Dentro de la cafetería que queda cerca del aeropuerto, Malak, Mergo y Annia escuchaban a la mujer que trajo la piloto contarles una historia. Aquella extraña se hallaba de pie, no sólo explicando los sucesos, sino actuándolos y dando voces a los personajes que mencionaba.
—Entonces, luego de toda esa mierda que el secretario de defensa de Qwinbakvus dijo, propuso una rendición pacifica para los países del norte de nuestro continente. Fue ahí cuando el general al mando, Keibi, dio un paso al frente, y con una actitud fuerte y demandante, grito: «Oh, hell to the no, man! Nuestro continente no va a ceder territorio sólo por tu lindo ejército. Si quieres conquistar nuestras tierras, come and fight against me for them, if you dare! —explicó la mujer, emocionada.
—¿Una pelea uno contra uno? ¿Lo hizo? —preguntó Mergo, emocionado.
—¡Claro que no! El ejército de Qwinbakvus era enorme. No podía darse el lujo de perder así —contestó Malak, metida también en la historia.
—Pero había honor de por medio. Rayshea nos acaba de decir que el respeto era lo que movía a estas personas. Quedaría como un cobarde si no aceptaba —secundó Annia, a lo que todos voltearon a la que estaba relatando las cosas.
—Así es, todos están en lo correcto. No pelearon, pero no por mano del secretario, sino por el que era, en ese entonces, el consejero del mismo. Al notar que iba a aceptar el desafío, lo detuvo en seco y le dijo que había formas más certeras de hacer su voluntad. A la semana, sin previo aviso y rompiendo todos los acuerdos de paz, Qwinbakvus atacó la bahía de Larvon. La guerra dio inicio desde entonces, y no se ha detenido un sólo día. Es verdad, hemos perdido territorio. El continente «oscuro» gana más y más poder conforme pasan los años y nos han demostrado que pronto dominarán todo el norte de Vonrvus, y de ahí, posiblemente, el mundo —ultimó Rayshea, cuyo rostro de molestia e incertidumbre dejó pensando a los demás.
—Esto es estúpido. ¡No necesitamos más razones para atacar más que la de vencer a «Y»! Perdonen, Malak, Rayshea, pero no quiero se parte de esta guerra —anunció Annia, recargada ahora en su asiento, con la mirada baja.
—Annia…
—Lo siento, Mergo. Pero Kaito tenía razón. Los cazadores ya de por si somos un blanco fácil para tragedias, ser partícipe de un conflicto bélico me suena a que nos volveremos algo todavía peor. No puedo luchar a favor de Vonrvus por empatía. No me parece lo justo.
—Qwinbakvus atacó Hexlevus hace unos días sin importarle nada. ¿No es eso suficiente para ti? —preguntó Rayshea, palabras que provocaron a Annia levantarse y retirarse.
—Me suena a que Danya pidió ayuda y fue respondida por ellos. La entrevista lo deja claro.
—¿Y si Qwinbakvus ya ha atacado otras partes antes sin que te dieras cuenta? —Eso hizo que Annia se detuviese antes de salir. Ella giró su cabeza para ver a Rayshea y esperar a que dijera más. —Mataron a miles de personas inocentes en la isla Yubime. La desaparecieron por completo de los mapas. Atacaron múltiples veces campamentos neutros en Arnbvus, lo que dejó cabañas fantasmas, destruidas por sus ambiciones de conseguir orbes nox extraños. Enviaron ataques terroristas azarosos a varias partes de Nwarvus, bajo el nombre de un grupo que sinceramente nunca existió. —Eso último dejó a la mujer sin palabras, mientras que Rayshea tenía una mirada estoica, segura de sus afirmaciones.
—¿El ataque a la ciudad de Galvan?
—Completamente orquestado por ellos —declaró la mujer, acercada a ella Annia molesta, hasta quedar de frente.
—¡No soy estúpida! Pudiste investigar mi pasado y saber…
—¿Qué tú fuiste una de las víctimas de aquel atentado? ¿Qué mataron a tus dos hermanos mayores, a tu madre y padre? ¿Qué jamás encontraron siquiera el cadáver de este último, por lo que su tumba sigue vacía hasta la fecha? Girl, I know all the shit you went through. Es por eso que vine a verte a ti, en específico. Por que tienes motivos para apoyarnos, porque está en tu camino y porque Qwibakvus can eat shit the day we’ll arrive at their big ass walls, carrying all the wackos and trickos we know to pull the shit out of them. Damn! This is your chance to get revenge, girl. No me digas que no lo deseas con todas tus fuerzas. Tener redención y respuestas de todo lo que pasaste. —Las palabras de Rayshea hicieron pensar a Annia unos momentos antes de hablar de nuevo.
—¿Sabes porque fueron esos atentados?
—No exactamente. Nos parece que estaban probando su control sobre los noxakos, pero entendemos que algo buscaban, porque de repente se retiraron sin decir más. Creíamos que se debía a que los cazadores los repelieron con tal sencillez, que decidieron retroceder, mas nunca hacen algo así. Fuimos tontos al creerlo. Qwinbakvus no cambia. —La respuesta dejó molesta a la pelirosa, apretados sus puños y ceño al momento gracias a la ira.
—Annia, nunca hemos recibido una ayuda tal para enfrentarnos a nuestra misión. Tú misma dijiste que la entrada a Qwinbakvus era suicidio. Tal vez no tenga que ser así. Podemos entrar fácilmente e ir directo hacia nuestro objetivo para acabar con esto —propuso Mergo.
—Qwinbakvus es el continente más fuerte gracias a su avance en la energía nox. Si la eliminan por completo, volverán a ser los debiluchos de antes. Ganaremos la guerra y crearemos verdadera paz. Tienen mi palabra de honor —resaltó Rayshea, observada con desconfianza por Annia.
—¿Ustedes no extrañarán la energía nox?
—No, vivimos bien sin ella antes. Perderla nos volverá más fuertes. Todos en Vonrvus los apoyan, incluso sus dos terribles. Khun Aerya y yo. —Eso dejó a los nativos de Nwarvus sin palabras, intercambiadas miradas por ambos. —¿Y bien? ¿Lo haremos? —Extendió su mano Rayshea para sellar el trato con Annia, recibida por la pelirosa luego de ver ella que Mergo lo aprobó.
—¡Perfecto! Hay que irnos a Vonrvus entonces para iniciar los preparativos de todo. Nos reuniremos con el consejo de guerra del norte y de ahí lanzaremos el ataque que nos dejará entrar —explicó Malak al ponerse de pie y seguir a Rayshea, dejados los extranjeros solos en el café.