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Capítulo 60: La llamada.

—Preciosa… —la voz de Evans sonó grave, contenida—. Contesta, ¿a dónde ibas tan apurada?

Aunque me llamó preciosa, el tono no tenía dulzura.
Sonaba tenso, como si se estuviera conteniendo para no perder el control.

—Yo… y… yo… —balbuceé, nerviosa, sintiendo cómo las palabras se atascaban en mi garganta.
Me sentía como Caperucita frente al lobo, vulnerable y temblando, sabiendo que un solo movimiento podía despertarlo del todo.

—Allison —repitió, más bajo, pero más firme—. Estoy esperando.

—Iba a buscarte —logré decir al fin, respirando con dificultad—. Acabo de recibir una llamada… de una mujer. Dijo que tú me habías enviado a buscar, que estabas en peligro.

Evans me observó sin pestañear.
—¿Cuándo fue eso?

—Hace unos segundos —respondí.

—¿Dónde está? —preguntó, seco.

—No sé. Me dijo que me esperaba afuera del hotel.

Los dos hombres que lo acompañaban, vestidos de negro, se miraron entre ellos y asintieron. Sin una palabra, se marcharon hacia la salida.
El gesto de Evans fue apenas un leve movimiento de cabeza, una orden muda.

Luego suspiró, soltó mi cintura y me tomó de la mano con firmeza.

—Vamos. —Su tono era tranquilo, pero algo en su mirada me heló la sangre.
No era sorpresa. Era conocimiento. Como si todo esto ya lo esperara.

Me condujo hasta la habitación.
Al llegar, soltó mi mano.

—Me daré un baño. Prepárate, nos vamos al amanecer —dijo simplemente, antes de entrar al baño.

Me quedé de pie unos segundos, confundida.
Lo seguí, impulsada por la ansiedad.

—¿Quién era la mujer? —pregunté desde la puerta.

Evans ni siquiera se giró. Se quitó la camisa, dejando al descubierto su espalda mojada por el vapor del agua.
—Allison, dame unos minutos, ¿sí? Después hablamos.

Su tono fue tan medido que me hirió.
Frío, distante.

Crucé los brazos.
—¿Quién era, Evans? —insistí, ahora con firmeza.

Se apoyó con las manos contra la pared de la ducha, bajando la cabeza.
El agua resbalaba por su piel tensa.

—Allison, estoy cansado —respondió sin mirarme—. Lo último que necesito ahora es un interrogatorio.

—¿Un interrogatorio? —repetí, incrédula—. Una mujer me llama a las dos de la mañana para que salga del hotel diciendo que tú estás en peligro… y tú solo dices que no estás de humor. No me jodas, Evans. Esa mujer iba a llevarme, ¿cierto?

Cerró los ojos un momento. Su silencio me hizo temblar.
Luego habló, despacio, con una calma demasiado ensayada:

—Sí… No sé quién es ni qué quiere. ¿Contenta?

—Pff… no —respondí con una risa amarga—. Pero gracias por preguntar. —Di media vuelta y salí del baño.

Me tiré en la cama, tapándome con la sábana hasta la cabeza.
Decir que iba a dormir sería mentir.
El estómago me ardía, la cabeza me daba vueltas y la ansiedad me consumía.

Una mujer me llama en medio de la noche. Evans actúa como si lo supiera.
Y ahora, otra vez, tengo la sensación de estar metida en algo que no entiendo.

—Genial… —murmuré—. Un trauma más para mi colección.

Me giré, mirando el techo oscuro.
El sonido del agua seguía corriendo en el baño.
Pero lo único que no me dejaba dormir era la pregunta que no me atrevía a hacer:

¿Qué está ocultando Evans… y que demonio esta pasando conmigo?



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En el texto hay: suspenso, hurmor drama, humor amistad amor adolescente

Editado: 24.10.2025

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