Saga Elemental 2: El Pergamino

STELLA

 

 

Yo misma lo había matado, debería de estar muerto, el falso Emperador. Sin embargo, estaba parado justo detrás de mí. Me volteé despacio, casi petrificada del susto y enfrenté unos ojos cafés, su parecido al difunto era extraordinario, excepto el color de sus ojos.

—Le acabo de hacer una pregunta —su voz era la misma que recordaba, ese mismo tono brusco y frío, como si perdiera la paciencia cada minuto.

 Desperté de mi trance y negué con la cabeza, no me salían las palabras, estaba tan conmocionada que no podía pensar con claridad. Lo único que acerté a hacer, fue dar un paso atrás y no estar tan cerca de su maldad.

—Si no me responde, tendré que asumir que acaba de violar la regla número uno del instituto por azar.

— ¿Regla número uno? —estaba tan desorientada.

—Los alumnos tienen terminantemente prohibida la entrada a la parte más alta de la torre sur, sitio donde se encuentra en este momento jovencita.

Lo miré perpleja, cree que soy una alumna, quizás después de todo no sepa quién soy.

Tenía que encontrar una excusa para zafarme de esta.

—Es que… escuché la voz de una chica…

— ¿Una chica?

—Estaba pidiendo ayuda… venía de aquí arriba.

Sus ojos se abrieron sobresaltados ante la mentira y aunque se recuperó de forma rápida, su vista barrió el panorama a nuestro alrededor, como si intentara localizar algo diferente en el paisaje.

—Será mejor que regrese a su habitación antes de que caiga la noche.

Asentí en silencio, por dentro aún estaba aterrada.

Bajé corriendo por las escaleras mientras que él continuaba con la vista hacia los alrededores ¿qué era lo que acechaba las afueras del instituto que lo alteraba de ese modo?

Era el tercer día que había llegado al instituto. De día investigaba los secretos del lugar y de noche, dormía en el depósito de ropa.  

A simple vista parecía que el lugar no mantenía ningún secreto oculto, pero para alguien que se había escapado de un sitio similar sabía que una enorme y antigua edificación como aquella escondía algo sombrío.

¿Qué era lo que había visto oculto entre las hojas de los árboles? ¿Sería lo mismo que causó el temor en los ojos del director del instituto?

El Negrolum, había vuelto soñar con esa horrenda criatura, en el sueño había intentado devorarse mi alma.

De alguna forma sabía que así como había logrado sobrevivir a la explosión, los demás chicos también lo habían logrado, algo dentro de mí me lo decía.

—Tú no eres de aquí —dijo una chica de cabello color marfil a mi espalda.

— ¿Cómo lo sabes? —pregunté tratando de no parecer sorprendida.

—Puedo conocer a otra Tierra en cuanto la veo —dijo, sus ojos brillaban como si hubiera encontrado un tesoro inimaginable, sus labios esbozaron una media sonrisa de lado como si estuviera tramando una estratagema.

Abrí la boca dispuesta a defenderme, decir una mentira que fuese lo bastante convincente para no ser descubierta.

—Conozco a todos los estudiantes de este instituto, así que no trates de mentirme —me interrumpió como si hubiera leído mis pensamientos.

— ¿Cómo…?

— ¿… lo supe? —volvió a interrumpirme—. Eres fácil de leer.

Parpadeé sorprendida, esta chica comenzaría a traerme problemas si no me andaba con cuidado.

—Me llamo Debra y soy la mejor Tierra que hay en este instituto.

Era extraño que se refiriera a sí misma como el elemento que controlaba, pero no quería hacerla enfadar haciéndole las preguntas equivocadas.

— ¿Vendrás a la práctica de la tarde?

— ¿Práctica?

—Cada sábado por la tarde hacemos una práctica para demostrar lo que hemos aprendido durante nuestro entrenamiento semanal —respondió Debra con una sonrisa de lado.

Algo en sus palabras me hacían dudar un poco, pero debido a que me había tomado desprevenida, tal vez, lo mejor sería que le siguiera la corriente. Al menos por el momento, hasta que pudiera saber si podía confiar en ella lo suficiente para decirle quién era.

—Por supuesto.

—Genial, vendré por ti en este lugar más tarde —contestó Debra—. Por cierto, no me has dicho tu nombre.

—Me llamo Rebeca —mentí.

—De acuerdo Rebeca, nos vemos más tarde.

Asentí viéndola alejarse y doblar por el pasillo. Más tarde en ese mismo pasillo del segundo piso de la torre norte, Debra apareció doblando el pasillo en mi dirección. Llevaba la ropa oscura, ceñida al cuerpo y sus blancos cabellos recogidos en un rodete alto.

Mi vestimenta también era oscura, aunque un poco más suelta que el de ella, mis cabellos por el contrario habían crecido hasta los hombros, permitiéndome hacerse una coleta pequeña.

— ¿Lista?

Asentí con firmeza, había asumido que sería bueno para mí el poder observar a los demás practicar, así podría aprender nuevas técnicas.

Debra me guío hasta la parte trasera del instituto, levanté la vista y vi varios metros hacia el sur cerca del muro que rodeaba las instalaciones, una especie construcción de madera. Se veían mucha ropa negra y varios gritos de aliento. Había visto esa especie de potrero, pero no lo había investigado todavía.

Cuando me acerqué lo suficiente, un escalofrío recorrió mi cuerpo entero.

—Esto no es una práctica —dije con la voz pastosa—. Es un duelo.

— ¿Qué mejor forma de aprender que enfrentándote a un oponente de tu misma categoría?

No sabía cómo reaccionar ante una situación así, apenas podía hacer que la tierra se moviera a mi voluntad, pero todavía era incierto y poco probable de que ganara un combate con alguien que estuviera mejor preparado que yo.



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En el texto hay: aventura, misterio, acción

Editado: 20.11.2020

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