Saga Unidos Por La Sangre #1

LOS TEMPLARIOS

Adam estaba despierto admirando a Nina dormir totalmente desnuda. Tenía, quería tocarla nuevamente pero observarla dormir era un espectáculo tan encantador que no necesitó más en ese momento. Sin despertarla se levantó y se dirigió hasta su maleta, no pensaba dárselo, no había estado seguro pero igualmente los trajo. Tomando la caja la abrió admirando los anillos de compromiso, como no se había podido decidir había comprado los dos para dejar a Nina escoger. Puede que si hiciera un solo ruido sería suficiente para despertarla y proponerle matrimonio. 

En ese instante escuchó su celular vibrar rápidamente dejó la caja sobre la cama y se dirigió en la cocina abajo.

Pensativo William oía a Adam atender la llamada mientras escuchaba a los gemelos apostar sobre la fecha de matrimonio de la nueva pareja.

—Estamos convocados —dijo Adam colgando el celular—. Richard nos quiere en su oficina ahora.

— ¿Richard? ¿Él Richard? El más viejo Maestro, La autoridad suprema después de los Coníatus—preguntó Robert sin creer lo que estaba escuchando.

— ¡¿Qué has hecho?! —Reprochó Ethan de inmediato—, quiero decir un inmortal como él no llama a cualquiera, ¿en qué metiste la pata? —siguió acusando Ethan.

—No, nada que yo sepa. Quiere que traiga a dos testigos de confianza…

— ¡Cuenta con nosotros! —exclamó Ethan con el entusiasmo de siempre y un poco más.

— ¿Te dijo, ahora? —pregunto William gravemente.

—Ahora —volvió a confirmar Adam enojado, no quería alejarse de Nina.

—Amigo o estás en graves problemas o eres parte ya del caviar de la sociedad —concluyo William.

—Apuesto mi mensualidad por una metida de patas —susurró Robert a Ethan.

—Vale apuesto a que lo promuevan —apostó Ethan susurrando de vuelta con una risa apenas disimulada.

—¡Los oí! —exclamó Adam falsamente indignado.

—¡Vámonos jóvenes! —recordó William.

—¡Qué le pasa a Will últimamente parece ser un Adam más viejo —se burló Ethan mirándolos subir al auto—, vayan, los veré cuando vuelvan.

William se quedó callado y crispado, Ethan tenía razón desde aquel viaje a Hungría para descubrir el significado del olor de Nina, nunca volvió a ser el mismo; o puede ser que fue cuando dio su sangre a Nina. Al final las razones de ser un amargado eran muchas, y muy escasas las soluciones para su gusto.

—Ethan tiene razón Will —puntualizó Adam—, la seriedad de la situación necesita una mente fría y alerta. Will tienes que sacudirte con tu actitud no podemos ser eficaces, te necesitamos de vuelta amigo.

Y una vez más William pensó que Adam tenía razón. La voz de la sabiduría, como siempre ningún reproche o respuesta solamente cabía aceptarlo.

—Está bien Adam —dijo William suspirando acelerando al mismo tiempo. Pase lo que pase el éxito siempre estará en el clan, en su amistad, y en su hermandad.

Por su lado, Adam se quedó pensativo, un torbellino de acontecimientos marcaban los últimos meses ineluctablemente. Y en ese preciso momento sabía con una certeza tan clara y segura que esta reunión iba a ser para él y sus amigos un cambio drástico en la vida que llevaban. Ser parte del círculo más cerrado de los Templarios era realmente un honor sino una meta imposible. Sin embargo, aquí estaban, convocados por el jerarca supremo. La felicidad y excitación de ese momento tan preciado desaparecieron súbitamente al pensar a Nina; no se quería alejar. ¿Y si rechazaba la reunión dejando que ellos tres fuesen a su lugar? Quería cuidarla, amarla y tenerla en su vida ahora para siempre, sin separarse nunca de ella. La necesitaba tanto que un nudo profundo se formó en su garganta, era como si de repente nada de lo que él hacía o decía tuviese importancia, todo, absolutamente todo giraba alrededor de ella.

—Nos vamos en diez minutos, Ethan te quedarás con Nina por si acaso. Y nada de travesuras a lo mejor estaremos de vuelta hoy mismo.

Rápidamente subió las escaleras hasta la habitación de Nina, ella no se había movido, cerró los ojos para controlar su deseo de volver a desvestirse y tomarla en sus brazos sin moverse de la cama, jamás. Frunciendo el ceño Nina se iba a sentir horrible al despertar si él no estaba a la par suya: insegura, dudosa, inquieta. Eso estaba mal.

Al mirar la caja entendió lo que tenía que hacer. Mismo si hubiera preferido ver su expresión al dárselos sabía que era lo único que podría hacer para calmar sus dudas definitivamente.  Caminando hasta el escritorio tomo una hoja de papel doblándola en dos y con su pluma de médico escribió:

Espero tu respuesta al llegar. Tuyo. Adam

Con la hoja de papel y las cajas en mano las colocó sobre su almohada depositando un delicado beso en los tiernos labios rosados de Nina.

Estaba por cruzar la puerta cuando el mismo sentimiento que en la estación del tren lo tomó desprevenido mientras su yo interno le susurraba de quedarse con Nina. Frustrado miró a Nina nuevamente convenciéndose de que ella estaba a salvo, Ethan se quedaría con ella, nada malo podría ocurrirle. Ethan era el mejor de nosotros, él más acertado. Con esa idea en mente bajo las escaleras y se despidió de Ethan.




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