¿sabor Favorito? ¡¡menta!!

Capítulo 17 - Ofrenda de Paz.

Narrador Allison

Apenas cruzamos la puerta de casa, el olor a pan recién horneado y flores frescas nos envolvió como un abrazo. Carmen, la ama de llaves, apareció enseguida con su sonrisa cálida de siempre.

—Bienvenidas, niñas —dijo, limpiándose las manos en el delantal—. Pónganse cómodas.

Le sonreí mientras Snow, mi pequeño peluche blanco con patas, brincaba emocionado sobre mis piernas, exigiendo atención. Lo levanté y lo apreté contra mí.

—¡Mi precioso Snow! —le susurré, enterrando la cara en su suave lomo.

Mary soltó una risa.

—Ese perro está más consentido que nosotras.

Subimos al cuarto, quitándonos el uniforme escolar mientras Snow daba vueltas en la cama como si también celebrara el fin del día.

—¿Qué tal una película? —dijo Mary, levantando una ceja.

—El helado no se va a comer solo —le respondí riendo.

Mary se lanzó a la cama mientras buscaba qué película ver. Yo dejé mis cosas en el perchero y bajé a buscar el enorme bote de helado que Carmen siempre compraba porque sabía que era mi favorito.

Pusimos una película sin prestarle demasiada atención. La imagen parpadeaba en la pantalla mientras hablábamos de todo y de nada: de la escuela, de las tonterías de los chicos, del estrés... pero también de lo bueno. Había algo reconfortante en el helado derretido, las risas suaves y las luces tenues.

Entonces sonó el celular de Mary.

—Es David —dijo, mirando la pantalla. Luego me miró—. Dice: "Esperamos que la ofrenda de paz funcione. Lo hicimos con intención... real."

En ese mismo instante, mi celular vibró también. Era Evan. Su mensaje decía: "¿Te gustó el regalo?"

—¿Ofrenda? —musité.

Nos miramos.

—¿Qué traman? —preguntó Mary, intrigada.

En ese momento, sonó el timbre y Carmen asomó la cabeza por la puerta del cuarto.

—Allison, te solicitan en la entrada.

Me levanté despacio, con el corazón palpitando. Bajé y allí estaba un repartidor con una gran caja de pizza en una mano y una bolsa térmica con helado en la otra.

—Entrega para Allison —dijo, leyendo el nombre desde su teléfono—. Ya está pagado.

Firmé sin decir una palabra, aún sorprendida, y llevé todo al cuarto.

—¿Esto es de ellos? —preguntó Mary, cogiendo la bolsa del helado con una sonrisa ladeada.

—Creo que sí —respondí, confundida... pero también enternecida.

Dejé todo sobre la cama y Mary agarró su teléfono. Le tomó una foto a la pizza y el helado y la mandó por el grupo.

Mary: ¿Ofrenda de paz?

David: Espero les guste. Doble queso.

Evan: Helado de vainilla y menta, como le gusta a Allison.

Allison: Gracias, chicos. Estuvo perfecto.

La película siguió, ahora con pizza humeante y más helado del que podríamos terminar.

Carmen subió un rato después para despedirse. Su jornada había terminado. Nos abrazó a ambas, nos deseó buenas noches y se marchó a su casa.

Mary y yo nos acomodamos en la habitación, compartiendo cama como en las viejas pijamadas. Pero mientras ella caía rendida, yo simplemente... no podía dormir. Algo me daba vueltas en la cabeza. Tal vez era el día tan extraño, o el mensaje de Evan. Tal vez era ese presentimiento sutil de que algo estaba a punto de cambiar.

Me levanté sin hacer ruido, con cuidado de no despertarla. Me puse una sudadera ligera y bajé las escaleras en silencio. La casa estaba en penumbras. Solo las luces del jardín titilaban al otro lado de las ventanas.

Crucé el pasillo, empujada por una inquietud que no podía nombrar, y abrí la puerta hacia el jardín trasero.

El aire nocturno era fresco. Había silencio.

Di un paso afuera.

Y entonces, algo me cubrió los ojos y la boca al mismo tiempo.

No pude gritar.

Ni ver.

Solo sentí cómo me jalaban hacia atrás, directo a la oscuridad.



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Editado: 07.05.2025

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