Saga Unidos Por La Sangre #1

ADAM

Adam miraba a Nina plácidamente dormida, totalmente relajada perdida en el mundo de los sueños. Su rostro, parecido al de un ángel era bello de contemplar, nada desproporcionado, todo encajaba perfectamente: sus ojos cerrados tenían la forma de almendras, su boca parecía haber sido dibujada con un lápiz y coloreados naturalmente con pétalos de rosa intenso que resaltaban por la palidez de su piel. Su cabello rojizo oleaba libremente sobre la almohada.

Fue en ese momento que Adam entendió con un pellizco de dolor en el centro de su pecho que su vida ya no sería la misma, su felicidad no dependería más de él únicamente; la bella durmiente sería su único propósito. La revelación de un sentimiento tan intenso impactó a Adam vertiginosamente. ¿Cómo un ser tan frágil e indefenso pudiese provocar en él semejante perdición?

Su atracción hacia Nina no era únicamente física, irónicamente entendió que nunca lo había sido. Las emociones que Nina emanaba en su vida eran desconocidas para él. Al ser médico siempre se había preocupado por los demás, pero con Nina todo era distinto. Ella le importaba y mucho, mucho más de lo razonable. Honestamente sus padres jamás apoyarían una relación con un mortal fuera del círculo de la Orden, y extrañamente no podría importarle menos. Ese detalle se volvía tan insignificante frente a la necesidad de tenerla cerca, en su vida, siempre. Perdido, Adam no concebía su vida sin Nina. Nina era su vida.

Sin embargo, con mucha tristeza Adam realizó que objetivamente Nina seguía siendo una mortal; mismo si William había terminado el proceso, ella no se había convertido en vampira y a lo más seguro es que nunca podría ser una.

Además frente a la intensidad de sus sentimientos era improbable que Nina sintiera lo mismo, y si fuese el caso, ¿acaso podría tolerar la presencia de ese pequeño ser a la par de él a sabiendas que ningún futuro los esperaba? Solamente los lazos de la inmortalidad podrían unirlos. Pero Adam por más esperanza que tuviera no podía esperar de Nina el mismo nivel de entrega por ser tan joven, y tan mortal.

Desconsoladamente Adam acobijó a Nina con el temor apresando su pecho, ¿y si Nina lo odiara por lo que su familia fue, por lo que él es, y por haberle ocultado la verdad?

Antes de irse miró una vez más a ese ángel albergando una tenue esperanza que quizá con un poco de suerte Nina lo aceptaría.

 

Despacio y pensativo Adam caminó en el corredor, y lleno de nostalgia y amargura se encaminó en el salón donde el fuego crepitaba dentro de la chimenea. Al llegar William estaba contemplando las llamas con un vaso de cristal cuyo licor de color ámbar oscuro se movía en círculos; William le daba vueltas a su vaso, parecía serio y grave. En silencio, Adam se acercó:

—¿Robert y Ethan? —terminó por preguntar Adam.

—Perdidos en su laboratorio ensayando el salto que van a dar mañana. Tienen un nuevo prototipo de paracaídas y quieren probarlo.

Adam alzó las cejas sorprendido. Únicamente a estos dos lograban divertirse en tiempos como esos:

—¿Por qué no vas con ellos, Will?

—No tengo mucho entusiasmo esta noche.

—¿Por qué? —preguntó Adam preocupado.

—Estoy teniendo sueños y extraños presentimientos, y no son míos, son de Nina.

—En efecto es poco común… tener ese tipo de conexión con una recién no-convertida.

—Justamente no… no sé cómo explicártelo.

—Lo sé William, puedo entender. Siento que cada vez más la estoy perdiendo —se lamentó Adam sentado frente a su amigo.

William suspiro y se acercó apretando el hombro izquierdo de Adam  en un intento de consuelo.

—Sabes Adam que no podemos vivir con los humanos. Nina es una humana y tarde o temprano estarás en esa misma situación, ella morirá algún día. Déjala ir Adam, llévala a un centro médico.

—¿Quieres que la abandone? —inquirió Adam amargado.

—Abandonarla no. Dejar que siga con su vida en caso de que sobreviva.

Adam se levantó y en silencio se dirigió hasta la mesa de mármol donde unos aperitivos estaban preparados, listos para ser comidos, Adam tomo uno más por hábito que por hambre.

—Sabes Will —terminó por decir Adam finalmente—, sé que Nina no estará conmigo siempre y puede inclusive que no sobreviva, o que sí, y luego me deje. Pero aun así prefiero estar con ella y aprovechar el tiempo que me queda que rendirme por miedo de amarla, y tú, deberías de hacer lo mismo —puntualizó antes de darle un buen mordisco al tomate con mozzarella y aceituna verde.

—Y realmente crees que tu familia aprobará tu unión con ella. Quiero decir, sabes que solamente las personas presentadas por nuestras familias son elegidas para contraer matrimonio.

Adam paró de masticar en seco mirando a su amigo como si le hubiese dicho que el planeta Tierra era el centro del universo. Después de un momento, Adam se rió con ganas antes de decir:




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