Saga: La Marca del Eclipse

La Marca del Eclipse Capítulo 2: El Juramento de Sombras

El bosque de Umbra no era un lugar para humanos. Las raíces susurraban nombres olvidados, y el aire estaba cargado de una magia que no perdonaba. Lyra lo sabía. Pero esa noche, caminaba entre los árboles como si fueran parte de ella.

Kael la guiaba en silencio. Su figura era humana, pero su presencia no lo era. Cada paso que daba parecía mover el mundo. La luna, oculta tras nubes negras, parecía temerle.

—¿Dónde estamos? —preguntó Lyra, rompiendo el silencio.

—En el corazón de Umbra —respondió Kael—. Donde la magia nació. Donde tu madre hizo el pacto.

Lyra se detuvo. Su espalda ardía. La marca brillaba con una luz tenue, como si respondiera al lugar.

—¿Qué pacto?

Kael se giró hacia ella. Sus ojos plateados brillaban con una tristeza antigua.

—Tu madre invocó el eclipse. Lo selló en tu sangre. Y me creó a mí… para protegerte.

Lyra retrocedió. —¿Me creó?

Kael asintió. —No nací. Fui moldeado. Magia lunar, esencia de lobo, y un fragmento de su alma. Soy el guardián del eclipse. Tu guardián.

Lyra sintió que el mundo se tambaleaba. Todo lo que creía saber se deshacía.

—¿Y por qué ahora? ¿Por qué me despierto ahora?

Kael se acercó. —Porque el eclipse se acerca. Porque los clanes lo saben. Y porque tú… estás cambiando.

Antes de que pudiera responder, un rugido rasgó el aire. No era humano. No era animal. Era algo peor.

Desde las sombras, criaturas comenzaron a emerger. Altas, delgadas, con cuerpos hechos de humo y ojos como carbones encendidos. Los Sombras. Criaturas invocadas por los Umbrae. Cazadores de magia pura.

Kael se transformó en un instante. Su cuerpo se alargó, su piel se cubrió de pelaje negro, y sus ojos brillaron con luz plateada. Lyra sintió la magia fluir en ella como nunca antes. Sus manos se encendieron con fuego dorado, y su marca brilló como una estrella caída.

La batalla fue brutal.

Kael se movía como un relámpago, desgarrando a los Sombras con garras de plata. Lyra lanzaba ráfagas de fuego, cada una más poderosa que la anterior. Pero los enemigos eran muchos. Y cada vez que caía uno, otro surgía de la oscuridad.

Cuando el último Sombra cayó, Kael se desplomó. Su cuerpo humano reapareció, cubierto de heridas. Lyra corrió hacia él, lo sostuvo entre sus brazos. Su marca ardía con fuerza.

—No puedo perderte —susurró, con la voz quebrada.

Kael sonrió, débil. —Entonces haz el juramento. Une tu alma a la mía. Y que el eclipse nos proteja.

Lyra dudó. Sabía que si lo hacía, no habría vuelta atrás. Sería cazada por la mafia, por los clanes, por todos los que temían el poder que nacería de su unión. Pero también sabía que sin Kael, estaba incompleta.

—Acepto —dijo, y lo besó con furia.

El bosque tembló. El cielo se oscureció. Una luz negra envolvió a ambos. El juramento estaba hecho.

Pero la calma duró poco.

Kael se incorporó, aún débil. Caminó hacia un árbol antiguo, cuyas raíces formaban un círculo perfecto. Tocó la corteza, y esta se abrió como una puerta. Dentro, había un santuario oculto. Y en el centro, una caja de obsidiana.

—Tu madre dejó esto para ti —dijo Kael—. Pero también para mí. Es hora de que sepas la verdad.

Lyra abrió la caja. Dentro, había una daga con símbolos lunares, una flor marchita… y una carta.

> “Kael, si Lyra despierta, protégela. Pero no le digas la verdad. No le digas que el eclipse fue creado para separarnos. No le digas que su padre me vendió a los clanes.”

Lyra sintió que el mundo se rompía. Todo lo que creía, todo lo que amaba, estaba construido sobre traición.

—¿Mi padre… vendió a mi madre?

Kael asintió. —Ella era la última portadora de magia pura. Los clanes la querían. Tu padre la entregó a cambio de poder. Pero ella escapó. Y te dejó a ti… con la marca.

Lyra se alejó, temblando. —¿Y tú? ¿Me has mentido también?

Kael se acercó. —Yo fui el guardián del eclipse. Pero también fui el arma que tu madre creó. Estoy atado a ti, Lyra. No por elección. Por destino.

Ella lo miró con rabia. —Entonces nada de esto es real.

Kael la tomó del rostro. —Lo es. Porque aunque el pacto nos une… yo te amo. Y eso no estaba escrito.

Lyra lo empujó. Su marca ardía. El bosque temblaba. Y entonces, una figura apareció entre las sombras.

Era Lucien Vescari. Su padre.

—Has roto el equilibrio, hija —dijo con voz helada—. Y ahora, el eclipse vendrá por todos.

Lyra se preparó para luchar. Pero Kael la detuvo.

—No. Hay algo más que debes saber. Lucien no es solo tu padre. Es el nuevo líder del clan Umbrae.

Lyra gritó. El eclipse brilló en el cielo. Y el mundo… comenzó a arder.

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