Reunidos en la habitación de Dante, se encontraban su madre, el alcalde, Mergo, Annia y el propio niño, mismo que estaba siendo curado por una mujer que poseía habilidades sanadoras, aunque sus heridas eran para nada graves.
De un momento a otro, el chico se desplazó de manera brusca para darle la espalda a la mujer que lo estaba curando, misma que anunció que estaba ya bien y que se iba a retirar.
—Lamento de verdad todo lo que han pasado —reiteró el alcalde al dirigirse hacia los cazadores—. Además de eso, quiero agradecerle señorita Annia por haber salvado al joven Dante. Le debemos mucho ya.
—No tiene porque agradecer. Nadie hubiera creído que se atrevería a ir en la noche al monte. Por suerte pude identificar sus huellas y ver hacia donde iba —aclaró Annia al observar al pequeño.
—Supongo que igual nos van a guiar hacia el palacio de Dandy mañana al amanecer —comentó Mergo, cosa que fue contestada por Dante.
—¡No hay forma de que lleguen con vida! ¡Está repleto de noxakos! ¡Un par de idiotas como ustedes serán presa fácil!
—¡Dante! —gritó la madre molesta, cosa que respondió Annia.
—Eso no será problema para nosotros durante el día. Los noxakos atacan de noche con más agilidad, cuando haya luz será más fácil derrotarlos. Ya deberías saber eso, niño —explicó la chica, cosa que molestó al joven.
— ¿De verdad no hay nadie más que nos pueda guiar?
—Me temo que no, señor Mergo. La profecía dice…
—¡Al carajo la profecía! ¡Vamos todos los cazadores del pueblo a matarlo! —Aquello dicho por el infante dejó tanto a Annia como a Mergo extrañados, para luego ambos voltear hacia el anciano, mismo que terminó por revelar algo.
—Creo que debo advertirles de algo que se encuentra en el castillo de Dandy —dijo temeroso el hombre mayor y con la mirada baja.
—¡Ese es el dragón! ¡Dejen de negarlo! —Gritaba el niño, con lágrimas en los ojos—. El mató a mi papá. Lo asesino enfrente de todos en pleno día. Fue el dragón que vive en el castillo. —Esto hizo que los cazadores se miraran mortificados, mas el alcalde respondió a aquello.
—Hay una criatura en el castillo. No sabemos qué es. Suponemos que es un noxako, pero tiene alas y forma de…
—¿De dragón? —preguntó Annia, a lo que asintió el mayor.
—Él no puede ser Dandy. Se dice que el dragón era un ser lleno de luz y bondadoso. Lo que sea que esté en el palacio en este momento es una criatura oscura y malévola —aseguró la madre de Dante, misma que prosiguió con los hechos—. Cuando hay mucho ruido en el pueblo, se escucha un rugido desde lo alto del monte Gomoth, acto seguido, la criatura baja como una sombra ignominiosa y asesina con un poder brutal al primero que se tope. Lo hemos visto más de una vez, han muerto muchos así, como también algunos que han intentado ir al palacio por su cuenta. —El relato de la mujer dejó a los cazadores aterrorizados, quienes estuvieron en silencio unos segundos.
—¿Crees que esa sea la razón por la que Dandy no aparece? ¿Un noxako lo mató? —preguntó Annia a Mergo, temerosa.
—No, los noxakos no son así. Siempre tienen la estatura de una persona promedio y están deformes. No poseen alas ni son de un color diferente al azul oscuro —explicó el alcalde, algo que llamó la atención de los cazadores.
—¿De qué color es? —preguntó la chica, respondida por Dante.
—Amarillo. Es de un color amarillo muy oscuro. —Esta información hizo que ambos invitados pensaran un poco antes de hablar, para luego proseguir el chico. —¿Me van a llevar sí o no hasta el palacio? A eso vinieron, ¿no? —cuestionó molesto el niño, a la par que tanto Annia como Mergo salían de la habitación, escuchando los gritos del infante.
Ya una vez afuera los adultos, comenzaron a discutir el asunto en cuestión.
—¿De verdad no hay otra manera?
—No. Para subir, ocupan que el heredero cazador lleve una linterna que no sea con orbe nox para que él vea el camino. Eso es justo la representación actuada que vio usted ayer, señor Mergo.
—Lo sé, alcalde. Pues supongo que no habrá de otra.
—¿Estás seguro de eso? Esa cosa suena a que es peligrosa. ¿De verdad podemos vencerla? —preguntó Annia.
—Creo que se trata de algún ente que está evitando que subamos a con Dandy. Una vez que lleguemos, siento que será cuestión de hallar al dragón para que todo acabe —teorizó Mergo, y después miró hacia el alcalde y su hija—. Nos vamos a llevar a Dante al lugar mañana temprano. Por favor, preparen todo —dicho aquello, el alcalde agradeció y los llevó a su habitación, para pronto regresar la madre a la recamara del chico, en favor de hablar con él.
Ya en la habitación de ambos, a solas, Mergo y Annia prepararon sus cosas para el día de mañana, mas antes de disponerse a dormir, la mujer le dijo a su compañero que daría una vuelta a los alrededores para distraerse después de todo ese conflicto. Mergo no tuvo problema y la dejó ir, para luego salir el mismo de la habitación y dirigirse hacia la de Dante.
Una vez en el lugar, el hombre tocó la puerta y escuchó al menor permitirle pasar, cosa que éste no se esperaba, menos del cazador con el rostro vendado.
—¿Qué quieres? ¿Vienes a convencerme de que no vaya? —interrogó molesto el niño, mientras que Mergo sólo se pasó directo a la ventana del cuarto sin ver al infante.
—¿Sí sabes que el mundo se está oscureciendo poco a poco? —preguntó Mergo con sus ojos puestos en el cielo nocturno.
—Lo escuché de mi abuelo. Parece ser que está sucediendo en todo el mundo, pero casi nadie lo nota —contestó más calmado el niño.
—Si no encontramos a Dandy, todos moriremos en unos cuantos años más. La raza humana se va a extinguir. Hay una cantidad de noxakos brutal ya allá afuera, esperando a atacar, y cuando sean demasiados, estoy seguro que hallaran la forma de pasar las linternas de orbes nox. Sé que quieres vengar a tu padre, pero si vienes con nosotros y no haces lo que te digamos, no sólo morirás, sino que vas a condenar a toda la humanidad entera. ¿Entendiste? —Las duras palabras de Mergo, quien al final miró al chico con el semblante apretado, hicieron sudar a Dante, quien lejos de responder, hizo otra pregunta.