Saga Unidos Por La Sangre #1

CAPITULO 6

En mi sueño, sentía una presencia, era como si una persona me observaba, muy de cerca, tan de cerca que me podía tocar. Sin embargo, en mi sueño, no estaba asustada, le tenía una especie de confianza inexplicable.
Cuando el sol calentó mi rostro e iluminó mis ojos supe que era tiempo de prepararme, pero me sentía tan bien en mi cama que quise prolongar este momento indefinidamente. A ciegas, caminé hacia el baño, me desvestí y solo abrí los ojos cuando el agua caliente caía sobre mi cuerpo.

Media hora después, ya estaba duchada, vestida, peinada y maquillada con una taza de café en la sala, de pie, pensando tranquilamente en mi día. La cortina de la sala se movió al ritmo del viento en una ola generosa; ahora que lo recordaba sentí algo de frío la noche pasada, pero estaba segura haberla cerrado ayer antes de irme con Julia al bar. Perpleja, con un gesto seco y decidido la cerré.
—Cerrada, estás cerrada. Te cerré —dije, apuntándole mi dedo acusándola—. Quédate cerrada.

Al llegar a la universidad, estaba bastante satisfecha con el simple pensamiento de ver a Julia y Gabriel -un amigo y medio novio de Julia- los dos estaban en mi clase de Investigación. En el salón, nos saludamos y nos sentamos todos en la misma fila.
Con impaciencia, esperé a ver Víctor entrar y observar su sorpresa a no verme sentada junto a él. Desde ayer, decidí que no iba a ser la niñera de nadie, por más familia antigua, respetada, adinerada… después de todo ya estábamos en la universidad. A pesar de ello no pude impedirme mirarlo de vez en cuando de reojo, sí era apuesto, sin duda. Pero, algo no cuadraba en él.

El profesor Smith entró con una sonrisa de oreja a oreja. Ese profesor era la burla del campus por parecerse a un ratón; antes me daba piedad e intentaba encontrarle algún rasgo encantador: tres semanas después me rendí ante la evidencia, realmente se parecía a un ratón, con sus dientes tan largos, sus orejas en punta, su cara redonda y su imponente nariz.
—Buenos días, jóvenes les tengo una buena noticia para el resto del cuatrimestre, decidí emplear una nueva técnica, por supuesto con el debido permiso de la directora de la carrera. El objetivo es desarrollar su sentido periodístico.
Todos nos miramos sorprendidos, era cierto que esa clase era de un aburrimiento mortal. El profesor espero el silencio, antes de volver a explicar: —A como están sentados, les voy a pedir que escojan un tema sobre el cual van a investigar a lo largo de este cuatrimestre. Nos reuniremos cada semana para que cada grupo comparta conmigo sus dudas y sus avances. El tema será de su escogencia, nada de imperativos pero tienen que emplear las técnicas ya aprendidas a lo largo de su carrera, de manera puntual y profesional. El grupo que elabore el mejor reportaje tendrá el privilegio de aparecer en la primera plana del periódico local. Por lo tanto, chicos, entenderán que el tema debe ser bastante mordaz para llegar a la primera plana. No les voy a mentir que si no hay ningún reportaje que según mi criterio merezca estar en el periódico, nadie tendrá ese favor de mi parte. Los medios y yo les damos la oportunidad, les toca a ustedes saber aprovechar esta ocasión para sobresalir, y brillar. Entonces jóvenes, para el día de hoy, quiero que piensen en un tema, vayan a la biblioteca, busquen en Internet y todos los medios posibles que se les ocurran. —Mirando sur reloj el profesor empezó a calcular el tiempo—. Nos vemos en tres horas debería darles el tiempo suficiente para decidir —de pronto se pegó la frente—, claro, se me olvidaba, ni les pregunté su opinión.
Se oyó un murmullo general de satisfacción.
—¿Les parece entonces?
—¡Sí! —dijimos en unanimidad.
—Perfecto, y que los mejores ganen.

Nosotros, Gabriel, Julia y yo, nos dirigimos a la mesa redonda de afuera, estaba lo suficiente aislada para conversar tranquilamente.
—Yo, ya tengo una idea. ¿No sé si a ustedes les parece? —dijo Gabriel con una chispa en los ojos.
—Adelante, ¿qué propones? —pregunté viendo a Julia al mismo tiempo.
—Bueno, el asunto, es que estaba surfeando ayer en la noche a tiempo perdido, que irónico verdad, pues estaba muy aburrido y no quería ver televisión…
—Al punto, Gab — le ordenó Julia.
—Claro, sí. Bueno vi que en nuestro pueblo hay un montón de desapariciones que nunca han sido resueltas —dijo Gab bajando el tono de voz para no ser escuchado. Se quedó mirándonos, con muchas expectativas, como un niño esperando una golosina.
—¿Qué te parece, Nina? —me preguntó Julia.
Estaba encantada con la idea y al mismo tiempo me daba miedo. Si comenzaba a investigar las desapariciones correría el riesgo de romper el poco equilibrio encontrado hace unos pocos días. Y Julia lo sabía, no era tanto si me parecía, su pregunta si pensaba poder aguantar la presión e investigar ese tema durante los próximos 5 meses. Por otro lado, desde un punto de vista profesional, era un tema estupendo que podría salir en la primera plana.
—¿Cuántas desapariciones, desde que inició el cuatrimestre? —terminé por preguntar.
—En un promedio general, una al mes —contestó Gab.
—¡Una al mes! Es bastante. ¿Cómo podrían pasar desapercibidas? —inquirí.
—Bueno, me imagino que es lo que vamos a tener que descubrir. Habría que empezar con encontrar si hay puntos en común entre todos, edad, trabajo, estudios, género etc.…
—Sí, podríamos empezar por ahí. Es un buen inicio —afirmó Julia pensativa.
—¡Entonces es un trato! Genial chicas, manos a la obra.
—Hay que tener cuidado, una desaparición no es una potencial víctima, personas desaparecen todos los días y por lo general se fugaron —subrayó Julia.
—Sí pero admiten que 12 personas al año son muchas y me cuesta mucho creer que todas sean “voluntarias”, añadiendo las que no se reportan porque no tienen a nadie que se preocupe por ellos.
—He oído —susurré la voz quebrada—, que cuando se trata de niños no tienen más de 48 horas, después se considera que las posibilidades de encontrarlos vivos son infinitamente remotas. Las lágrimas se me salieron, no entendía cómo podían hacer daño a criaturas tan inocentes.
—Bueno parece que ya tenemos nuestro tema, así que mejor no perdemos tiempo y vayamos a conversar con el profesor—replicó Gabriel.




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