Saga Elemental I: El Legado

Sofía

 

El poder de Stella se había despertado definitivamente, por un lado era bueno porque había espantado a unas pocas bestias y matado a otras. En definitiva nos había salvado la vida. Pero por otro lado, sabíamos que si ella despertaba por completo el poder que llevaba dentro, moriría, porque su cuerpo no lo soportaría.

Miré a los demás dándome cuenta que todos estábamos pensando lo mismo, Stella se había sacrificado por nosotros, para que no muriéramos.

La culpa y la impotencia de no poder hacer nada para evitar su autodestrucción eran enormes, tanto que las palabras se negaban a salirse de nuestras bocas. Nuestros inmóviles cuerpos se mantenían en la posición en que habíamos quedado antes de que intentaran aniquilarnos.

A continuación todo quedó en silencio. Los brazos de Stella que antes estaban extendidos hacia los lados como si estuviera dando un gran abrazo al aire, cayeron a los costados, luego sus rodillas se doblaron. Entonces nosotros nos adelantamos y la sujetamos para que no se diera de frente contra el suelo.

En sus mejillas brillaban las lágrimas que había derramado y me pregunté si había sufrido mucho.

Cuando nos dimos cuenta, estábamos rodeados de hombres y mujeres vestidos de negro y con la cara cubierta por capuchas. Nos pusieron de pie, menos a Stella que yacía inmóvil en el suelo, su rostro empalidecido y sin vida a nuestros pies. Intenté desesperadamente librarme de las manos que me aprisionaban las muñecas en la espalda y que me estaban alejando de Stella.

Apenas era consciente de que nos estaban llevando nuevamente al Instituto, y de la forma en la que lo hacían, me parecía que no nos llevarían a que descansáramos.

Los gruesos barrotes de la celda del calabozo en el que nos metieron, me hicieron entender que a partir de ese momento éramos unos prisioneros, y que probablemente seríamos convertidos en bestias al igual que Eric y el resto de los jóvenes, de los cuales supuestamente se hubieron vuelto rebeldes.

— ¿Qué vamos hacer? —oí preguntar a Elizabeth.

— ¿Tú qué crees que vamos a hacer? Nada. Si tenemos suerte moriremos aquí y si no, seremos convertidos en esas horribles cosas.

— ¿No puedes formar un huracán que nos saque de aquí Jonathan? —prosiguió Elizabeth, sin siquiera haberme escuchado.

—Para ocupar mi poder, necesito que haya aire, y aquí apenas hay para respirar.

—Por extraño que parezca, no puedo prender ninguna llama para iluminar algo en esta oscuridad.

—Yo perdí mi botella de agua.

Estábamos perdidos. Sin saber qué hacer y sin poder usar nuestros poderes. Creo que por fin sentimos lo que sentía Stella, cuando no podía usar sus poderes porque estaban dormidos. Se siente una enorme impotencia, porque sabes que puedes hacer algo para salvar tu vida, pero no puedes lograr nada si tienes las manos atadas.



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En el texto hay: suspenso, poderes, acción

Editado: 17.07.2022

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