Safe and Sound

9

Buscaba su pulso pero no lo encontraba.

Quería gritar. Pedir ayuda. Pero su propia voz estaba muerta.

Muerta igual que aquella mirada que un segundo antes había estado clavada en la suya.

Un dolor profundo ascendió desde su pecho, carcomiéndolo y al llegar a su garganta fue tan potente que logró liberar el grito.

Y ese grito desgarrado lo despertó en mitad de la noche.

¡Esa maldita pesadilla otra vez!

Dos semanas habían pasado ya desde que sus dedos no lograron sentir el corazón de Mew latir. Dos largas y difíciles semanas y las pesadillas continuaban.

Pero entonces el miedo irracional que solía paralizarlo después de cada pesadilla, ese miedo que le nublaba los sentidos y que hacía que el pecho le doliera, desapareció cuando Gulf lo recordó: 

¡Mew aún estaba vivo!

Siempre, después de cada pesadilla, Gulf se obligaba a repetir en voz baja las palabras que el médico le había dicho aquel amanecer:

–La esquirla en su cabeza se movió y eso le produjo el shock. Fue una operación riesgosa pero necesaria. Y ese Teniente es muy fuerte. Superó la intervención, así que creemos que logrará recuperarse por completo.

Mientra se repetía esas últimas palabras, como si fueran una especie de mantra o plegaria, Gulf caminó hacia la biblioteca con las primeras luces del alba entrando tímidamente por los grandes ventanales.

Todos dormían. Al parecer sólo él había tenido pesadillas. Los seis convalecientes que quedaban recuperándose, dormían ahora tan plácidamente como sus heridas se lo permitían.

Gulf miró la cama vacía de Mew. Caminó hasta allí y al apoyar su cabeza en la almohada se imaginó que no era una simple almohada sino el pecho del Teniente. Y se imaginó sus latidos, fuertes y rítmicos.

 Y sonrió.

Un día más y esa cama dejaría de estar vacía. Mew volvería del hospital de campaña a pasar su convalecencia allí. Y Gulf lo cuidaría.

Y ante aquella perspectiva, volvió a sonreír, mientras apretaba con fuerza un trozo de papel que el propio Teniente le había hecho llegar a través de la misma enfermera de aquella noche, que ahora lo cuidaba en el hospital. Una nota escrita con puño y letra del mismísimo Mew.

La nota decía:

"Estoy sano y salvo, mi querido Gulf.

Y estoy enamorado..."

 




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