Saga Elemental I: El Legado

Sofía

 

Stella se había ido y no tenía idea de a dónde se dirigía. Había algo en la expresión que había hecho un momento antes de irse, que me decía que algo no andaba bien. Como si había algo que se nos había escapado de las manos, desde el momento en que la habíamos perdido de vista en el cementerio, algo que tal vez la estuviese carcomiendo por dentro, pero si fuera así ¿por qué no nos había dicho nada?

Estaba segura que nosotras podríamos ayudarla, cualquiera sea la cosa que la estuviera molestando. Pero ella había decidido no confiar en nosotras y eso solo hacía que desconfiara aún más de la situación.

Luego de pasar toda la noche dando vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Encontré a Elizabeth sentada sobre el muro que había en el largo pasillo al frente del Instituto. Tenía una pierna colgando a un costado y la otra completamente estirada sobre el muro, su espalda estaba apoyada sobre un pilar. Me sonrió con la boca medio llena de panecillos, pero la sonrisa no le llegaba a los ojos.

—Algo raro está pasando —dije en voz alta, mientras caminaba de regreso al Instituto.

—Estoy segura de eso, pero no sé qué es —contestó Elizabeth, dándole otro mordisco al panecillo, antes de ofrecérmelo. Negué con la cabeza pues tenía el estómago revuelto.

—Creo que tiene que ver con el Instituto y con lo que le está pasando a Stella.

— ¿A qué te refieres? —inquirió Elizabeth.

—Me refiero a que antes de que sucediera lo que sucedió en el cementerio, Stella jamás se había atrevido a traspasar los muros del Instituto sabiendo las clases de bestias que hay allí afuera, esperando el momento para atacarnos. Y ahora de la nada, hace una grieta no sé cómo y corre libremente entre los árboles, sin miedo a ser atacada por uno de ellos. Verdaderamente creo que algo muy extraño está pasando y que todos ignoramos.

— ¿Crees que tiene que ver con aquella bestia que la había agarrado en el bosque antes de que su poder se despertara?

—Creo que algo ocurrió antes de que llegáramos al sitio dónde la bestia la había agarrado ¿recuerdas su mirada?

—Era como si mirada sin mirar…

—Exacto. Creo que algo verdaderamente fuerte causó esa mirada ¿pero qué pudo haber sido?

— ¿Crees que se habría lastimado?

—No. Creo que… Jonathan ¿dónde está Jonathan? —pregunté desesperadamente.

— ¿Para qué quieres a Jonathan? —preguntó Elizabeth, lanzándome una mirada cautelosa.

—Creo que tal vez él esté dispuesto a ayudarnos a descubrir lo que le está pasando a Stella.

Nos apresuramos hacia el Instituto para buscar a Jonathan, que en ese momento debería de estar entrenado en uno de los salones de entrenamiento.

Cuando llegamos al salón, lo encontramos en una esquina hablando con el profesor de defensa quien le estaba explicando una técnica nueva.

—Jonathan —lo llamó Elizabeth.

— ¿Qué estás haciendo? —pregunté, cuando medio salón se dio la vuelta para vernos atentamente como si fuéramos dos completas desconocidas, y la verdad lo éramos, todos los que estaban en el salón podían controlar el viento o tenían algo que ver con ello y nosotras no.

—Estoy llamando a Jonathan… ¡Jonathan! —volvió a llamar, a través de sus manos ahuecadas imitando a un megáfono.

— ¿Podrías gritar más fuerte? Es que creo que los de la torre sur no te pudieron oír aún —me quejé, estaba avergonzada. Ahora toda la clase nos estaba viendo.

—Qué graciosa ¿acaso se te olvida lo que vinimos a hacer aquí?

—Tienes razón.

—Señoritas —dijo un profesor de defensa, parado delante al frente de la clase—. ¿Se les ofrece algo?

¡Ay, qué vergüenza!, voy a matar a Elizabeth después de librarme de ésta. Habíamos interrumpido la clase del profesor y ahora nos miraba como si quisiera matarnos.

—Este ¿nosotras? —pregunto con nerviosismo ¡trágame tierra!

—Disculpe la interrupción —se apresuró Elizabeth—. El alumno Jonathan Gonzales podría salir un momento, por favor.

El profesor asintió con la cabeza, antes de continuar con las clases.

— ¿Qué se supone que están haciendo aquí? —oí la voz de Jonathan, que se acercaba a paso rápido, claramente molesto de que lo hubiéramos avergonzado delante de todos.

—Ya vez por qué no era buena idea que todo el mundo te oyera llamarlo de esa manera —me quejé.

—Te necesitamos —contestó Elizabeth.

— ¿Se puede saber para qué? Tengo Entrenamiento en este momento —su oz sonaba fría.

—Es que nosotras te necesitamos más —aseguré con urgencia.

—Sí. Es algo muy importante y no te podemos decir aquí donde todo el mundo puede oírnos —declaró Elizabeth.

Al poco tiempo nos estábamos sentando sobre el pasto en el patio trasero del Instituto.

— ¿Se puede saber, qué es tan urgente como para que hubieran interrumpido mis clases? —preguntó Jonathan, mirando hacia el cielo nublado.

— ¿Recuerdas la mirada que tenía Stella, cuando la encontramos después de que se nos hubiera perdido en el cementerio? —preguntó Elizabeth.



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En el texto hay: suspenso, poderes, acción

Editado: 17.07.2022

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