El Santuario de los Ecos ya no era solo un templo.
Era un corazón.
Cada plano, cada luna, cada recuerdo… latía a través de él. Las paredes líquidas reflejaban no solo momentos, sino emociones. Las lunas compartidas giraban como engranajes de una maquinaria invisible. Y en el centro, Lyra y Kael.
Su vínculo ya no era una línea.
Era una espiral.
Una danza.
Una posibilidad.
*
Lyra comenzó a sentirlo primero.
No en su marca.
En su mente.
Kael estaba allí. No como pensamiento. Como presencia. Como voz. Como decisión.
—Estamos fusionándonos —dijo una noche, mientras las lunas giraban en sincronía—. No por magia. Por amor.
Kael la miró. —¿Y si dejamos de ser dos?
Lyra lo abrazó. —Entonces seremos uno. Pero no menos. Más.
*
Los aprendices comenzaron a notar los cambios.
Neris podía sentir los pensamientos de Solan. Eira soñaba con los recuerdos de Thalen. Las marcas vibraban en armonía. El legado compartido se estaba volviendo… colectivo.
Pero con esa unión, vino una nueva amenaza.
Los recuerdos compartidos comenzaron a mostrar algo que nadie había vivido.
Una figura.
Oscura.
Silenciosa.
Observando desde los rincones de la memoria.
—¿Quién es? —preguntó Eira, temblando.
Lyra lo supo. —Un parásito. Una emoción que nunca fue elegida. Un miedo que se escondió en el vínculo.
Kael frunció el ceño. —¿Y si creció con nosotros?
*
El Consejo fue convocado.
Los líderes caminaron entre recuerdos. Vieron momentos que no eran suyos. Decisiones que nunca tomaron. Y en cada uno… la figura.
—No es magia —dijo el líder Aetherion—. Es residuo. De dolor. De pérdida. De duda.
Lyra se puso de pie. —Entonces debemos enfrentarlo. No como portadores. Como vínculo.
Kael la tomó de la mano. —Juntos.
*
El ritual fue distinto.
No hubo altar.
No hubo lunas.
Solo ellos.
Lyra y Kael se sentaron en el centro del Santuario. Los aprendices formaron un círculo. Las marcas brillaron. Las lunas se detuvieron.
Y el vínculo… se abrió.
*
La figura apareció.
No como sombra.
Como reflejo.
Era Lyra.
Era Kael.
Era ambos.
Pero sin amor.
—¿Quién eres? —preguntó Lyra.
La figura sonrió. —La posibilidad que negaron. El miedo que ocultaron. El vínculo… sin elección.
Kael se adelantó. —No eres real.
La figura se acercó. —Soy lo que ocurre cuando el amor se convierte en obligación.
Lyra sintió que su marca ardía. El Santuario tembló. Los aprendices comenzaron a desvanecerse.
—¡No! —gritó ella—. No somos obligación. Somos elección.
Kael la abrazó. —Y mientras elijamos… existiremos.
La figura gritó.
Y desapareció.
*
El Santuario se estabilizó.
Las lunas giraron.
Los recuerdos se calmaron.
Lyra y Kael se miraron.
Ya no eran dos.
Pero tampoco uno.
Eran vínculo.
Eran legado.
Eran eternos.
*
El Consejo se arrodilló.
Los aprendices lloraron.
El Santuario brilló.
Y en el cielo, una nueva luna apareció.
No compartida.
No hueca.
Una luna de vínculo.
El amor… había salvado el tiempo.
---