—¿Qué haces Riet? —comentó Joan al ver a su amigo estaba escribiendo en una especie de papel con un lápiz.
—Estoy escribiendo un escudo que he hecho, observa.
Riet hizo un escudo bastante grande, cubriendo el lago de los Ershiahs entero. Los Ershiahs vieron el escudo y se cabrearon porque no podían salir los que estaban dentro, y no podían entrar los que estaban fuera. Entre todos los Ershiahs se pusieron a pegar de puñetazos, a morder y golpear con la cola el escudo de un color verde esmeralda. Nada de eso fue efectivo.
Se oyeron sus gritos agonizantes al saber que estaban encerrados. Riet movió sus manos para que captaran la energía que tenían entre todos, controlándoles y les hizo que dispararan todos a la vez, menos un punto. Después de unos millones de rayos de luz bombardeando el escudo y que no dio ningún efecto al escudo. El escudo tras todos los ataques no fue destruido. Joan se quedó boquiabierto.
Riet chasqueó los dedos y el escudo desapareció y cayó al suelo cansado.
—Es todo lo que puedo hacer. El escudo este ocupa el lago entero de unos 20 kilómetros cuadrados, cada centímetro es equivalente a la potencia de un sol como Antares. Pero, si no cubren todos los centímetros por Ershiah, se va regenerando, a no ser que llegara a ser uno más. He controlado cuantos eran y los kilómetros para no destruirlo.
—Eso es genial, es muy potente, bueno, indestructible. Pero, ¿para qué inventarlo?
—Supongo que honor a mi maestro, pienso que podría estar orgulloso de lo que me ha enseñado después de todo. No sé si existe un más o no, pero estoy seguro que lo estaría.
—Espero que nos sea útil igualmente.
—Claro que nos será útil, se me baso en que mi escudo es más poderoso que el suyo, digamos, entonces puedo mandar a millones de Ershiahs a romper el escudo morado. Entonces lo único que ahora necesitamos es improvisar un barco. Porque yo no sé construir.
—Es un buen punto —comentó, hizo una pequeña pausa tragando saliva—. Y bueno, he talado unos árboles con los puños, total, mi fuerza es mayor que ellos y no me hago daño también. Así que yo construyo el barco como pueda.
—Mientras flote, por mí como si es un par de troncos juntos y los unes de alguna manera. Hay muchas parras resistentes y salvia muy pegajosa, se dice que los árboles azules que hay en Lirek, tienen bastante pegajosidad. Lo malo es que tendríamos que pasar las fronteras, por lo tanto yo creo que con parras, y muchas lianas, creo que podrá resistir.
—Bueno, a ver que me sale.
—Ten cuidado, Joan, ten en cuenta que si tanto tú como yo estamos en peligro no nos podremos avisar entre nosotros. Así que, ve con mesura y sin hacer ruido.
Joan afirmó con la cabeza sin decir mucho más. Se fue a buscar lianas y algunas ramas de más como también alguna parra y resina de árbol para que actuara de pegamento.
Con mesura intentó no hacer ruido mientras cortaba madera con las manos ya que no había construido un hacha e igual tenía más fuerza que el tronco y el hacha, le resultaba más fácil. Con la madera haría el barco, atarla con otros trozos de madera grandes para que cupieran ambos y no se hundieran principalmente.
Después de recoger unas lianas para atar con la madera y también algunas parras, y recoger ramas grandes como remos para poder empujar el agua, se fue camino a un río de Dilciet de los tantos que había, bastante caudalosos ya que Dilciet llovía mucho y continuamente y todos los días, era un clima que además era húmedo.
Comprobó unas cuantas veces que el barco flotaba. Y unas tantas veces tenía que quitar una madera y sustituirla por una ligera, ponía bastante peso encima de la barca para que pudiera con ellos dos o más en caso de alguna incidencia. Apartaba y ponía como un constructor y lo dejaba por unos tantos minutos u horas, mientras observaba la fauna del lugar.
Después de unas horas en el silencio excepto de la propia fauna del bosque relajante. Se dirigió a coger el barco de nuevo y le quitó las ramas de encima y bloques de madera. El barco soportaba bastante peso, lo sacó del agua después de pasar la prueba.
Se movió por el bosque y encontró de nuevo a Riet.
—Ey, Riet ya está la barca.
—Eh, sí —comentó sorprendido como que se estuviera preguntando algo—Vamos, ¿dónde la has dejado?
—En un río aquí a unos metros. ¿Te pasa algo? Parece que te he asustado o estabas pensando en algo.
—Estaba pensando en los que nos persigue, nada más, que no sé donde estarán.
—Bueno, si eso, tendremos que enfrentarnos en caso de.... Tenemos que salir a cualquier coste.
—Sí, pero tampoco quiero acabar en guerra, supongo...
—¿Supones?
Una vez llegado al barco, y desembarcarlo, Joan se puso a oler las fragancias del bosque que olían muy bien, y después de sacar el barco de la orilla del río, y Riet le ayudaba a sacarlo. Joan notó algo raro por un momento. Y soltó el barco.
—¿Qué pasa Joan?
Joan miró a Riet que se puso a oler alrededor como un animal. Se acercó a Riet, se fue por los alrededores mirando a todas partes con su nariz. Hasta volver a Riet. De repente agarró a Riet de la camiseta.
—¿Qué has hecho con Riet? —amenazó con violencia enseñando los dientes.
Entonces Amber se convirtió en una mujer más alta que el mismo chico que había imitado. Con cierta cara de sorpresa no apartó la mirada de Joan y menos de sus dientes afilados. Sus dientes parecían a la dentadura de un tiburón. La mujer que estaba siendo agarrada por Joan era Iner, aunque Joan no sabía bien su nombre ni quién era.
Ella se despegó de Joan con un movimiento para caer al suelo y empujarle y apartarse.
—¿Quién eres? ¿Qué has hecho con Riet? —comentó Joan
—No sé quién es Riet, eso primero —comentó sin saber a quién se refería—, y segundo soy Iner, la mujer del sabio Ferehan, ¿Qué tipo de ser eres como para saber que no era tu amigo Amber?
—Sabía que conocías a mi amigo, supongo que le conoces por Amber. Igual, soy un Teplion, raza de Vilcoof de seres gigantescos. Tenemos un buen olfato, cosa que seguramente habrás escuchado.