Saga Elemental 2: El Pergamino

Lucía

 

Abrí los ojos unas rejillas, el cansancio invadía mi cuerpo. Algo me arrastraba fuera del agua, causando que mi cuerpo dejara un rastro largo por la arena. Hice un esfuerzo y levanté la cabeza para ver a mi salvador. La sorpresa fue grande al ver a una criatura peluda parecida a un lobo gigante. Su oscuro pelaje estaba mojado y sus dientes sujetaban con fuerza mi capucha mientras me llevaba en alguna parte.

Abrí mis ojos sobresaltada al darme cuenta que había alguna forma, llegado a una isla. Traté de zafarme, pero la fuerza me había abandonado y la oscuridad me rodeó.

Mis ojos volvieron a abrirse sobresaltados al sentirme observada. Me senté a duras penas, la cabeza me dolía terriblemente, creo que la he golpeado al caerme del puente de roca de Stella al explotar la isla. Observé a mí alrededor, me encontraba en una cueva, frente a mí una fogata estaba medio apagada.

Mirara por donde mirara no veía a nadie más, sin embargo, me seguía sintiendo observada, como si me espiaran desde las sombras.

Concentré las pocas fuerzas que me quedaban y pude sentir una segunda presencia escondida detrás de una roca. Estaba segura de que no era humana.

—Sé que estás ahí —dije mirando la roca.

Un par de orbes dorados fueron lo único que pude ver cuando la criatura salió de su escondite. Había algo en aquel brillo que despedía al mirarme con atención, que me hacían recordar un sueño que tuve cuando apenas era una niña. Un sueño que me había perseguido durante mucho tiempo.

— ¿Quién eres? —pregunté cuando la criatura se acercó lo suficiente como para que las pocas llamas que quedaban encendidas la iluminaran.

Su pelaje oscuro se parecían espinas en medio de las sombras.

El cuadrúpedo, al ver que levantaba una mano en el aire como si quisiera tocarlo, dio un salto brusco hacia el frente mientras soltaba un feroz gruñido. El rápido movimiento causó que me cayera hacia atrás sobresaltada.

La bestia caminó hasta que estuvo tan cerca como para apoyar una de sus enormes patas en mi pecho y presionar con fuerza. Su mirada se volvió más salvaje al ver mis lágrimas correr por mi rostro.

Aún estaba débil y la presión ejercida sobre mi pecho causaba que entrara menos aire a mis pulmones. Me dolía mucho, sentía que iba a explotar en cualquier momento.

Estaba por renunciar a mi propia vida con tal de detener el insoportable dolor, pero algo explotó dentro de mí en el último instante en el que iba a bajar los brazos. La historia de mi vida había cruzado frente a mis ojos como si fuese una película, pero sin dudas, lo que causó un gran efecto en mí, fue recordar las palabras de Richard al decir que él había dado las órdenes de liquidar a mi familia de tal forma de que pareciera que me habían abandonado. Su objetivo había sido desde el principio, fomentar mi odio, haciéndome creer que estaba sola e incomprendida en un mundo que se alejaba cada vez más de mi realidad.

En un antiguo edificio construido sobre los cadáveres de personas inocentes, había conocido el verdadero significado de mi existencia. Otros jóvenes habían sufrido de igual forma que yo y aun así trataban de superarse y romper con las barreras que les eran impuestas. Un claro ejemplo de ello era Stella, aquella joven dominadora de la tierra que superó todos los límites de su existencia, sin importarle si vivía o moría. Aquella chica logró hacer lo que nunca nadie había logrado, fue capaz de reunir los elegidos y de destruir al falso emperador.

Recordar todo lo que había sido capaz de hacer Stella con tal de romper con las supersticiones sobre su linaje hizo que dentro de mí, se encendiera una chispa que fue creciendo hasta que sentí que exploté en miles de pedazos. Una luz se expandió desde mi interior y recorrió toda la cueva. La bestia salió lanzada hacia atrás, en sus ojos había asombro.

Mis párpados volvieron a quedar pesados de nuevo hasta que no los pude mantener abiertos.

Había vencido a mis demonios por primera vez.

Cuando desperté, la bestia ya no estaba en la cueva. Me senté y observé a mí alrededor, levanté mi brazo derecho para verificar si aún podía levantar los objetos que me rodeaban a voluntad y me detuve en seco con el brazo extendido en el aire. Los extraños símbolos estaban brillando en mi piel. No tenía idea de lo que eso significaba.

Necesitaba encontrar a los demás, saber que habían sobrevivido al igual que yo, que no estaba sola en un mundo lleno de mentiras y oscuras criaturas que intentaban apoderarse del poder con el que había nacido.

 Salí fuera de la cueva jurándome a mí misma que algún día acabaría con todo lo que estorbaba en mi vida.

Fijé la vista en los altos árboles que se extendían más allá del oscuro cielo. Este bosque se sentía peligroso, todo a mi alrededor se veía siniestro ¿En dónde rayos me encontraba?

Unos fuertes gruñidos que se acercaban hicieron que me echara a correr. El corazón comenzó a latirme de forma frenética al no saber cómo era mi enemigo. Me detuve un rato los pulmones me exigían más oxígeno, mis costillas ardían ¿Qué demonios era esa cosa que me estaba siguiendo?

Corrí hasta que no pude más y me dejé caer de rodillas, la fuerza aún no había regresado del todo en mi cuerpo. El agotamiento hacía que quisiera cerrar los ojos. No podía utilizar mis poderes estando tan debilitada.

Frente a mí una cosa gigante parecida a un oso se detuvo y rugió con todo su esplendor: tenía un ojo oscuro y el otro era rojo con una cicatriz atravesada en la piel del parpado que le llegaba hasta el hocico.

 

 



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En el texto hay: aventura, misterio, acción

Editado: 20.11.2020

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