Saga Elemental I: El Legado

Lucía

 

— ¡Las bestias toman el Instituto! ¡Las bestias toman el Instituto! —gritaba un chico que pasó corriendo junto a mí. Lo vi alejarse advirtiendo a todos los que veía, que el enemigo estaba tomando el Instituto.

Me pareció una locura, pero cuando vi a una bestia enorme con forma de lobo atravesar el muro, me di cuenta de que tenía razón. Y antes de que tuviera tiempo de pensar, noté que ya estaba corriendo hacia abajo, bajando las escaleras a toda prisa, luego frené y volví a subir. Si estuviera en la última habitación de la torre, podría ver mejor hacia la distancia, y, de esa manera, asegurarme a cuantos enemigos tendríamos que enfrentarnos.

Cuando llegué hacia la última habitación de la torre Este, miré hacia abajo y me quedé helada. Era la primera vez que veía a tantas bestias justas, y todas estaban rodeando el Instituto, intentando traspasar los muros, luego de haber traspasado la barrera protectora.

Algunas bestias se reunían en grupos de a dos o de tres y… ¿estaban hablando entre ellas? Después se dispersaban, algunas ingresaban dentro del Instituto, otras se quedaban paradas, como si esperaran órdenes para atacar. Desde mi puesto de vigía los observaba atentamente ante cualquier movimiento extraño. Ninguna de ellas podía verme, pero yo las veía a todas. Incluso al director, cuando se acercó a una de ellas y le hablaba como si estuvieran dando un último retoque para el asalto final.

Después de estar observando por mucho tiempo, decidí que lo mejor sería bajar y buscar la forma de averiguar lo que realmente estaba pasando.

Caminaba rápidamente por los pasillos, a veces me agachaba y escondía detrás de una pared, para no ser vista. Había visto la bestia que estaba hablando con el director hace un momento, y mi objetivo aparte de que no me atraparan, era averiguar qué estaban tramando esas criaturas aquí.

— ¿Qué saben de los legados? —oí que le preguntaba una bestia a otra, cuando intentaba atravesar el pasillo, pero me detuve al escucharlas ¿de qué legado estarían hablando?

—Siguen encerrados en el calabozo del Instituto —respondió la otra bestia.

Así que el Instituto tenía un calabozo, pero ¿dónde? Ah, ya lo sé, debe estar en el sótano de esta enorme construcción, si es que no quedaron aplastados por el derrumbe causado por el temblor que hizo el muro al caerse.

—Dile a los demás que no le despeguen el ojo a la puerta.

—Sí señor.

Seguí a la bestia de cuatro patas que corría hacia la oficina del director. Una vez allí, cruzó la puerta que había detrás del escritorio, luego se escucharon las pesadas pisadas cuando bajaba las escaleras a toda prisa.

Bajé con cuidado para no hacer ruido, y cuando escuché voces, me detuve. Necesitaba saber cuántas bestias había allí, para estar preparada.

Oh no, se escuchaban pisadas de regreso. Miré a mí alrededor en busca de una salida de emergencia, donde poder ocultarme y cuando al fin lo encontré, cerré rápidamente la puerta detrás de mí, justo antes de que la bestia pasara corriendo por delante. Eso significaba que tendría una menos con quién lidiar.

Avancé con paso firme y me agaché lo suficiente para que no me vieran oculta detrás de la puerta medio abierta. Dentro, había dos bestias negras, vigilando una puerta de metal. Estaba segura que lo que sea que fuese el legado, estaba allí, encerrado.

Cerré los ojos y me concentré, había dos bestias a las cuales tendría que atacar al mismo tiempo para que no alentaran a las demás. Apagué mis pensamientos, y usé mis instintos, que eran los que me llevarían a salvar mi vida. A la derecha de la habitación había una puerta con una manija de metal, de unos treinta y cinco centímetros aproximadamente. La miré fijamente utilizando todo mi poder, pero se resistía y una de las bestias suspiró al ver la manija temblando, y como si presintiera algo, comenzó a avanzar lentamente hacia donde estaba escondida.

Miré enojada a la manija que no cedía, concentré toda mi fuerza en el momento justo en que la puerta se abría y aparecía la enorme cabeza de una bestia seguida de cerca por la otra bestia, y las atravesé con fuerza con la manija. A la primera le quedó el agujero en donde tenía entrado el trozo de metal que atravesó su cráneo y quedó incrustado en el pecho de la segunda bestia, que en ese momento descansaba boca arriba con los ojos en blanco. De su pecho brotaba negra y espesa sangre. Las contemplé un segundo antes de levantarme y caminar hacia la puerta donde estaban protegiendo.

— ¿Hay alguien ahí? —pregunté quedamente y, antes de que pensara que me estaba volviendo loca por hablarle a una puerta, escuché voces provenientes del interior.

— ¿Lucía eres tú? —preguntó Elizabeth.

—Sí… ¿estás sola ahí?

—Están Sofía y Jonathan también… el director nos encerró aquí…

—Ya lo sé —así que ellos eran el legado del que había hablado el director—. Intentaré sacarlos de allí, pero no les prometo nada. Es un poco difícil usar mis poderes aquí abajo, casi me quedo agotada al sacar la manija de una puerta.

—Nosotros también hemos intentado utilizar nuestros poderes, pero es inútil.

Me concentré en la cerradura de la puerta, tenía que destrozarla para poder abrirla… pero era tan difícil y pesado, ya casi no me quedaban fuerzas… el piso me recibió con un golpe sordo.



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En el texto hay: suspenso, poderes, acción

Editado: 17.07.2022

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