Saga: La Marca del Eclipse

La Marca del Eclipse Capítulo 11: La Luna Hueca

La luna hueca flotaba sobre Umbra como un ojo sin párpado.

No brillaba. No giraba. Solo estaba allí, suspendida, observando. Y cada noche que pasaba, su presencia se hacía más pesada. Los sueños se volvían más densos. Las marcas de los portadores vibraban sin razón. Y el Santuario… comenzaba a fracturarse.

Lyra lo sentía en la piel. Su marca, antes estable, ahora cambiaba de forma. A veces se alargaba. A veces se duplicaba. Y en las noches más silenciosas, desaparecía por completo.

Kael, por su parte, comenzaba a perder el control de su forma humana. Su cuerpo se transformaba sin aviso. Las garras aparecían en medio de conversaciones. Su voz se volvía grave. Y sus ojos… ya no eran solo ámbar. A veces, eran negros.

—La luna hueca está afectando el equilibrio —dijo Lyra, mientras lo ayudaba a contener una transformación parcial—. No es magia. Es algo más profundo.

Kael respiró con dificultad. —Es como si me estuviera deshaciendo. Como si algo me estuviera jalando desde dentro.

Lyra lo abrazó. —No dejaré que te rompas.

*

Los aprendices también comenzaban a sentirlo.

Neris, la Umbrae, ya no podía controlar sus sombras. A veces se movían solas. A veces hablaban.

Solan, el Solari, comenzó a quemar cosas sin querer. Su fuego ya no respondía a su voluntad.

Eira, la Noctis, soñaba con personas que no existían. Y cuando despertaba, sus recuerdos estaban mezclados.

Thalen, el Aetherion, comenzó a flotar sin control. El viento lo llevaba a lugares que no conocía.

Lyra los reunió en el Santuario. —La luna hueca no es solo una señal. Es una puerta. Y está intentando abrirse.

Kael, aún temblando, se acercó. —Y si se abre… no será como el eclipse. Será peor.

*

El Consejo se reunió en Ciudad Blanca. Los líderes estaban tensos. La luna hueca no obedecía ciclos. No respondía a magia. Y los dioses elementales… estaban en silencio.

—¿Qué hacemos? —preguntó el líder Solari.

Lyra se puso de pie. —La luna hueca es un eco. Una memoria. Algo que fue sellado antes del eclipse. Algo que quiere volver.

El líder Noctis frunció el ceño. —¿Y cómo lo detenemos?

Kael respondió. —No lo detenemos. Lo enfrentamos.

*

La primera misión real de los aprendices fue clara: encontrar el origen de la luna hueca. No en el cielo. Sino en la tierra. Según los textos antiguos, había un lugar llamado El Valle del Silencio, donde las lunas se reflejaban en lagos que no contenían agua… sino tiempo.

Lyra los acompañó. Kael también, aunque su forma era inestable. El viaje duró tres días. El bosque se volvió más denso. Las raíces más vivas. Y el aire… más pesado.

Cuando llegaron al Valle, lo supieron de inmediato.

No había sonido.

No había viento.

Solo un lago.

Y en él… la luna hueca.

Reflejada.

Pero moviéndose.

*

Neris se acercó. Sus sombras se extendieron. Tocaron el agua. Y entonces, el lago habló.

No con voz.

Con recuerdos.

Cada uno vio algo distinto.

- Neris vio a su madre, sacrificándose por el clan Umbrae.
- Solan vio a su hermano, ardiendo en una batalla que nunca ocurrió.
- Eira vio a sí misma, sola, en un mundo sin sueños.
- Thalen vio el cielo… sin aire.

Lyra vio a Kael… muerto.

Kael vio a Lyra… convertida en eclipse.

Todos retrocedieron.

—Es una trampa —dijo Kael, con los ojos negros—. El lago quiere rompernos.

Lyra se acercó. —Entonces lo romperemos primero.

*

Usaron sus marcas. Canalizaron la magia de los cuatro clanes. El lago comenzó a temblar. La luna hueca se agitó. Y entonces… apareció.

Una figura.

No era el Devorador.

No era el hermano.

Era una mujer.

Hecha de luna hueca.

—¿Quién eres? —preguntó Lyra.

La figura sonrió. —La primera portadora. La que falló. La que selló el ciclo… y lo condenó.

Kael se adelantó. —¿Qué quieres?

La figura se acercó. —Que el ciclo se complete. Que la luna hueca se llene. Que el mundo… se reinicie.

Lyra sintió que su marca ardía. Pero no con poder. Con miedo.

—¿Y si no lo permitimos?

La figura se deshizo.

Pero su voz quedó.

"Entonces el mundo se romperá. Y ustedes… con él."

*

Regresaron al Santuario. El Consejo los esperaba. Lyra explicó todo. La figura. El lago. La profecía.

—La luna hueca es el principio —dijo—. El eclipse fue el final. Pero el ciclo… aún no ha comenzado.

Kael se sentó, agotado. —Y cuando comience… no habrá vuelta atrás.

Los líderes se miraron.

Y por primera vez… tuvieron miedo.

*

Esa noche, Lyra se quedó sola en el altar. Su marca brillaba. Pero no con luz. Con sombra.

Kael se acercó. —¿Qué viste en el lago?

Lyra lo miró. —A ti. Muerto.

Kael la abrazó. —Entonces no dejaré que eso ocurra.

Ella lo besó. —Ni yo.

Y en el cielo, la luna hueca comenzó a girar.

El ciclo… estaba despertando.

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Mensaje de la autora:

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