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Capitulo 46: ¿El Pasado... es pasado?

Estaba sentada junto a Evans, temblando, esperando el momento en que podría ver a Mary. Aunque David no quisiera permitírmelo, Evans me había asegurado que no nos iríamos hasta que yo pudiera estar frente a ella. Cada segundo era una eternidad, y mi pecho dolía como si estuviera aplastado por una losa invisible.

Me levanté para ir al baño. El pasillo estaba vacío y frío; el eco de mis pasos retumbaba en mis oídos como un tambor anunciando peligro. Cada fibra de mi cuerpo estaba alerta, y el aire parecía más pesado de lo normal. Mientras me dirigía hacia un cubículo, un hombre apareció de repente. Retrocedí, con el corazón desbocado, sintiendo un nudo en la garganta.

—Hola, Allison… estás enorme —dijo con una sonrisa extraña, casi torcida.

Lo miré con miedo. Había algo en él que me aterraba, pero al mismo tiempo me resultaba inquietantemente familiar. Mis manos temblaban y sentí que mi respiración se cortaba.

—Entiendo que no me recuerdes —continuó—. Eras muy pequeña cuando me fui.

Abrí los ojos con incredulidad.
—¿Usted…?

El hombre asintió, y un escalofrío recorrió mi columna.
—Sí. Soy yo, el papá de Mary.

Tragué saliva y, aun temblando, intenté mantenerme firme, aunque sentía que mis piernas querían ceder.
—¿Qué quiere? —pregunté, tratando de sonar desafiante, pero mi voz se quebró en el último instante.

Él me observó detenidamente, y sentí que su mirada penetraba en cada rincón de mi alma.
—Eres igual a tu padre, ¿sabías? Aunque tienes rasgos de tu madre. Era una mujer hermosa y tenaz… Ahora entiendo por qué tu padre perdió la cabeza por ella.

Solté un gruñido, apretando los puños.
—Le pregunté qué quiere.

Levantó las manos como queriendo calmarme, y el aire entre nosotros pareció cargarse aún más.
—Tranquila. Como sabrás, tu papá fue mi mejor amigo. Nunca le haría daño a su hija… y menos a mi ahijada preferida. Bueno… eres la única, claro. Solo quise ver en la gran mujer que te has convertido.

—…

—Supe lo del secuestro —prosiguió—. Tu padre me llamó. Él ya sabía quién estaba detrás antes que todos los demás. Siempre fue muy inteligente. Un desperdicio cuando decidió dejarlo todo por tu madre.

Me quedé helada. Sentí un frío que me atravesaba hasta los huesos.

—¿Sabías eso, Allison? —su voz sonaba melancólica—. Tu padre fue un hombre temido, poderoso, con miles de mujeres tras él… pero solo una lo hizo volar la cabeza al punto de abandonar su mundo, su historia… incluso a su amigo.

Hizo una pausa, y en sus labios apareció una sonrisa torcida.
—Pero bueno, son heridas que uno aprende a cargar. Solo vine a darte un mensaje: no tienes que preocuparte más por esa mujer. No se acercará ni a ti ni a Mary. Me encargué de ella.

Mi respiración se cortó, y sentí que la sangre se me helaba en las venas.
—¿Quién era ella?

Su sonrisa se amplió, cargada de un secreto que me heló la médula.
—Tu padre era un hombre lleno de misterios. Me imagino lo que debió significar para ella tenerte en sus manos… Quizá por eso huyó tan rápido.

—No entiendo… —murmuré, el aire pesando sobre mis pulmones.

Él ignoró mi confusión.
—Ese chico, Evans… es un buen muchacho. Mi amigo estaría orgulloso de que lo hayas elegido. Bueno… tu padre, no tanto —rió con amargura.

Las lágrimas me ardieron en los ojos, y la garganta se me cerró.
—¡Por qué da tantas vueltas! ¡Hable de una vez! Por su maldita culpa estuve encerrada, por su culpa casi pierdo a mi novio, perdí a mi padre, Mary me odia… Por su culpa… todo esto es su culpa —grité, la voz rota y temblorosa.

Él me miró en silencio, y por primera vez su expresión se volvió seria.
—¿Quieres saber toda la verdad, Allison? ¿Estás segura? Te advierto que hay puertas que no deberían abrirse. A veces, el pasado debe quedarse en el pasado.

—Quiero mi vida de vuelta. ¿Me la va a devolver?

—Eso sería imposible, mi niña.

—Entonces merezco saber la verdad.

En ese instante, la voz de Evans retumbó desde la puerta:
—¡Allison!

El padre de Mary sonrió, como si hubiera estado esperando ese momento.
—Nos veremos de nuevo, mi niña.

Y en un parpadeo, desapareció.

—¿Allison, estás bien? —insistió Evans, abriendo la puerta y entrando con el ceño fruncido.

Yo solo me quedé mirando el espacio vacío frente a mí, incapaz de procesar lo que había pasado, sintiendo que mi corazón se había roto de nuevo.

—Yo… —mi voz apenas salió—. Él estaba aquí.

—¿Quién?

—El… el padre de Mary.

Evans se tensó de inmediato, y su mirada se volvió fría, calculadora.
—Eso no es posible. Él… no debería estar aquí.

—¡Lo vi! —grité, apretando mis brazos contra el pecho, como si eso pudiera convencerlo—. Me habló, Evans. Me dijo cosas de mi padre, de… de esa mujer. Dijo que ya no debíamos preocuparnos por ella.

Él me sostuvo de los hombros con firmeza.
—¿Qué más te dijo?

Las palabras me quemaban en la garganta.
—Que soy su ahijada. Que… mi padre dejó todo por mi madre…

Evans desvió la mirada, cargando un peso que parecía arrastrar desde hace años.
—Allison, escúchame… tranquilízate, ¿sí? Todo estará bien.

—¡No me digas eso! —lo empujé, lágrimas corriendo sin control—. Ya estoy cansada de estar tranquila, de que todo se mueva rápido… quiero entender por qué mi vida se volvió una mierda.

Intentó acercarse, pero retrocedí, sintiendo el aire denso y pesado, como si la presencia de aquel hombre aún impregnara la habitación.

Mis piernas flaquearon y estuve a punto de caer; Evans me sostuvo justo a tiempo.
—Estoy cansada… —susurré entre sollozos—. Ya no puedo más. Cada día descubro algo peor… ¿qué más? ¿qué más me van a quitar?

Él me abrazó fuerte contra su pecho, y por un momento, me sentí segura aunque todo el mundo se desmoronara a mi alrededor.
—Todo estará bien, Allison, te lo prometo. Esto pasará…



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En el texto hay: suspenso, hurmor drama, humor amistad amor adolescente

Editado: 15.09.2025

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