Elizabeth

—Stella, por favor, detente —le dije una vez más a Stella, pero ella parecía estar sorda.

Caminaba sin detenerse hacia las ruinas de la antigua iglesia. La seguí en silencio y estuve sentada junto a ella hasta que vi a Jonathan y a Sofía dirigirse hacia donde estábamos.

—Sabía que estarían aquí —dijo Sofía, deteniéndose al ver a Stella—. ¿Estás bien?

—Sí ¿por qué no lo estaría?

Pero por la forma en la que miraba el suelo y no sus ojos, Sofía supo que no estaba bien, pero optó por dejarlo pasar para que Stella no se sintiera peor de lo que ya se sentía.

—He… cuando se fueron, seguimos escuchando la conversación…

— ¿Averiguaron de qué se trababa ese dichoso plan? —quise saber.

—Dijeron algo sobre una Corporación Orión y de crear una nueva raza a partir de los descendientes de unos ángeles… también dijeron que nos estaban entrenando para algo y que mientras no les representáramos peligro no nos harían daño.

— ¿Corporación? ¿Descendientes de ángeles? ¿Pero de qué estás hablando?

Esto sonaba descabellado.

—El director dijo que habían transformado a Eric en una bestia, porque estaba investigando demasiado sobre unos celestines y que eso no les convenía —dijo Jonathan.

—Repítelo —pidió Stella, levantando la vista del punto invisible en el suelo.

— ¿Sobre Eric transformado en bestia o sobre los celestines? —inquirió confuso Jonathan.

—Esa palabra.

— ¿Celestines?

—Sí. Lo he escuchado en uno de mis sueños, creo que tiene que ver con un antiguo pacto o algo así.

— ¿Estás segura? —inquirió Sofía.

Stella asintió y luego nos miró.

—Está claro que en este lugar hay muchos secretos ocultos, secretos que tienen que ver con nosotros y… acabamos de oír lo que le hacen a los jóvenes una vez que se descontrolan.

— ¿Qué sugieres que hagamos? —pregunté.

—Debemos buscar la forma de irnos de aquí —sentenció.

— ¿Irnos a dónde? Si estamos en una isla quién sabe a dónde —se preocupó Sofía.

—Tal vez Eric pueda ayudarnos —sugirió Stella.

—Sí como no, poner nuestro destino en manos de una bestia —Jonathan se veía claramente molesto con la idea.

— ¿Tienes una mejor idea?

— ¿Cómo lo haremos? —pregunté y sin darnos cuenta, estábamos haciendo un plan para escaparnos del Instituto, un plan que tal vez nos llevara a la libertad.

—No quiero arruinarles el pastel, ¿pero qué haremos una vez que estemos fuera del Instituto? ¿A dónde vamos a ir? —Nos interrumpió Sofía.

—Tenemos pocas opciones, o es eso o quedarnos atrapados aquí en formas de monstruos.

El plan consistía, en que debíamos encontrarnos en el mismo sitio de siempre con lo que creíamos que necesitaríamos en el camino. De manera que cada uno, armaría su propia mochila y procuraríamos que nadie nos viera o de lo contrario nuestros planes se irían por la borda.