Saga Elemental I: El Legado

Elizabeth

 

Presté atención a Stella, recordando lo que había dicho sobre mí, fue solo cuando comprendí sus palabras, que el fuego en mi interior comenzó a arder de verdad, como nunca lo había hecho antes. Ardía tanto que lancé un gritó tan fuerte, que apenas fui consciente que me estaba muriendo, al igual que Sofía y Lucía

El fuego consumió mi cuerpo por completo, lo supe cuando el dolor desapareció y a mí alrededor todo se volvió oscuro.

No sé cuánto tiempo estuve atrapada en aquel sitio sin luz y silencioso, hasta que pude tener movilidad de mi cuerpo. Una extraña sensación me invadió en ese momento, era como si estuviese completa por primera vez en mi vida. Las llamas me abrazaron con un ardor intenso y a la vez tan placentero, noté entonces, que a partir de ese momento ya no sería más aquella niña que podía controlar el fuego, había renacido de las cenizas, volviéndome más fuerte y capaz. Era parte del legado de mis antepasados.

Junto a mí, Sofía era rodeada por una capa de agua, sus cabellos tenían pequeños destellos celestes.

Alrededor de Lucía, pequeñas rocas y raíces eran levantadas, flotando junto a ella.

Desvié mi mirada hacia Stella que contemplaba la escena en silencio, su semblante se veía más relajado, por fin habíamos despertado del sueño que nos habían impuesto. Desde que habíamos llegado al instituto, habíamos formado parte del oscuro plan del director, quien en ese momento nos estaba observando sorprendido, dándose cuenta de lo equivocado que había estado al subestimarnos.

— ¿Estás bien? —preguntó Stella, observándome.

Asentí en silencio, mi mirada desviándose hacia Sofía, quien contemplaba sus manos envueltas por una delgada capa de agua. El asombro reflejado en su rostro.

—Tengo… tengo un mejor control de ella —dijo, mirándome con una sonrisa y los ojos vidriosos.

El poder controlar el agua sin necesidad de llevarla en un recipiente como era su botella, la hacía sentirse feliz y emocionada al mismo tiempo.

Junto a mí Lucía permanecía en silencio, abstraída en sus propios pensamientos, el miedo reflejándose en sus ojos.

—Yo… ¿estás segura? —preguntó a Stella.

—Eres el quinto miembro del Legado —aseguró Stella—. Tu abuelo lo apostó todo por ti.

Lucía apartó la mirada, negándose a llorar frente a Stella quien alguna vez había sido considerada como una niña débil frente a sus ojos.

Richard lanzó un fuerte grito, y al poco tiempo éramos rodeados de aquellas criaturas que alguna vez habían sido alumnos del Instituto. Unas oscuras sombras eran desprendidas del suelo, transformándose luego en criaturas amorfas. Los árboles eran sacudidos a medida que el suelo temblaba, nos volteamos rápidamente para ver a cinco criaturas enormes, una mezcla de hombre, lobo y oso.

El director se arrancó la camisa, revelando una enorme cicatriz que atravesaba su pecho, evidencia de las tantas experimentaciones realizadas en su cuerpo, cuando había sido humano. Sus ojos cambiaron a un rojo intenso, su malévola sonrisa causándome escalofrío.

— ¿Si eso es lo que quieren? —Preguntó con altivez—. Entonces…

Las criaturas se acercaban lentamente, sus fríos ojos destilando veneno en cada mirada. La inmensa altura combinada con su fuerza hacía que comenzara a dudar si saldríamos con vida después de la batalla.

Eché un vistazo a Stella quien observaba a las criaturas frente a nosotros sin inmutar su semblante calmado, ninguna pizca de miedo era transmitido por sus ojos avellanas.

Jonathan parecía igual de tranquilo, expectante a lo que vendría a continuación.

Richard lanzó otra carcajada malévola y las cinco criaturas posicionadas detrás de él, rugieron con fuerza antes de lanzarse a nuestra dirección. Eran cinco y nosotros también.

Escuché a Lucía soltar un grito antes de que las piedras y ramas más cercanas a ella se levantaran en el aire y se dirigieran a gran velocidad hacia la criatura que tenía la vista clavada en ella, sus dientes afilados destacando en una enorme sonrisa malévola.

Sofía formó un escudo frente a ella, en el que salían bolas de agua —más grandes que mi puño— disparadas como proyectiles hacia su enemigo.

Jonathan atraía ráfagas y las utilizaba para azotar a su contrincante cuyo rostro se parecía a un perro enorme con un ojo blanco.

Stella golpeó la tierra frente a ella con su puño derecho, causando que se formara una grieta enorme frente a su oponente, que por poco pierde una de sus patas al caer por la grieta.

Yo en cambio, observé con atención a la criatura con rostro semejante a un oso que se acercaba cada vez más hacia mí. Me congelé en mi lugar, tenía unas inmensas ganas de romperle el cuello, pero mis extremidades se negaban a obedecer mis órdenes, era como si estuviese en un trance. Mis ojos se abrieron de golpe al ver cómo de un salto aquella monstruosidad se encontraba cayendo en picada, si no hacía algo caería sobre mí con sus quinientos kilos. Su boca abierta, revelando sus dientes puntiagudos y mortales cual cuchillas.

“Voy a morir”, pensé aun congelada. Era la primera vez en mi vida que mi cuerpo se negaba a seguir mis órdenes, petrificado ante la enorme sensación de peligro.



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En el texto hay: suspenso, poderes, acción

Editado: 17.07.2022

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