Me desperté a medianoche sintiendo una extraña sensación en el estómago como si algo malo fuera a suceder, me levanté, me calcé los zapatos y me puse la capa cuando el frío amenazó con calarme los huesos. No tenía ningún abrigo conmigo aparte del uniforme del Instituto y no quería ir hasta el depósito de equipamiento a buscar uno, el temor a que me descubrieran estaba latente en mi pecho.
Cerré los ojos por un momento pensando que todo esto era una locura. El director nos estaba ocultando un gran secreto que podría acabar con nuestras vidas, por lo que decidimos salir allá afuera a buscar las respuestas por nuestra propia cuenta, así sabríamos a qué nos estábamos enfrentando. Sabíamos muy bien los peligros que asechaban detrás de los muros que protegían al Instituto. Pero ya habíamos tomado la decisión y no había vuelta atrás.
Cuando llegué al punto de encuentro indicado (que eran las ruinas de una antigua iglesia, ubicado en la parte sur cerca del muro), encontré a Sofía y a Jonathan. Los observé detenidamente mientras caminaba hacia ellos. Sofía estaba con las manos entrelazadas mientras observaba el cielo cubierto de estrellas; y Jonathan estaba recostado contra la pared con los brazos cruzados, observando el horizonte de la misma forma sombría de siempre.
— ¿Dónde está Elizabeth? —pregunté cuando llegué junto a ellos.
—Dijo que pasaría por la cocina primero —contestó Sofía.
No estaba segura de que eso fuera una buena idea, se suponía que tendría que haber guardado sus provisiones antes de ir a dormir.
Me di la vuelta y vi a Elizabeth correr hacia nosotros con su mochila en la espalda.
—Disculpen la tardanza, pero tenía que traer uno de esos deliciosos pastelitos —se excusó Elizabeth acomodando su mochila—. Por cierto, ¿dónde está Eric?
—Dijo que nos encontraría en el cementerio —respondí.
—Voy a extrañar este Instituto —susurró Sofía.
—Todos lo extrañaremos, al final fue aquí donde nos conocimos y nos hicimos amigos —declaró Elizabeth.
Le echamos un último vistazo al Instituto recordando los momentos que habíamos vivido en él, antes de darnos la vuelta y seguir hacia adelante. Atravesamos la grieta en la pared con el corazón en la mano y una extraña sensación de traición.
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Editado: 17.07.2022