Saga Unidos Por La Sangre #1

NINA Y ADAM (4)

Adam se devolvió para ver a Nina, admirando el conjunto que había escogido para ella, se veía precioso. Su piel de una tonalidad similar al durazno pálido combinada perfectamente con el amarrillo del vestido, mientras que sus rizos rojos ondulaban libremente sobre su espalda desnuda dando el toque sensual que le faltaba al vestido.

Caminó muy tranquilamente hasta ella y una vez a la par suya la devoró con los ojos, y tentándose un poco con su mano rozo su espalada desnuda acariciándola levemente con el pulgar, inmediatamente sintió Nina estremecerse y sonrió de satisfacción dirigiéndola hasta la mesa. Iba a tomarla de la mano cuando notó la caja dentro en sus manos.

—¿No te gustó? —preguntó mirando la caja a sabiendas que eso era imposible.

—Sí, me encanta. Es que es… demasiado.

—¿Demasiado?

—Sí, no me atrevo a tocarlos. Es tan bello, no quiero quitarlos de la caja —dijo Nina riendo nerviosamente.

Sin decir una palabra, Adam se colocó frente de Nina mirándola directamente a los ojos poniendo su mano en su cuello y con su dedo dibujó una línea imaginaria pero decidida hasta la oreja derecha.

—Falta algo —susurró Adam tomando la caja de sus manos, dejándola sobre la meza la abrió y quito los aretes en forma de un copo de nieve—. Abre los ojos —le pidió murmurando seductoramente y sin dejar de mirarla a los ojos quitó delicadamente su cabello rozando su cuello adrede; inclinándose coloco el arete depositando un liviano beso justo debajo de su oreja, sentía su vena palpitar fuertemente, sabía que Nina anticipaba su próximo gesto, pero Adam no le dio esa satisfacción, caminó hasta la caja nuevamente y giro a Nina para que estuviese de espaladas. Rozando su nuca coloco su cabello del otro lado para dejar su cuello totalmente a descubierto, despacio, respiro su piel rozándola con su nariz. El collar entre sus dedos, abrochó cuidadosamente la delgada cadena de oro con el pendiente de una llave; luego se aproximó a su otra oreja y le puso el arete. Finalmente dio la vuelta alrededor de Nina para mirarla de frente.

—Como sospeché no me los imaginaba en otro lugar más que en tu piel, —luego tomó la caja y la puso en las manos de Nina—, ves, vacía. Es solamente una caja vacía, tú eres la joya, mi joya —dijo Adam con una voz grave y profunda mirando a Nina enrojecerse.

—Sentémonos  —invitó Adam —, ¿más vino?

—Por favor  —pidió Nina al tender su copa admirando a Adam. Sus movimientos parecían ser tan calculados, perfectos, nada en él era demasiado, todo encajaba perfectamente. Él era perfecto.

—Está muy guapo, está noche… Quiero decir, siempre, pero más esta noche  —admitió Nina casi susurrando.

—Gracias, el encanto de la noche sigues siendo tú. ¿Por qué estas susurrando?

Sin contestar Nina tomó un sorbo de vino, Adam la intimidaba profundamente. Casi incapaz de no mirarlo de no admirarlo, prefirió concentrarse en el contenido de su vaso para no ser muy obvia.

—Nunca te he visto… tan sensual y encantadora. Por favor no te intimides conmigo. ¿Brindemos?

—Por nosotros  —deseó Nina levantando su copa hacia él.

Adam le tomó la mano y acercándola chocó su copa con la de ella.

—Vengo enseguida  —dijo dejándola para dirigirse al equipo de sonido escogiendo al cantante Michael Bublé para esa noche romántica y especial.

La música comenzó a sonar por toda la sala. Desde la primera vez que se habían encontrado casualmente en ese bar Adam había querido bailar con Nina de esa manera. Se acordaba que la sintonía y la conexión entre sus cuerpos habían sido instantáneas, pero ahora quería estar seguro e intentarlo con baile de verdad.

Despacio volvió hasta Nina y sin pedirle permiso le quitó la copa de vino ya casi vacía de sus manos llevándola a la pista.

—No tomes tanto, tenemos una larga noche por delante. —Adam tomó a Nina por su cintura sosteniéndole su mano cerca de su hombro moviéndose al ritmo romántico de la música, despacio, pegados, mirándose mutuamente. Adam rompió el toque girando a Nina lentamente guiándola nuevamente entre sus brazos, delicadamente colocó su mano sobre su hombro acariciando con su mano libre el brazo de Nina hasta su cuello. Sonriendo nuevamente notó su piel erizarse inmediatamente y la apretó aún más cerca de su pecho.

—Estás tan sensible.

—Solamente contigo.

—Eso espero. ¿Tienes hambre?

—Definitivamente sí.

La cena pasó maravillosamente, los dos conversaron de tema neutros como a Nina le gustaba; y Adam a sabiendas de lo delicado que sería romper esa confianza recién nacida entre los dos no hizo preguntas personales. Adam le dio de comer a Nina y ella lo copió enseguida, finalmente terminaron sentados en el piso justo al frente de la chimenea con los platos sobre la mesa baja sirviéndose más vino cada vez que terminaban sus copas.

—Me quieres emborrachar, ¿Adam?




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