Saga Elemental I: El Legado

Stella

 

En mi vida había visto algunas películas de terror, pero el miedo que sentía al verlas no se asemejaba en lo más mínimo al terror que estaba sintiendo en estos momentos ¿Cómo decirle a mi mente que este no era un sueño? Cuando ni yo creía lo que mis ojos veían.

Las cinco bestias habían sido aniquiladas por mis compañeros y por mí, pero el peligro aún estaba latente en mis pensamientos al ver los enrojecidos ojos de Richard, fríos y endiablados. Su sonrisa maliciosa hacía que sintiera nauseas. Su cuerpo había adquirido un tamaño mayor, sus músculos marcándose y aquella extraña cicatriz destellando en el medio de su pecho.

—No dejaré que se vayan ahora que saben la verdad del instituto —dijo Richard con la voz firme, seguro de sí mismo.

Observé a mis espaldas, viendo el cuerpo de Elizabeth, Sofía y Lucía descansando en el suelo, y varios metros hacia el frente de ellas estaba Jonathan. Se veía cansado, sentado en la tierra, su brazo izquierdo sosteniendo su costado derecho. Miré su brazo izquierdo, a aquella cicatriz parecida a una inscripción en un idioma desconocido. Rápidamente dirigí una mirada a la parte interna de mi brazo derecho llevándome la sorpresa de que también tenía una cicatriz, su forma era tan diferente a lo que había visto alguna vez, tan bella y extravagante.

— ¡Stella! —gritó Eric, sacándome de mi ensoñación.

Estaba a mi lado, su pelaje desordenado como si también hubiese estado peleando.

—No estoy acostumbrada al poder en mi interior —avisé—. Me canso fácilmente, como si mi cuerpo no lo resistiera por mucho tiempo.

—Debe ser porque ha despertado hace poco —replicó—. Sin embargo debes esforzarte, Richard no será un contrincante fácil.

Cuando vi los ojos rojos de Richard y la enorme cicatriz que atravesaba su pecho, supe que no sería fácil de derrotarlo. Y aunque tenía confianza en mí misma, no sabría si mi capacidad de controlar la tierra sería suficiente.

Eché un vistazo a mí alrededor, percatándome del daño que le habíamos hecho a esa parte de la isla. Había dos enormes grietas ocasionadas por el impacto de mi puño cuando toqué la tierra canalizando mi poder en él, haciendo que se abrieran cortes profundos en el suelo. A nuestro alrededor yacían los cuerpos sin vidas de varias SP, sus blancos pelajes manchados de sangre y polvo.

Suspiré frustrada, ver el cuerpo de Richard destilando poder, decidido a enfrentarme y destruirme en el proceso. Mis amigos, los únicos que había tenido se encontraban heridos a causa de los monstruos que el director había invocado. Todos aquellos chicos que habían tenido la mala suerte de concurrir al instituto antes de nosotros, y que terminaron siendo producto de un experimento con la intención de estudiar su sangre, tratando inútilmente de arrebatarles aquella esencia que los hacía ser especial y que estaba íntimamente ligado a lo más profundo de su ser, convirtiéndolos en poseedores de habilidades que los enemigos anhelaban con ansias. Habían tenido un final trágico al ser convertidos en unas horrendas criaturas que obedecían las órdenes del director del instituto.

Aquellas criaturas de pelaje blanco y tamaño considerado, los Esenciales, sabedores del poder oculto dentro de los elegidos para desatar una batalla inmensurable en busca de la salvación definitiva. Los primeros descendientes de un linaje puro, lleno de poder y tormento acumulado por el paso del tiempo. Nuestros antepasados, compañeros de combate en una nueva batalla.

—No nos anclarás en un sitio en el que no queremos estar —repuse, con la voz firme. Mis manos convirtiéndose en puños, la ira aflorando en mi interior. No iba a permitir que me controlaran, que me convirtieran en su títere.

La potente carcajada que soltó Richard casi me causa dolor de oído.

—No tienen elección.

Su áspera voz, ordenándome a actuar en contra de mi voluntad hizo que se encendiera una chispa de odio en mi interior.

Apreté los dientes con rabia, definitivamente no iba a permitir que se saliera con la suya, no después de lastimar a mis amigos. Cerré los ojos y me concentré en ese fuego interior que ardía con ansias de ser liberado, y lo liberé. El suelo bajo mis pies comenzó a temblar levemente, el polvo se arremolinaba a mí alrededor

Por un momento los ojos de Richard destellaron miedo, antes de que se volvieran fríos y llenos de odio. Su cuerpo empezó a crecer un poco a medida que gruñía de rabia. La cicatriz de su pecho destelló como braza abrazando su carne, creciendo más de lo que era, deslizándose hacia su cuello.

Junto a mí, Eric respingó viendo la monstruosidad en la que se estaba convirtiendo su antiguo amigo, aquel que no había dudado un segundo en considerar su amistad antes de que lo transformaran en una bestia de cuatro patas.

Miré fijamente a Richard, en aquellos tres cuernos que le salieron: uno en la nuca, otra en la mitad de la columna, y la última en la parte baja de la cadera. También le crecieron los colmillos, sobresaliendo por afuera de sus labios, tornándose largos y afilados. El antiguo director del instituto, lanzó un rugido cual león embravecido antes de correr en mi dirección.

Tomé una rápida respiración antes de golpear el suelo bajo mis pies con el puño, concentrando mi poder y haciendo que una grieta se abriera frente a mí hasta llegar donde estaba Richard, quién en el último instante, saltó hacia un lado evadiendo la brecha en el suelo.



#20486 en Fantasía
#8416 en Personajes sobrenaturales
#29186 en Otros
#4036 en Aventura

En el texto hay: suspenso, poderes, acción

Editado: 17.07.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.