Saga Unidos Por La Sangre #1

EL BOSQUE

Un silencio mortal envolvía las profundidades del bosque, y en su centro, el cadáver de Nina. Ni un insecto, ni un animal o criatura se atrevían a moverse; escondidos, angustiados por el ambiente siniestro y lúgubre que los rodeaban.

El bosque entero estaba de luto.

Apenas visible, una ligera brisa atravesó el bosque trayendo a su paso todas las hojas desprendidas y marchitas de las ramas, balanceándose, siguiendo un misterioso e indefinido camino. De pronto las hojas empezaron a girar creando un inmenso, espeso y gigantesco torbellino en el aire arrastrando todo a su paso siguiendo el ritmo oculto de la naturaleza hasta llegar a ocultar delicadamente el cuerpo de la joven.

Entretanto, en el cielo, un manto negro y amenazador cargó las nubes de electricidad opacando el amanecer transformando la brisa en una ráfaga tan fuerte que los propios árboles se inclinaron: una tormenta peligrosa y sin precedente se aproximaba.
El silencio inquietante, casi sordo envolvía el bosque entero: el momento había llegado.

El primer relámpago fisuró el manto negro, atravesando el pecho de Nina, golpeando el cofre de madera de su collar: con lentitud la fina cadena de plata se convirtió en raíces verdes y espesas, moviéndose despacio, abrazando, envolviendo, implantándose en el interior de su cuerpo. El siguiente relámpago, más potente que el anterior, impactó una vez más su cadáver, atrayéndolo, levantándolo del suelo por su pecho, dejando el resto del cuerpo de Nina colgando. El poder del relámpago dobló de intensidad suministrando más energía a las ramificaciones y a las raíces incrustadas en el corazón petrificado de Nina.

Y mientras el cuerpo de Nina bajaba suavemente hacia el suelo, allí en el mismo lugar, en la misma posición en la cual había muerto horas antes, el corazón del cofre comenzó a latir suministrando sangre por sus ramas en el organismo inmóvil y frío de Nina.

Una vez terminado, el cofre se cerró lívido y las ramas se encogieron entrelazándose.

En el cielo el manto negro se disolvió en una llovizna, el viento se disipó y los primeros rayos del amanecer se infiltraron en el bosque.

Y como si nada hubiese pasado la vida volvió a inundar el bosque. Los pájaros cantaban festejando los primeros rayos del sol, los insectos y los animales comenzaron sus rutinas en paz y tranquilidad.

Y en medio de toda esa euforia, felicidad y armonía, un corazón latía, febrilmente.

La Guardiana de la Fuente de la Redención había despertado, los Dioses la habían salvado.




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