Saga Elemental I: El Legado

Lucía

 

La explosión a mis espaldas me sorprendió a tal punto que creí que se había despertado un volcán. El suelo tembló bajo mis pies al tiempo que me volteaba sobresaltada para ver a Elizabeth, su cuerpo estaba dentro de una esfera de fuego que la protegía al mismo tiempo que ráfagas eran lanzadas en todas direcciones, quemando todo lo que tocaba a su paso.

Las demás criaturas gigantes quedaron congeladas viendo cómo el fuego se expandía con fuerza a nuestro alrededor formando un círculo.

El cuerpo de Elizabeth se levantó unos centímetros del suelo, su cabello y ojos eran fuego puro.

— ¡Stella! —llamé, teníamos que hacer algo o de lo contrario terminaría destruyéndose a sí misma.

— ¡Lo sé! —gritó acercándose a una bestia blanca, parecía ser la más grande de todas las que estaban cerca de ella. La criatura peluda observó con atención a Elizabeth para luego correr hacia ella, las demás la siguieron. Formaron un círculo alrededor de la chica y abriendo sus bocas al mismo tiempo empezaron a absorber el fuego que cubría su cuerpo.

Dos bestias gigantes habían sido alcanzadas por las ráfagas de Elizabeth, sus cuerpos ardiendo hasta los cimientos.

Al cabo de un tiempo, Elizabeth comenzó a cerrar los ojos para después caer inconsciente en el suelo. Su cuerpo ya no estaba cubierto de fuego, pero sus cabellos quedaron del color de las llamas. En su antebrazo derecho descansaba un tatuaje que brillaba cual brasa ardiente.

Las tres bestias restantes miraron las cenizas de sus compañeras y enfurecidas comenzaron a desfigurarse aún más, sus apariencias volviéndose más escalofriantes, ahora sin ningún parecido a los animales reales. Sus formas amorfas casi mortíferas nos miraban con hambre, sus largas lenguas lambiendo sus labios como si nos estuvieran saboreando. Sus afilados dientes agrandándose a tal punto, que algunos sobresalían de sus labios. Asquerosas babas eran derramadas a través de sus labios entreabiertos. Los gruñidos bestiales que salían desde el fondo de sus gargantas, hacían estremecer a mis extremidades.

Mi cuerpo se había anclado a ese pedazo de tierra bajo mis pies, negándose a moverse un milímetro. Mis nervios explotando en mi piel, haciendo que los bellos de mis brazos se erizaran.

La criatura infernal del medio me miraba con sus rojos ojos, su macabra sonrisa causándome náuseas con solo verla. Lanzó un último gruñido antes de correr hacia mí.

Reaccioné en el último segundo, justo para cruzar mis brazos frente a mí formando una barrera traslúcida, que después de ser impactada con fuerza por mi oponente, me lanzó varios metros hacia atrás, y si no fuera por una bestia blanca que se tiró hacia mí para que mi cuerpo no se estrellara en la tierra con mucho impacto, me habría roto todos y cada uno de los huesos del cuerpo.

Aun así el dolor invadió mi ser, mi cuerpo temblando.

Levanté la cabeza para ver a la criatura blanca detrás de mí, su cuerpo había sido arrastrado por la fuerza del ataque y por consiguiente había muerto por múltiples fracturas.

Solté un quejido, estaba tan agotada por la cantidad de poder que había utilizado para realizar la barrera, que al final no me había servido de nada.

“Tu abuelo lo apostó todo por ti” 

“Eres el quinto legado”

Las palabras de Stella se repetían una y otra vez en mi cabeza, causándome jaqueca. Aunque nunca lo había conocido, mi abuela me contaba historias de aquel soldado que había conocido un día de primavera, y que después de un tiempo se había casado con ella. Las palabras que utilizaba para describirlo calaban mi subconsciente, para ella había sido un superhéroe, pero para mí que nunca lo había visto, solo era un desconocido que me hacía sentir completamente inútil, incapaz de cumplir con su última voluntad.

Si no puedes hacerlo por él, hazlo por ella”, me dijo mi subconsciente, haciendo que un remolino de emociones explotara dentro de mí.

¡Hazlo por ella!

Jadeé en busca de oxígeno para mis pulmones reprimidos.

Todos aquellos que un día había querido y terminaron asesinados por el director del instituto, comenzaron a aparecer frente a mis ojos, sus rostros repitiéndose como si de una cinta de película se tratara. Una tras otra, sus semblantes iban apareciendo haciendo que me hiciera añicos por dentro.

Los quería más que a mi vida, y sin embargo terminaron muertas por un monstruo que jamás creyó en los jóvenes que como yo podían controlar un poder que muy pocos tenían y que ambicionaba a muerte.

Me levanté despacio, sin hacer caso al dolor que me invadió. Desde lo más profundo de mí ser, una energía fue creciendo a medida que la criatura gigante se acercaba nuevamente en un ataque contundente y definitivo. Extendí los brazos hacia los costados sintiendo a la tierra vibrar en cada paso del enemigo. Con un grito lanzado desde el fondo de mis entrañas, un poder que ni siquiera yo sabía que poseía, salió despedido cual onda sonora para ser impactado con todo su esplendor hacia mi contrincante, que al recibir la energía fue lanzado en el aire, sus células siendo desintegradas en el proceso.

Caí de rodillas después, mis fuerzas se habían debilitado al destruir a la criatura.

En mi brazo derecho, un escozor comenzó a palpitar, bajé la mirada para ver el tatuaje que había en él, parecía una insignia. Fruncí mi ceño, pero no tenía tiempo para especular, el suelo se acercaba cada vez más hacia mi rostro, recibiéndome después. La oscuridad cubriéndome con su manto a continuación.



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En el texto hay: suspenso, poderes, acción

Editado: 17.07.2022

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