Abiel
Debo admitir que estoy un poco nervioso y asustado, estamos caminando en este momento hacia la oficina del rector y dueño del colegio.
Fenix y yo entramos a aquella oficina, el rector se sienta en una silla que está detrás de su escritorio y que está frente a una gran ventana donde se ven en tiempo real el universo, veo como los planetas se mueven en su propio eje, unos más rápido y otros más lento que otros.
- ¿Puedo saber por qué están peleando ahora?
- ¿No se supone que usted sabe lo que ocurre en todo lado?- Contra pregunta Fénix con un tono algo arrogante, a lo que yo le doy un codazo y lo miró con desaprobación pero el tiene una mirada y una sonrisa de superioridad.
- Yo cuento el porque.-Digo interrumpiendo aquella incómoda situación.- Lo que pasó fue que llegue al salon y él empezó a pegarme.- Me quejo en un tono un poco mimado, a la vez que lo señaló.
- ¡Que gran mentira!- Grita Fenix.
- ¿Es mentira que te lanzaste a pegarle?- Interrumpe el rector.
- No me lance a pegarle, solo le fui a dar una pequeña lección. Pero el no es una santa paloma, tambien me provocó.
- No pues, perdón por existir.- Digo en un tono fingiendo estar herido, y Fénix rueda los ojos y maldijo por lo bajo.
Fénix se vuelve a sentar en su silla y se cruza de brazos, el rector y dueño del mundo y el colegio, coje el telefono, marca en total diez números para luego pegar el teléfono a su oreja.
- ¿Que estas haciendo?- Pregunta Fénix con el ceño fruncido.
- Estoy llamando a tu padre.- Le responde él, haciendo que Fénix se quede estampillado mirando con los ojos bien abiertos al rector, mientras yo me limito a morderme el labio de abajo para evitar reirme a carcajadas.
- ¿Que? No... ¿Para qué?
- Porque ya no soporto sus peleas estúpidas, son algo así porque se mirando por dos segundo o porque uno pestañeo más rápido que el otro, llamo a tu padre para decidir un buen castigo para ustedes, ya me canse de ser tan dócil con ustedes.
Automáticamente mis ganas de reirme ser van, nunca me gustaron los castigos y mucho menos si el padre de Fénix y el mio se unen, son un peligro, de por si que solo ellos castigando dan miedo, ahora imaginense los juntos. ¡Vamos a morir!
- Hola- Saluda mi padre a la persona que está llamando.- No te llamo para cosas sin sentido como esas, solo te pido que vengas al colegio, Fénix acaba de pelearse con Abiel.- Hace una pausa momentánea mientras escucha la respuesta por parte del padre de Fénix.- Aja, aquí te espero.- Cuelga el teléfono.
Miro a Fénix el cual está revolviendo su cabello de forma desesperada, estoy seguro que piensa lo mismo que yo.
- Padre, no hacía falta que llamaras al papa de Fénix.- Digo tratando de tener un tono relajado, pero en verdad por dentro estoy mirando todas las maneras para poder salir.
- Claro que hacía falta, en cinco minutos el padre de Fénix estará aquí.- Lo dice en un tono bravo y un poco decepcionado.
Cinco minutos exactos pasaron cuando aquella puerta detrás mío se abrió, mire a Fénix el cual trataba de aguantar su nerviosismo y mantener una expresión neutra en su cara.
- Llegue, que paso.- Dijo el diablo.
- Me empezó a pegar.- me queje.
- Me provocó.- Se quejo Fénix de vuelta.
- Ustedes no maduran.- Dijo aburrido el padre de Fénix.
- Lucifer, tengo cosas que hacer, que propones que hagamos con ellos.
- Mandarlos para la tierra.
Fénix y yo abrimos la boca y los ojos como platos, ¡qué rayos! No, no, no, yo no puedo ir a la tierra justo cuando me van a dar mis alas.
- No, papá, no me puedes hacer esto, soy tu favorito.- Fénix se dirige a su padre.
- Lo siento, pero tienes que aprender a madurar y no pelear con el inútil de Abiel, por que si.
¿Me dijo inútil?
- Si, si te dijo inútil.- Respondió el rector que a la vez es mi padre.
¿Leyó mis pensamientos?
- Si, si lei tus pensamientos, como ahora.
Me quedo boquiabierto.
- ¿Tu también estás de acuerdo?- Le pregunto a mi padre.
- Es la primera vez que estoy de acuerdo en algo con Lucifer.
- Bien... Y a qué país vamos a ir.- Dijo Fénix.
- Colombia.- Dijo mi padre.
Me quedo con la boca abierta haciendo una enorme "O".
- El país de las drogas, oh... Me gusta.- Manifestó emocionado Fénix.
- Colombia no es el país de las drogas, todos los paises del mundo venden drogas.- Reprendió el rector.
¿Esto es un sueño? Quiero decir, todas las mañanas me la paso mirando Colombia y ahora me toca ir allá. No me gusta la idea pero tampoco la aborrezco.
- Bueno, no sé Abiel, pero yo estoy emocionado con la idea,- dijo dando saltitos en su puesto con aplausos,- así que voy a alistar mis maletas.
- Un momento, tu no te llevas nada de aquí.- El rector detuvo a Fénix.
Mire a Fénix el cual tenía cara de confundido, luego mire al padre de Fénix el cual tenía un botón amarillo en las mano y sonrió, oh oh, ya sé lo nos espera.
Como era de esperarse, el papa de Fenix presiono el botón haciendo que todo el piso se abriera, Fenix y yo nos caímos, mientras que mis padre y el de Fénix sacaron su alas para volar, al igual que las cosas de la oficina del rector. Increible todos tienen alas menos yo.
Fenix y yo volamos y pasamos por el universo, caimos en linea recta hacia el planeta tierra y por una nanosegundo pude tocar las nubes. Ahora me encuentro estampillado en el suelo, con una peli negra gritando como desesperada.
- Uf, que divertido volvamos hacerlo.- Se paro Fénix.