“Debes irte”
“¿Ya no me quieres?”
“Es por tu bien”
“no me dejes”
“Mamá”
—Mamá —susurré débilmente—. ¡Mamá! —grité al no oír respuesta.
Al abrir los ojos, me congelé. Estábamos en el suelo, rodeados de bestias que nos miraban con ojos hambrientos y salvajes.
—No querida. No soy tu mamá, pero puedo ser tu peor pesadilla —dijo una voz agria, que deduje, era la de Richard.
—Sofía, Jonathan, Lucía —llamé sin apartar la mirada de los ojos del director.
—Estamos aquí —respondió Jonathan.
— ¡Pero qué encantador! —Se mofó Richard—. Todo el Legado está completo… oh no, esperen… les falta uno —continuó casi sin poder contenerse—. Ya era sabido que esa tal Stella no llegaría tan lejos, siendo que su linaje es tan débil…
—Hablas como si supieras desde el principio, que Stella no hubiera resistido el despertar de sus poderes —aventuró Jonathan.
—Por supuesto que siempre lo supe —respondió con displicencia—. Su abuela fue la única que resistió al cambio, pero se negó a formar parte de mi plan…
— ¿Qué plan? —me apresuré a preguntar.
—Desde el principio de los tiempos, existían humanos que tenían ciertas capacidades para controlar los elementos de la naturaleza. Pero permanecían escondidos, luego… comenzaron a mezclarse con las demás personas —se detuvo un segundo para reflexionar—. Y los humanos comunes, nos empezamos a preguntar qué era lo que los hacía tan especiales. Así fue como se inició La Corporación Orión… nos tomó tiempo darnos cuenta que lo que los hacía diferente, era la sangre de ángel que corría por sus venas.
>>Empezamos a capturarlos y a intentar aislar esa célula madre para poder entender su funcionamiento, y con el tiempo intentar trasplantarlas en nosotros mismos, para ver qué resultados obteníamos…
>>El caso es que, no logramos los resultados que queríamos, así que decidimos dejar de darles caza por un tiempo, mientras que los observábamos desde las sombras, cada movimiento… Hasta que descubrimos que la célula madre de un descendiente joven era la adecuada para nuestros propósitos… Yo fui el primer prototipo…
—Entonces tú eres humano —recapacité.
—Yo era humano, ahora soy una especie de humanoide con poderes extraordinarios.
—Entonces, este Instituto es una farsa —dijo Lucía, levantándose.
—Por supuesto que sí… Sus padres estaban enterados de esto, principalmente los suyos.
—Mi madre quería que me fuera con mi tía… Creí que se quería deshacer de mí, pero ahora me doy cuenta que lo único que quería era esconderme de ustedes… ahora entiendo su miedo —razoné por primera vez desde que había venido hasta aquí.
—Sus padres fueron los que más temían, porque sabían que ustedes eran el Legado. Bueno, excepto Stella que está muerta y Lucía, que solo ha sido una piedra en mis zapatos.
Lucía levantó la vista hacia Richard, desafiante.
—No me mires así. Hasta tu familia te abandonó cuando tuvieron la oportunidad.
Miré a Lucía: la forma en la que sus labios formaban una tensa línea, sus hombros rígidos, su negra cabellera cayendo por sus hombros y sus ojos oscuros sin expresión.
Nunca hablamos de cómo eran nuestras vidas antes de llegar aquí, pero el hecho de que su familia la hubiera abandonado… era algo que no lo entendía.
—Mi familia me amaba… ellos no me abandonarían… ni siquiera por miedo…
—Tienes razón, ellos no te abandonaron, nosotros los matamos —se detuvo y sonrió ante la expresión de Lucía—. Necesitábamos que estuvieras con los Legados por un tiempo, para que los distrajeras.
—Ellos no están muertos.
—Qué linda eres —se burló Richard.
— ¡Qué no lo están! —Gritó Lucía—. No pueden estarlo —repitió mientras se dejaba caer de rodillas.
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Editado: 17.07.2022