así.

—Quizás no lo eras —dijo Mary, peinándome como si fuera una de esas muñecas con cabeza gigante—. Pero hay personas que llegan a romper todas nuestras reglas. Y tal vez, solo tal vez, Evan sea uno de esos.

—¿Y si me estoy metiendo en un lío?

Mary me guiñó un ojo por el espejo.

—Entonces, querida... que al menos sea un lío que valga la pena.

Y justo en ese momento, recibí una notificación.

[Evan: ¿Nos vemos en la fiesta?]

Mi corazón se paró. O tal vez solo tropezó. Otra vez.

—¡NOOOOO! —grité, cayendo hacia atrás como si me hubieran disparado con una bazuca emocional—. ¡¡AYUDA, MARY!!

Y así fue como empezó la noche.

Con labios misteriosos, corazones confundidos... y el vestido más ajustado del planeta.



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En el texto hay: suspenso, hurmor drama, humor amistad amor adolescente

Editado: 07.05.2025

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