"Siempre pensé que mi final sería junto a mis seres queridos, para poder ver por última vez sus rostros y no en medio de la nada, donde no sería recordada por nadie".
Stella.
Corrían por el bosque a todo pulmón, las bestias los perseguían quebrando los gajos de los árboles y matorrales bruscamente detrás de los jóvenes, evidenciando que estaban cada vez más cerca, casi a punto de atraparlos.
— ¿Es que esta isla no se termina nunca? —gritó Ridder, por sobre el sonido del viento y el gruñido der sus perseguidores.
—Deja de quejarte y sigue moviéndote si no quieres morir __ordenó Liliana.
—Ya falta poco —confirmó Jason.
De pronto oyeron un fuerte rugido a sus espaldas, una criatura gigante semejante a un lobo saltó a sus espaldas partiendo un tronco por la mitad, su boca abierta de forma feroz revelando sus letales dientes y chorreante baba, su larga lengua a un lado y sus malvados ojos devorándolos con la mirada. Los jóvenes sobresaltados ante la imagen de semejante criatura, se apresuraron a llegar al risco que se abría paso ante ellos, para luego saltar y caer como piedras al agua congelada que los recibió con fuerza.
Los pulmones de Liliana ardían exigiendo oxígeno, su visión se veía más borrosa a cada segundo que pasaba, para luego ser consumida por la oscuridad que la rodeaba. Las oscuras sombras se movían a su alrededor intentando asfixiarla.
“Otra vez no”, pensó. En su subconsciente sabía que si su habilidad la controlaba como la última vez, nada bueno ocurriría.
— ¡Despierta Liliana, despierta! —oyó la voz de Ridder, mientras la zarandeaba del brazo para que despertara.
Sus ojos se abrieron sobresaltados observando a su alrededor, esperando que la oscuridad que la controlaba no se hubiera despertado.
—Tranquilo, que vas a romperme el brazo —gimió la joven con la voz pastosa.
Se sentó como pudo y se recostó en una roca. Luego se refregó los ojos lagrimosos por la sal del mar. A su lado, Jason había encendido una pequeña fogata para calentarse y, de esa manera que sus ropas se secaran por el calor del fuego.
“Era solo un sueño, nada más. Parecía tan real. Estaba ahogándome en aguas profundas y oscuras. Parecía tan real”.
—Debemos encontrar a los legados antes de que las bestias nos encuentren a nosotros —dijo Jason, interrumpiendo sus pensamientos.
—Esas cosas apenas y nos dejan respirar —se quejó Ridder—. Si seguimos a este paso no lo lograremos jamás.
— ¿Había alguien en el agua? —preguntó la chica de repente, provocando que la miraran asombrados.
— ¿Tienes miedo del agua? —se mofó Ridder.
—No. No le tengo miedo al agua, pero sí a lo que había allí.
— ¿Allí dónde? —inquirió Jason, sus oscuros ojos la estudiaron intentando descifrar lo que la joven ocultaba.
—En el agua, ¿es que no lo han visto? —Cuestionó Liliana, desviando la mirada del joven de pelo gris—. Aunque en realidad, no era un alguien, sino un algo.
—Esperen —se apresuró Ridder, su oscuro y largo cabello se movía con el viento tocando su hombro—. ¿Dices que había algo en el agua cuando caímos en ella?
La joven asintió con la cabeza.
—Pero, ¿qué podría haber en el agua, y que solo tú has visto?
—Sabes que tengo la capacidad de ver lo que los demás no pueden ver. Además, si hay bestias en toda la isla, ¿por qué no habría también en el agua?
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Editado: 20.11.2020