Se oyeron ruidos, se levantó un fuerte viento y un extraño tornado apareció en la ciudad. Aquello surgió como arte de magia y no era nada bueno.
—¿Qué es eso? —Castiel miró a su amada y preguntó preocupado, ya que no todos podían ver ese fenómeno meteorológico.
—No tengo idea, pero... se ve muy mal —Tamara miró el tornado atentamente.
Los recuerdos de Rubby fueron implantados nuevamente por la gracia de Dios—: ¡Ma!, ¡Pa! —Desapareció desvaneciéndose en el aire.
—¿Rubby? —Dijeron ambos padres al mismo tiempo desesperadamente—: ¡Rubby!
El tornado arrasó con todo lo que estaba en su camino, incluyendo a esos padres desesperados, que luego de tanto tiempo estaban con su hija querida.
—¡Rubby! —Gritaron en conjunto.
Se vio aquel tornado, luego de unos minutos, se acabó y desapareció.
Mientras tanto, dentro del tornado:
—Hola, Rubby —Un sujeto sonrió ampliamente.
—Hola... —Miró aterrada en dónde estaba.
—¡Rubby! —Dios gritó con todas sus fuerzas—. Tranquila.
—¿Dios? —Sollozó viéndolo.
—Tranquila, mi padre está aquí junto a nosotros —Este sonrió ampliamente mirando los rostros de aquellas personas.
—Ya basta, suéltalo, Lucifer —Trató de desatar las correas que Dios tenía en su piel.
—No, linda. Él es mi nuevo proyecto y hace todo lo que le ordeno.
—¿Qué? —Rubby miró a Lucifer con desprecio y asco, asombrada por lo dicho—. No es posible.
—Lo es... dejé que tú madre viva —Dijo Dios antes que Lucifer le pegue.
—¡Ya basta! —Pateó Rubby, viendo como Dios caía desmayado.
—Lo siento —Sonrió amplio—. Es muy divertido.
—Ya, no sigas —Lucifer le pegó a Rubby volviéndole toda la vista negra.
Se oyeron risas junto con lamentos que retumbaban desde el mismísimo infierno, el infierno que Lucifer había teletransportado en ese extraño tornado que absorbía todas las almas a su paso.
¿Qué sucederá con Rubby?, ¿Dios qué hará para detener tal atrocidad?