Sabores de Amor y Misterio

Capítulo 15: Plan de rescate

Nicolas llegó a "Sabores de Mar" pasada la medianoche, cuando el restaurante ya estaba cerrado y el pueblo dormía. Laia y Alejandro, preocupados y sin poder dormir desde que Marisa desapareció, lo estaban esperando.

—¡Nicolás! exclamó Laia, corriendo hacia él—. ¿Sabes algo de Marisa?

Nicolás asintió, con la expresión tensa.

—Sí, sé dónde la tienen. La ha secuestrado mi padre. Llegué justo cuando se la llevaban y los seguí. Están en una cabaña abandonada, a unos veinte kilómetros de aquí, en el bosque.

Alejandro se acercó rápidamente, su rostro reflejando alivio y determinación.

—Tenemos que actuar rápido. ¿Qué sabes de esos hombres?

—He aprendido mucho observando a mi padre y a su gente, dijo Nicolás, su voz firme—. Sé que la tratarán bien los primeros días para mantenerla tranquila. Ese es nuestro margen de tiempo para actuar. Pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos ayuda y un plan sólido.

Laia, aunque preocupada, mantenía la calma.

—Podemos hablar con el intendente Velázquez. Él nos ayudará. Pero tenemos que hacerlo discretamente para no alertar a Torres.

Alejandro asintió, su mente ya trabajando en el plan.

—Dividámonos las tareas. Nicolás, tú y yo iremos a hablar con Velázquez. Laia, tú quédate aquí y asegúrate de que el restaurante funcione como siempre para no levantar sospechas. Si alguien pregunta, dí que Marisa está enferma y se está recuperando en casa.

Nicolás se mostró de acuerdo.

—Velázquez ha estado esperando una oportunidad para atrapar a mi padre. Si le damos la información correcta, estará más que dispuesto a ayudarnos.

Con el plan en marcha, Alejandro y Nicolás se dirigieron a la casa del intendente. A pesar de la hora, Velázquez los recibió de inmediato al escuchar la urgencia en sus voces.

—Intendente, necesitamos su ayuda, dijo Alejandro, explicando rápidamente la situación—. Sabemos dónde tienen a Marisa, pero necesitamos apoyo para el rescate.

Velázquez escuchó atentamente, asintiendo.

—Sabía que Torres no se detendría ante nada, pero esto es demasiado. Movilizaré a un grupo de confianza para el rescate. No podemos permitir que Torres siga aterrorizando a nuestro pueblo.

Nicolás presentó un plan detallado para rescatar a Marisa. Conocía la cabaña donde la retenían: la ubicación, los guardias y los horarios. Este conocimiento resultó ser invaluable. Sugirió un ataque al amanecer, aprovechando la distracción natural de la guardia nocturna cansada y la guardia diurna aún no completamente alerta.

El intendente asintió, reconociendo la precisión y efectividad del plan propuesto. Alejandro y Laia, aunque preocupados, confiaron en la experiencia y determinación de Nicolás.

Durante todo el día, trabajaron juntos para perfeccionar el plan. Velázquez asignó a oficiales de confianza para la operación, garantizando que no habría fugas de información. Alejandro y Nicolás trazaron un mapa detallado de la cabaña y sus alrededores, señalando puntos de vigilancia y rutas de escape. Laia, mientras tanto, mantuvo el restaurante en funcionamiento para no levantar sospechas, asegurando que la rutina diaria del pueblo no se viera alterada.

La cabaña en el bosque estaba envuelta en un silencio inquietante, interrumpido únicamente por el crepitar ocasional de la madera en la chimenea. Las sombras danzaban en las paredes, proyectadas por la débil luz de una lámpara de aceite sobre una mesa de madera áspera en el centro de la habitación. Marisa estaba atada a una silla, sus muñecas y tobillos firmemente atados con cuerdas que le cortaban la piel, pero su actitud desafiaba la oscuridad del lugar.

A su alrededor, los secuestradores se movían nerviosos. Dos de ellos, un hombre corpulento con una cicatriz en la mejilla y un joven de mirada temerosa, discutían sobre los próximos pasos, mientras que el tercer hombre, un tipo alto y delgado con una gorra de béisbol, vigilaba la puerta. La tensión en la habitación era palpable, pero Marisa parecía completamente tranquila, como si estuviera esperando algo más.

Finalmente, el hombre de la cicatriz, cansado de la actitud desafiante de Marisa, se acercó a ella con una expresión de molestia. —¡Cierra la boca y deja de hacerte la valiente! ¿Qué esperas, que nos arrepintamos de haberte secuestrado?

Marisa lo miró con una mezcla de desprecio y calma. —¿De verdad piensan que pueden seguir trabajando para un hombre como Sergio Torres y salir bien parados? La verdad siempre sale a la luz, y eso es algo que él ni siquiera puede evitar.

El joven, visiblemente nervioso, se pasó la mano por la frente, mirando a sus compañeros. —¿No crees que deberíamos mantenerla callada, antes de que empeore las cosas?

El secuestrador cicatrizado resopló con desdén. —¡No te preocupes por eso! La mujer está sola y atada. No puede hacer mucho más que hablar.

Marisa sonrió con amargura. —Eso es exactamente lo que querría que pensaran. Pero déjenme decirles algo, todo lo que está haciendo Torres en este momento está condenando su propio futuro. Cada movimiento que hace, cada acto de corrupción, está siendo registrado.

—¡Basta! gritó el hombre cicatrizado. —Cállate antes de que te hagamos callar de una Marisa lo miró desafiantemente. —No tienen idea de lo que se les viene encima. El pueblo está unido, y pronto tendrán que enfrentar las consecuencias de sus acciones. Crean lo que quieran, pero la verdad es que Sergio Torres está jugando con fuego, y ustedes son sus marionetas.

El joven, mirando hacia la puerta con ansiedad, dijo en un susurro, —Tal vez deberíamos mantenerla callada, por si acaso.

—¿Qué va a hacer ella? respondió el secuestrador cicatrizado. —No puede hacer nada más que sentarse ahí y esperar a que llegue Torres.

Marisa aprovechó la oportunidad para seguir hablando, su voz cargada de una confianza que sorprendía en medio de su situación. —Seguramente ya están a punto de ser descubiertos. La policía está a punto de atrapar a Torres, y cuando eso pase, van a ser los primeros en caer. Están aquí por un dinero que ni siquiera les dará seguridad a largo plazo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.