Salto De Fe (#2)

Capitulo 20

Capitulo Veinte: " Pánico ... "

SEBASTIÁN HILXMAN

La habitación estaba lista. Todo estaba en su lugar, perfectamente organizado para su llegada.

Las paredes tenían dibujos de árboles en una, en la siguiente era una estación colorida y llena de flores, en la siguiente pared, era una especie de simulación de el fondo del mar, peces, hondas de agua desde la profundidad, corales y demás. En el techo, se dibujaba un enorme firmamento de estrellas que brillaban con las luces apagadas. Todo era hermoso, perfecto.

Las dos cunas, colocadas una al lado de la otra, estaban adornadas con mantas de distintos colores y estampados, listas para envolver a los pequeños en suavidad. Encima de ellas, móviles colgaban con figuras de estrellas y lunas, moviéndose con la brisa que entraba por la ventana del balcón que tenía una especie de reja que dividía la salida a este. Medidas de seguridad tomadas desde ya para un futuro.

Las almohadas en forma de estrella le daban un toque mágico al lugar, mientras que los estantes estaban repletos de tiernos peluches de animales, esperando a convertirse en los primeros compañeros de juego de los bebés. En un rincón especial, una pequeña zona de juegos con alfombras mullidas y juguetes esperaba el momento en que los pequeños empezaran a gatear y explorar el mundo.

Cerca de las cunas, un sofá cómodo ofrecía el espacio perfecto para las noches de desvelo y los momentos de calma. Todo en la habitación irradiaba amor y dedicación, reflejando la emoción de recibir a los nuevos miembros de la familia.

Todo era cálido, acogedor... perfecto.

Pero yo no podía sentirlo así.

Observé a Lyra desde el umbral, en silencio, mientras ella recorría la habitación con calma, sus dedos acariciando su vientre abultado que parecía a punto de reventar en cualquier momento con esa sonrisa serena que parecía iluminarlo todo.

Se veía tan hermosa, tan llena de amor. Y, sin embargo, el miedo se aferraba a mi pecho con una fuerza insoportable como en los últimos meses.

¿Qué pasaría cuando nacieran?, ¿Cuando las vidas que crecía dentro de ella finalmente saliera al mundo?

Temía que se los llevaran todo. Su luz, su chispa, esa esencia que la hacía ser Lyra. Y si eso pasaba... si al final la mujer que amaba se desvanecía, ¿qué quedaría para mí?

Aparté la mirada. No podía decirlo en voz alta. No podía permitir que ella lo notara. Así que simplemente me quedé ahí, atrapado en mi propio silencio, viendo cómo Lyra imaginaba un futuro que, para mí, se sentía cada vez más incierto, que cada día que pasaba me atormentaba más.

Año nuevo había pasado, estábamos ya en enero, desde julio me estaba volviendo loco. Desde que la ginecóloga nos dijo del embarazo múltiple. Aunque intentaba con todas mis fuerzas no lastimarla con cada rechazo a ellos, era imposible.

Estoy tan emocionada- la voz de Lyra me saco de mis pensamientos, le dedique toda mi atención mientras abrazaba un pequeño oso de peluche gris.- pronto sabremos que son- prácticamente dijo entre un tono que era similar a un ronroneo.

No quisieron saber el sexo del bebé para que fuese una sorpresa al momento de su nacimiento. Pero, para mí era irrelevante. No me interesaba saber qué eran, solo me importaba el no perderla.

¿Cuando se estima?- pregunté, con la voz más fría de lo que esperaba. Ella me miró, su mirada estaba triste ante mi tono pero aún así me sonrió tiernamente acercándose a mí.

En dos semanas- ronroneo otra vez, mi pecho se estremeció. Asentí a ella suspirando ligeramente, tomó mi mano con delicadeza haciendo que la mirara. Sonrió ampliamente- pronto todo volverá a la normalidad, mi amor, con la diferencia que dos llantos inundarán nuestro hogar- dijo, segura de sus palabras.

No entendía como estaba tan tranquila, tan confiada que nada pasaría. Eleve mi mano libre de su agarre a su mejía sonriéndole apenas.

Me gustaría tanto tener tú optimismo, mi amor...- dije honesto, uni mi frente con la suya con delicadeza, ella apretó mi mano entre la suya, me separé de ella con delante para verla. Entreabrió los labios ligeramente y su mirada se noto ligeramente perturbada.

Mi- mi amor...- murmuró, me sonrió apenas- no te asustes, ¿Sí?- susurro, mirándome atentamente, mi corazón se aceleró demasiado rápido para que fuese sano; trague en seco cuando escuché algo empapar el piso, jadeé mirando como sus piernas estaban empapadas y había un charco bajo sus pies empapando sus zapatillas blancas.

Oh, santo cielos...- me quejé en un hilo de voz acercándome a ella para sostenerla.

Tenemos que ir al hospital...- jadeo, enterrando sus uñas en mi pecho, asentí agachándome ligeramente para cargarla, se aferró a mí con fuerza mientras apretaba sus labios, en el camino tome mi teléfono y las llaves del auto a como pude para salir de ahí con apuro.

Al llegar al hospital le hablaría a Hatson, el tenía que llevar el resto de las cosas que tenían preparadas. No tenía tiempo para buscar en esa habitación los bolsos y todas esas mierdas que estuvieron preparando para esto.

La acomode en el lado del copiloto y ella empezaba a respirar cada vez con más dificultad y hacía expresiones de dolor, rodee el auto y lo puse en marcha de inmediato dándole mi mano sin dudarlo, ella soltaba ligeros quejidos ahogados y maldecía entre dientes hablándole a los bebés. O eso creía que hacía porque la miraba mover sus labios y acariciar su vientre con su mano libre.

Mis oídos pitaban y mi corazón estaba fuera de control mientras conducía a toda velocidad importandome una mierda los gritos de los demás y el que casi atropellaba a un mocoso estúpido que corrió a la carretera cuando su madre en el semáforo lo descuido.

No lo atropellé y eso era lo que importaba.

El mundo entero era un torbellino. Las luces del hospital eran demasiado brillantes, el murmullo de las voces demasiado alto, cada sonido parecía retumbar en mi cráneo, rebotando sin control dentro de mi cabeza.




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