De vuelta a mi apartamento, estacioné mi vehículo topándome con el concierge*.
—Hola, Nina. Lindo día, ¿no crees?
—No hay lluvia, al menos —añadí sin saber qué decir.
Cuando subí las escaleras y abrí la puerta el cansancio me abatió de golpe. Extenuada y aburrida, harta de tener que seguir el mismo ritual cada día: casa, auto, universidad, auto, estudio y… casa. Tiré las llaves sobre la mesa de vidrio, y me lancé sobre el sofá de terciopelo azul. Acostada, los brazos doblados debajo de mi cabeza pensé en Lucio, su sonrisa, su carisma tan especial, su despreocupación por todo. Cómo lo extrañaba, quería verlo ahora, estar con él, hablar con él, reírme, abrazarlo. No lo volvería a ver… hasta nuestra próxima clase después de mañana. ¡Qué extraño! La percepción que tenía de él cuando se fue era como borrosa como si… no, mejor no pensar en ello. Tomé la almohada del sofá y me dejé deslizar en la torpeza del sueño que me quedaba por recuperar.
Al abrir los ojos ya era de noche. Mi estómago gruñó pidiéndome que lo alimentara. De un brinco, estaba en la cocina tomando una caja de esas pastas ya hechas con el queso y todo; media hora después ya estaban listas y yo sentada frente al televisor viendo las noticias. La pasta era buena para ser de paquete instantáneo, tomé un pedazo de pan cuando las imágenes de un accidente de auto en las afueras del pueblo sobre la ruta que contornaba el bosque me llamó la atención: un vehículo blanco había chocado contra un árbol. La parte delantera del auto estaba totalmente destrozada.
— ¡Otro borracho! —exclamé sarcásticamente. Pero cuando el cámara hizo un zoom sobre el vehículo en cuestión, una calcomanía de mi universidad estaba pegada en el parabrisas, y subí el volumen:
»—… el vehículo se encontró esta misma tarde chocado contra ese árbol sin nadie adentro. Según los testigos vieron el vehículo dirigirse a toda velocidad directamente contra el árbol, pero nunca vieron a nadie salir del vehículo. La primera en llegar fue una muchacha que ahora mismo está siendo interrogada por la policía local, según los rumores nadie vio nada ni nadie adentro. La única evidencia que tenemos en este momento son las marcas de frenado a kilómetros de aquí, las cuales hay que ver si son de éste mismo vehículo. Ya se acerca la policía, disculpe, disculpe, soy del canal 13, ¿alguna declaración para los televidentes?
»—Sí, no tenemos mucho por el momento. Como ya se les ha explicado no hubo ningún contacto visual con el conductor, lo que se reporta es que el Nissan se dirigió directo contra el árbol adrede.
»—¿Sabe Usted a quién pertenece?
»—Déjeme leer mis apuntes. Sí, es de Lucio Bosco un joven de 25 años, estudiante en la universidad estatal.
Mi tenedor se cayó en el piso...
Una vez el efecto del impacto controlado, me dirigí hacia el teléfono y llamé a Mariela.
—Diga. —Parecía ser su madre, aunque no estaba del todo segura.
—Buenas noches. —me sentía bastante incómoda, no debía haber llamado, a lo mejor no querían conversar con nadie—. Hola… soy Nina, disculpe si llamo en este momento… pero acabo de ver las noticias, y… me preguntaba si sabían algo más de lo que mencionan.
—Hola Nina, mira no sabemos nada todavía, estamos igual que tú, pero ya la policía está investigando, y no podemos compartir los elementos de la investigación -ya conoces el procedimiento- pero ahora que te tengo, no sabes ¿a dónde Lucio se dirigía en la tarde?
—No me dijo, me comentó acerca de un compromiso, luego se fue con prisa del examen. Dígame… es igual de preocupante a cómo se ve en los noticieros.
—Ay Nina… la verdad que sí, estamos todos aquí realmente angustiados, no hemos tenido ninguna noticia de Lucio desde que se fue del campus. ¿Estás segura que no se te ha escapado nada? O no sé alguna información que te haya confiado… algún detalle, por más insignificante que sea puede ser muy importante.
—No Mariela, lo siento. Últimamente Lucio ha estado muy ocupado, y hoy al decirme que tenía un compromiso parecía estar un poco incómodo, pero podría ser imaginación mía… la verdad es que me siento un poco confusa…
—No te preocupes Nina, lo encontraremos. Me tengo que ir. —Su voz se quebró por la emoción causando que mis ojos se llenaran de lágrimas, de tristeza y de angustia; el estado emocional de Mariela no presagiaba nada bueno―. Cualquier información que tengas llámame de inmediato, sí.
—Sí, lo prometo. Siento mucho, no poder ser de gran ayuda… cualquier cosa que necesite no dude en llamarme también.
Al colgar me quedé petrificada en medio del salón, sin idea de lo que tenía qué pensar o sentir, sin mencionar el qué hacer. Aquel sentimiento de esta mañana cobraba una forma real y desgarradora, expandiéndose como un veneno a través de mi cuerpo. Lucio, ¿qué iba hacer ahora sin ti? Mi mejor amigo, mi confidente del alma, ni siquiera tuve la oportunidad de despedirme de ti.
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Editado: 13.10.2019