Saga Elemental I: El Legado

Sofía

 

El director nos estaba ocultando un gran secreto que no solo tenía que ver con los demás jóvenes desaparecidos sino, con nosotros también y lo teníamos que descubrir.

Luego de haber dejado a Julieta en su habitación, Elizabeth se reunió con nosotros para ver la forma de averiguar lo que no nos querían decir.

Como éramos cuatro, nos dividimos en dos grupos de dos integrantes: Elizabeth y Stella por un lado y Jonathan y yo por el otro. Y aunque yo quería formar grupo con Stella, no podía porque aún no manejaba muy bien mi habilidad y Stella mucho menos, de manera que si nos atacaban, yo no podría ser capaz de defendernos a ambas.

El primer grupo tenía que seguir a Julieta y el segundo grupo al director.

— ¿Estás lista? —me preguntó Jonathan.

—Sí —contesté entusiasmada—. Siempre quise ser espía.

Nos dirigíamos hacia el despacho del director, cuando vimos a Julieta hablar con uno de los profesores en el pasillo frente a nosotros, nos detuvimos inmediatamente y nos escondimos detrás de una pared. Para poder llegar al despacho del director, primero tendríamos que atravesar el pasillo, pero si lo hacíamos, ellos nos descubrirían.

— ¿Eric? ¿Estás segura? —oímos al profesor preguntarle a Julieta.

—Sí. Lo peor de todo es que ellos saben sobre las planillas…

—Espera ¿estás diciéndome que saben el origen de la existencia de los…?

—Por supuesto que no lo saben, no tienen idea de lo que está pasando.

—Eso lo veremos en este momento con Richard.

La cara de Julieta cambió a una mezcla de miedo y asombro, cuando el hombre a su lado la tomó del brazo y la arrastró hasta la oficina del director.

— ¿Has oído lo que acaba de decir?

— ¿Que el director se llama Richard? —respondí.

Jonathan puso los ojos en blanco y me hizo señas para que lo siguiera, y eso estaba haciendo, pero choqué con Elizabeth y casi me caigo, sino fuera porque me sostuvo del brazo.

— ¿Han escuchado eso? —nos preguntó.

Asentí con la cabeza mientras nos acomodábamos detrás de la puerta para oír lo que estaban diciendo.

— ¿Es verdad eso Richard? Sobre Eric… —la voz de Julieta se oía medio apagada por la puerta.

—Te lo iba a decir cuando encontrara la manera adecuada de decírtelo Julieta…

— ¿Y cuál es la manera correcta, según tú, de decir que el hombre que amas que por cierto era casi como tu mano derecha, fue parte del proyecto K?

—Julieta, por favor, Eric solo era un perro faldero que obedecía mis órdenes, nunca fue mi mano derecha.

—Pero dejaste que le hicieran daño, y luego me mentiste diciéndome que había muerto.

—Y murió, ¿o es que ser esa “cosa horrenda” es vida?

— ¡Cállate!

—No te atrevas o serás la siguiente.

— ¿Qué va a pasar con esos jóvenes? —preguntó el profesor.

—Por ahora nada. No tienen las pruebas suficientes para demostrar que el Instituto solo es una fachada.

— ¿Entonces no forman amenaza a nuestros planes?

—Por supuesto que no Albert.

— ¿Planes? ¿De qué planes estás hablando? —preguntó Julieta.

—De los planes de formar la nueva raza ¿es que no te has dado cuenta?, ¿por qué crees que estamos entrenando a estos jóvenes?

—Creí que para que no se exterminaran ellos mismos como lo hacían en el principio de los tiempos.

—Julieta, dime una cosa ¿tú eres tonta o te haces?... la Corporación Orión ha existido desde el momento en que los primeros descendientes de los ángeles, comenzaron a caminar por la tierra.

— ¿Eso significa que no se destruyeron por sí solos?

—Por supuesto. Ellos no querían formar parte de la Corporación Orión, así que simplemente los destruimos y lo seguiremos haciendo cada vez que se reúsen a colaborar.

—Son unos monstruos.

—No querida. Somos unos monstruos, porque tú también lo eres, o es que me vas a decir que no firmaste el acta de defunción de la abuela de Stella.

— ¿Stella Marice era la abuela de Stella?

—No lo sé, dímelo tú, llevan el mismo nombre… Ah, y para que lo sepas sufrió hasta el final ¿lo recuerdas Albert?

— ¿Qué?

—Cuando ya estaba convertida, se escapó del laboratorio y se acercó a la casa de su hija, que en ese momento ya había crecido y casado con un hombre de su misma clase.

<<Tuvieron una hija a la que le pusieron el mismo nombre que ella, en su honor, a pesar de que ésta la había abandonado desde pequeña o eso creían. Es que ni siquiera supieron que nosotros la habíamos apartado de su madre.

<<El caso es que Stella Marice se acercó escondida por las sombras de la noche a la casa de su hija para verla por última vez, lo que no esperaba era ver a su nieta despierta… en ese entonces creo que tenía cinco años y cuando la vio escondida, no tuvo miedo, sino que se acercó a ella.



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En el texto hay: suspenso, poderes, acción

Editado: 17.07.2022

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