Dios
Me sentía muy solo en este, mi mundo, mi cielo, "Mi reino". No estaba solo, había ángeles y demás a mi lado, pero de igual manera, no era la compañía que yo deseaba. No quería que mis hijos supieran lo que sentía, pero sabía que ellos se daban cuenta. Lo sabían, ellos no tenían los recuerdos, pero lo sabían.
Miré la nada, pensé con seriedad todo lo que podría suceder, no quería que mis humanos mueran, ya no. Esas personas no tenían que perder la vida por una guerra que estaba escrita, destinada.
La vida me sorprendió, no podía creer todo lo que estaba sucediendo, estaba perdido. Pensaba que era inmortal, que era el todo, la nada, pero no, no soy nada de eso; yo soy el creador, la luz, Dios, pero como todo tengo un fin, una debilidad.
No soy, no era diferente a los seres humanos, no tanto. Si me ponía a pensar, pensaría que ellos tenían mucha más suerte y esperanza. Ellos son seres optimistas, maravillosos. Un día había estado tres horas visualizando como un pequeño construía un castillo con arena, pero mandaba una ola para que su construcción se derrumbara, al niño, eso no le importó y continuó construyendo miles de veces aquel castillo de arena.
Si yo podía crear a mi imagen y semejanza a los seres humanos, podía crear algo más, algo importante... como la familia, era mi anhelo poder sentir emociones humanas, impulsos y demás. Así que un día, tomé algo de valor y comencé a crear. Lo primero que cree, fue un ángel llamado Abel, él era en el que más confiaba, luego comencé a crear a mi familia... si es que así podía llamarse, ya que era creada por mí.
Cree a mi hermana, Tamara, la cree con mi contraparte, ella era la oscuridad; le hice creer sucesos y hechos, para que tenga en su mente una realidad paralela de la situación, todo lo que ella creía real solo era algo que inventé en su momento. Era buen escritor, tendría que haberme dedicado a eso.
Luego cree a mi esposa, ella era una divinidad, tenía una belleza sin igual. Un día me propuso crear a más seres como Abel y quizás mucho más poderosos, así que me puse a la obra y cree a unos siete arcángeles los cuales poseían una misión, una misión específica.
El primero fue Miguel, el jefe del ejército celestial,
El segundo fue Gabriel, el mensajero celestial,
El tercero fue Rafael, el protector de los viajeros, de la salud.
El cuarto fue Uriel, el encargado de las tierras y de mis templos.
El quinto fue Raquel, el encargado de la justicia, de la imparcialidad y de la armonía,
El sexto fue Mariel, el encargado de los espíritus de los hombres que pecan,
El séptimo fue Ramiel, el encargado de los resucitados.
Luego cree a los ángeles como Abel, audaces y enviados a la tierra como guardianes de los seres que aún no había creado. Ariel, Lucas, Castiel e Arya fueron unos de los más importantes en ese suceso. Deba gracias por haber creado seres tan importantes, eran perfectos, leales.
Muchos de ellos tenían misiones, que aún no se realizarían, pero ya lo habían vivido es el jefe de todos los ángeles y es también el mensajero para todos los profetas. Es el instrumento de la revelación, Arya es el ángel de la muerte, encargado de que el alma humana abandone el cuerpo. La separación de alma y cuerpo puede hacerse de un modo dulce o más violento, dependiendo del comportamiento que haya tenido la persona en vida.
Es el encargado de la lluvia y del trueno. Con sus poderes podía controlar el clima, él era capaz de hacer que un ser humano quede calcinado por un rayo, pero también podía hacer que un muerto volviera a vivir con un choque de sus rayos.
Lucas es el encargado de dar la señal de la llegada del fin, con la «trompeta de la verdad», y de sembrar las almas en sus cuerpos antes de nacer. Tenía un trabajo difícil, pero nunca se quejó. Él aceptaba lo que era y lo que debía hacer.
Luego de unos años, cree a unos seres, los humanos a mi semejanza. A ellos los envié a la tierra, la cual ya había creado. Ese lugar era uno de mis favoritos, allí todo era diferente y pensaba que algún día podría ir, solo a escribir novelas de nuevos sucesos.
A muy pocos humanos les había dado un tipo de habilidades para crear un ejército cuando las cosas no funcionen como lo esperaban. Me lamenté aquella decisión, por ese motivo, cuando creaba nuevos seres les ponía una nueva base de pensamiento.
Tuve un hijo llamado Lucifer, el cual amaba y el amor era mutuo, al crear a los humanos él me dijo que no era necesario si ya lo tenía a él como mi hijo, él fue repitiendo todos los años las misma oración a la misma hora, en el mismo minuto... ya estaba harto de su discurso patético y sus celos egoístas. Me dolía ver a mi hijo criticando mis obras, lo castigué desterrándolo del cielo, para que sufra por sus palabras y se dé cuenta de su error. A mí me dolía dejar a mi hijo desterrado, pero así lo dispuse y así se realizó.
Al realizar el destierro también desterré a mi hermana, a ella la amaba, pero ella parecía que no a mí, siempre discutiendo, peleando y armando planteos contra mí. Así que también la fui dejando en ese sitio, donde yo había creado mi venganza, si es que así podía llamarlo... lo llame infierno.
El infierno no es como todos lo describen bueno... antes no lo era. El es frío, helado y con mucha oscuridad para variar. Ahora es calor, putrefacción y un descuido para la humanidad, ya que todos los castigados logran salir por alguna razón. Luego que mi hermana menor logró salir todo cambio, ella se volvió oscuridad pura... y las cosas cambiaron radicalmente.
Al escuchar que se había ido, chasqueé mis dedos, haciendo que todos se olvidaran de Tamara, en ese momento, lucifer mi hijo empezó a darse cuenta de que ella tenía muchos tratos especiales, así que la obligó a dejar su reinado y la desterró hacia la tierra dejándola nacer nuevamente.