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Capitulo 65: ¿Quién es ella?

Estiré la mano, buscando el calor del cuerpo de Evans.

Nada. Abrí los ojos. La habitación estaba en penumbra, iluminada apenas por la luz azulada de la luna. Me incorporé, cubriéndome con las sábanas. El reloj de la mesa marcaba las 3:00 de la madrugada.

¿Dónde estaba?

Me até el cabello en una coleta alta y tomé su camisa del suelo. Aún tenía su olor. Me la puse y bajé las escaleras con pasos cautelosos. Todo estaba oscuro, en silencio, salvo una luz que salía de una puerta entreabierta.

Me acerqué.
Un ruido seco, un vidrio estallando.
Me sobresalté y me escondí tras la pared, mordiendo los labios para no gritar del susto.

—¡Escúchame bien! —la voz de Evans, grave, furiosa—. Esto no puede volver a repetirse.
—¿No cree que ella deba saber?—respondió otra voz, más baja, nerviosa.
—No, ella no tiene por qué enterarse, ¿entendido?

Mi corazón se congeló.

¿De qué hablaban?

—Ese hombre es un maldito problema —gruñó Evans—. Tuve que haberlo eliminado cuando tuve la oportunidad.
Pausa. Silencio.
—Encárgate de él.

El sonido de pasos me hizo retroceder.
Corrí escaleras arriba, conteniendo la respiración. Cuando llegué a la habitación cerré la puerta con cuidado, intentando que el ruido del pestillo no delatara mi desesperación.
Me dejé caer sobre la cama, el corazón aún desbocado, la mente enredada en lo que acababa de escuchar.

"Tuve que haberlo eliminado..."
"Ella no puede saberlo..."

Mi garganta se secó.

¿De qué estaban hablando? ¿De quién?
Me cubrí con las sábanas, cerré los ojos con fuerza y fingí dormir. No podía dejar que Evans sospechara que lo había escuchado.

Minutos después , o tal vez fueron segundos, oí la puerta abrirse.
El sonido fue suave, casi imperceptible.
Sus pasos se acercaron despacio. Pude sentir su presencia antes de que siquiera tocara la cama.
El colchón cedió con su peso.
Mi cuerpo se tensó, pero mantuve los ojos cerrados.

Evans suspiró, un sonido cansado, lleno de rabia contenida. Luego su brazo se deslizó por mi cintura, atrayéndome hacia él. Su pecho se pegó a mi espalda, cálido, sólido, inconfundible. Tragué saliva y me obligué a mantener la respiración regular.

Su mano recorrió mi costado y se detuvo en mi vientre.
Mi corazón explotó en mi pecho. Cada latido retumbaba como un tambor ensordecedor, golpeando mis oídos, acelerando mi respiración, haciéndome temblar. Sentí como si el mundo entero se redujera a ese punto: su palma sobre mi abdomen, suave, firme, demasiado cerca de lo que debía permanecer oculto.

El miedo me atravesó como un cuchillo. ¿Y si él...? ¿Si pudiera sentirlo? Cada segundo era una eternidad. Cada roce de sus dedos enviaba un shock a mi cuerpo. Mis manos se aferraron a las sábanas, como si pudiera anclarme a algo, mientras sentía un calor desconocido mezclarse con el terror que me devoraba.

Su nariz rozó mi cuello, su aliento caliente golpeando mi piel.
—No puedes mentirme, Allison... —susurró, y su voz ronca me atravesó hasta los huesos—. Te conozco demasiado.

Quise girarme, cerrar los ojos más fuerte, desaparecer bajo las sábanas. Pero su mano permanecía allí, firme y persistente, y mi cuerpo no pudo escapar. Cada palpitar que sentía era un recordatorio brutal: mi secreto estaba al borde de ser revelado.

—Late tan rápido... —murmuró—. ¿A qué le temes?

El terror y la ansiedad me paralizaron... Sentí un nudo enorme en la garganta, un calor salvaje en la piel, y un vértigo que me dejó tambaleante. No era solo miedo. Era miedo mezclado con deseo, con la certeza de que todo cambiaría si él descubría lo que llevo dentro.

Me aferré a las sábanas, a mí misma, a cualquier cosa que me mantuviera anclada mientras el mundo se reducía a su contacto, a su olor, a su cuerpo. El terror, la urgencia y la ansiedad me envolvieron como un fuego implacable. No podía pensar. Solo podía sentir: el secreto que guardo, el miedo de perderlo todo y la intensidad de tenerlo tan cerca, tan presente, tan mío...

"Si descubre lo que llevo dentro... todo se acabará."

Y sin embargo, no podía apartarme. Su presencia era un imán y una amenaza al mismo tiempo. Cada roce sobre mi vientre me recordaba lo vulnerable que estaba, y la brutal ansiedad me recordaba que, por primera vez, no podía controlar nada.



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En el texto hay: suspenso, hurmor drama, humor amistad amor adolescente

Editado: 24.10.2025

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