Sacrificio

Octava Ofrenda: Olvidado

Temprano en la mañana, Annia y Mergo fueron a la habitación de Dan, donde la chica seguía rehabilitándose, con la mirada puesta en la ventana y una expresión que se veía nada alegre.

Al llegar, la mujer fue quien tomó la palabra, pues fue ella la que decidió ir a hablar con la joven antes de partir hasta Mayenwa para encontrarse con Anette Rosè.

—Me temo que debemos irnos. Tenemos información que nos sirve sobre lo que buscamos. Espero te recuperes pronto, y si nos necesitas, puedes buscarnos. Aunque no tengamos forma de contactarnos como tal, me parece que hallarás la forma —dijo la mujer con una leve sonrisa en el rostro, cosa que respondió la chica en la cama.

—Mucha suerte en su viaje, y gracias de nuevo por salvarme. Les debo la vida.

—No hay nada qué agradecer —comentó Mergo—. Somos del mismo equipo al final del día. Aunque los cazadores se maten unos a otros, los noxakos son nuestro prioritario enemigo común.

—Sí, es verdad —concluyó la chica—. Me encantaría poder acompañarlos, pero sólo sería un estorbo en este estado —aseguró la muchacha al ver su pierna cercenada, para luego poner Annia una mano sobre el miembro apuntado.

—Eres una cazadora fuerte. Sé que sabrás superar esto —dicho aquello, Dan tomó la mano de su colega y le mostró una leve sonrisa, para luego ambos despedirse de ella.

No obstante, en la entrada del sitio, se encontraron con Danya, misma que los detuvo de momento al saludarlos de manera cordial, sin perder la postura recta y aún con las manos tras la espalda.

—Supongo que sólo fue una visita corta por hoy —teorizó la mujer de negro.

—En realidad ya nos vamos del país. Tenemos unos asuntos que atender con H&P por lo sucedido —mintió Annia, cosa que hizo reír a la mayor.

—Si yo fuera tú, no regresaba allá. Esas empresas buscan reducir el número de cazadores.

—Te lo dije —bufó Mergo a su compañera, misma que se sonrojó, apartó la mirada y torció la boca.

—¡Vaya estupidez! ¿Usted no hará nada? Por su culpa Dan está lisiada.

—No será necesario. Danielle desobedeció mis órdenes y obtuvo esto como recompensa. Le toca entrenar hasta que pueda pelear aún con sin miembro faltante. Serán tiempos difíciles para nuestra familia. Sólo espero no se meta de nuevo en problemas, y que nadie la incite a ello. —Al decir esto, la mujer vio con una expresión molesta a los cazadores, ofendida Annia de momento, la cual pensaba responder, hasta que Mergo le puso una mano en el hombro y se adelantó.

—Mucha suerte con su hija, señora Danya. Un gusto conocerla —comentó el hombre, para luego hacerle una señal a su amiga en favor de irse de ahí.

—Con permiso. Un gusto —dicho esto, ambos se retiraron del lugar, y ya afuera del hospital, Annia no resistió a quejarse—. ¿Qué se cree esa bruja? ¡Menuda ridícula!

—Es una madre preocupada. Hace lo mejor que puede para proteger a su hija. Además, tú también estabas en esa misión. Tiene todo el derecho de pensar mal de nosotros —explicó Mergo al caminar al lado de la mujer molesta, que se hallaba cruzada de brazos y respingando.

—Lo que sea. Tomemos el siguiente vuelo directo a Mayenwa, a la ciudad que muestra el mapa.

—Estoy seguro que es justo donde estabas con Dan. La ciudad de May’en, y el punto que marca es de las zonas medias del sitio. ¿Por qué crees que nos cite en ese lugar y no en la zona alta?

—Supongo que algo hizo que lo andan buscando. Lo que me impresiona es que supo de nosotros. ¿Crees que Dan o su madre le dijo algo? —Esta pregunta hizo pensar un poco a Mergo, el cual finalmente respondió inseguro.

—No lo creo. Me parece que tiene buenos contactos, al menos unos que de verdad saben lo que hacen, porque hasta nuestros nuevos números supieron —explicó el hombre, para luego ambos ir a imprimir las imágenes que les enviaron, por separado para no levantar sospechas.

Luego de eso, fueron al aeropuerto más cercano y volaron hasta May’en, la ciudad capital del país vecino, Mayenwa.

Una vez ahí, la chica llevó a Mergo a su hogar, donde tenía su colección de Dandy. El hombre quedó fascinado con todos los coleccionables que la chica poseía. Desde peluches, posters, discos, figuras de acción y varios álbumes de estampillas que estaban completos con las estampas pegadas y otros sin ellas.

Todo eso tenía bien entretenido a los adultos, mismos que consiguieron ducharse y arreglarse para la noche, pues debían preparase bien para ir a buscar al señor Anette Rosè en favor de hablar sobre la eliminación total de los noxakos, lo único que de verdad les interesaba a ambos.

No obstante, a altas horas nocturnas, mientras Mergo fue a baño, Annia sacó de su mochila algo que el hombre no se esperaba del todo que ella hubiera tomado, y eso fue el prisma nox que había generado el noxako que destruyeron entre ambos.

La mujer examinaba el objeto, como queriendo entender su origen, justo cuando su compañero se reunió con ella, notando lo que tenía en mano.

—Sabía que lo tomarías —confesó el hombre, algo que ni siquiera hizo voltear a Annia, la cual estaba acostada en un sillón individual, con sus piernas apoyadas en un brazo y su cabeza en el contrario, sostenido el objeto con su mano derecha por encima de su rostro.

—No entiendo cómo demonios esas cosas pueden generar algo como esto. Siento que es digno de ser investigado, sobre todo por Anette Rosè. Tal vez le pueda encontrar un uso en contra de esas cagadas que tanto odias. —Ese comentario creó un silencio incomodo, luego la chica colocó el objeto sobre su estómago, vio al techo unos momentos y continuó. —¿Por qué las detestas con tanta intensidad? —preguntó para luego voltear hacia Mergo, mismo que no se veía nada contento de momento.

—Ya falta media hora para nuestra cita. Párate y vamos, que hay que descender de zona todavía y no hay que llamar la atención —aseguró el hombre, cosa que le molestó un poco a Annia por haber evadido la pregunta, pero al final sólo giró los ojos y lo siguió sin más.




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