Sacrificio

Vigésima Primer Ofrenda: Precaución

Extrañados, los cazadores del extranjero veían a Novan en la puerta, con dudas de si dejarlo pasar para que durmiera con ellos o rechazarlo. Aunque, por una parte, necesitaban los orbes que les pensaba dar a cambio, eso para quedarse en otra posada más delante en caso de no encontrar más noxakos en el camino como les sucedió antes.

Mergo y Annia se vieron el uno al otro, y de la nada, la chica tomó la decisión que sentía era la más conveniente debido a la complicada situación, aunque eso significara tener precauciones extra, ya que no sabían si Novan era en realidad un aliado de Danya.

—Me parece un buen trato. Puedes quedarte —acordó la mujer, algo que le generó una bella sonrisa al joven en su rostro, para luego Annia abrirle la puerta de par en par y dejarlo pasar con sus maletas, ayudado por Mergo, pues se puso de pie y se ofreció a darle una mano, algo agradecido por Novan.

El cazador de Arnbvus de inmediato sacó un par de cobijas y una bolsa de dormir que tendió en el suelo, cerca de la puerta, donde no había nada alrededor. Ahí acordó que dormiría sin molestar a nadie. Después, buscó su pijama entre sus cosas, para luego anunciar que tomaría una ducha antes de dormir, seguido de su ida al baño, cerrada la puerta de éste detrás.

Eso hizo que la mujer se sentara al lado de Mergo para hablar sobre la decisión tomada, todo en voz baja.

—¿Estás segura de esto? Creo que fue una pésima idea dejarlo entrar. Si no pagó la entrada aquí, y le estamos dando asilo, no firmó el convenio para no atacar a los demás, ¿no? —preguntó Mergo algo mortificado.

—¿Tú crees que lo dejarían quedarse sin cobrarle o hacerlo firmar? Obvio que no. Además, conoce a Yorn.

—Björn…  —corrigió el hombre de nuevo a su amiga.

—Sí, ese. Me da la impresión de que es un buen hombre, no un esbirro de Danya y su loca familia. —Esas palabras parecieron convencer por unos momentos a Mergo, quien suspiró al final y fijó su mirada en el techo, lanzado su cuerpo hacia atrás y sostenido por sus manos tras su cuerpo, apoyadas en la cama.

—Espero no te equivoques. Si da nuestra posición o nos ataca, habrá sido un desperdicio de tiempo el no haber tomado otro vuelo en lugar de venirnos por tierra. Todo será en vano —destacó el hombre, para luego su amiga tranquilizarlo.

—No te preocupes. También es posible que él mismo nos pueda dar información sobre Dandy. Sólo tenemos que hablar con él. Yo siento que es un potencial aliado —expresó la chica y regresó a su cama, en donde se acostó, se colocó un par de audífonos y se puso a escuchar música.

Por su parte, Mergo anunció que iría a la parte de abajo a por un libro, cosa que hizo sin mucha preocupación, hasta que notó a mucha gente reunida en la sala de estar, pues la cena estaba a punto de ser servida. Entre ellos se hallaba Björn, al cual el cazador se dirigió.

—¡Hola! Disculpe, señor Björn. Quería hacerle un par de preguntas, si no es mucha molestia —expresó el hombre, contento el recepcionista de responder—. Es sobre la cena y el chico moreno que llegó después de nosotros. Quiero saber a qué hora sirven el alimento y si el joven pagó para poder quedarse. Le dimos oportunidad de permanecer en nuestra habitación y, no me malentienda, pero de dónde vengo no es fácil confiar en desconocidos. —Todo eso provocó un par de risillas en el hombre alto y musculoso, contestado Mergo luego de eso.

—No te preocupes por Novan. Es un buen muchacho, cumplido, amable y servicial. Es un poco exagerado cuando se trata de cuidar sus pertenencias, además de cuidadoso, mas es un chico bien educado. No les causara problemas mientras no toquen sus pertenencias. Y sí, él pagó un orbe para ver quedarse sin habitación, e igualmente firmó el acuerdo —concluyó el hombre, cosa que alivió a Mergo.

—Menos mal…

—En cuanto a la cena, estará lista en quince minutos. Por favor, avise a su amiga que baje con usted para que puedan acompañarnos. —Luego de eso, Mergo sonrió y afirmó a Björn, tomó uno de los libros de la estantería que estaba cerca de recepción y regresó a su habitación, donde se halló con la mujer todavía en cama, pero moviéndose como si bailara ahí donde estaba.

La escena le sacó una sonrisa al hombre, mismo que se sentó en su propio mueble para dormir y se dispuso a leer el texto que adquirió abajo, sin molestar a nadie. A su vez, él escuchaba el agua de la regadera que estaba usando Novan, mismo que continuaba bañándose con mucha tranquilidad, cuyo cuerpo disfrutaba cada momento la suave caricia del agua cálida, mientras el joven, con las manos enjabonadas, tocaba su cuerpo y respiraba hondo, tranquilo.

Luego de un rato, Novan finalmente salió de ducharse, ya arreglado con un pijama de color celeste, lo que hizo a los dos cazadores voltear hacia él y ver su enorme sonrisa y tranquilidad, algo que les provocó imitar el gesto, iniciada una conversación por Mergo.

—La cena está a punto de ser servida. ¿Nos acompañarás? —preguntó el cazador al muchacho, algo que el joven respondió luego de colocarse calcetines y tenis un tanto cómodos.

—¡Por supuesto! ¿Bajamos de una vez? —preguntó el chico, para luego Mergo tomar una almohada y lanzarla a Annia. Dicha la golpeó en el estómago y la hizo retirarse sus audífonos.

—¿Qué pedo? —preguntó la mujer a su amigo, algo que extrañó al más joven.

—¿Pedo? —se preguntó en voz baja al no entender el significado que le daba a la palabra.

—¡Vamos a cenar! ¿O no tienes hambre?

—¡Claro que tengo! ¡Vamos! Estoy ansiosa por probar la comida de este continente —confesó emocionada Annia, saltó de su cama y bajó con los dos hombres hasta el comedor, donde estaban ya reunidos todos los cazadores que se quedarían en la posada.

La gente ya se hallaba sentada y con alimento frente a ellos, disfrutando de éste, saludado Novan por la gran mayoría de los presentes, regresada la cortesía por el muchacho de manera amena y cálida. Eso hizo a ambos cazadores confiar más en él.




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