“Y entonces salí del laberinto que me ahogaba, encontré la salida y no tuve que escoger ninguna opción, sino la mía. Me solté de esas manos que a veces parecían garras de dragón, que me lastimaron hasta lo más hondo de mi frágil corazón.”
ROMELY.
Un día como aquel, con una mañana fresca y un cielo despejado, donde todos empacábamos cosas de baño, rápidamente llenamos nuestros estómagos con algo ligero y salimos de casa, para subir al auto a andar unas cuantas cuadras a la casa de mi abuela.
La abuela estaba terminando su café, mientras mis tíos caminaban de un lado a otro llevando comida y ropa, en veinte minutos, todos estuvimos listos y subidos en cada carro, para empezar un día de familia.
Viajamos por lugares que habían sido desconocidos para algunos de nosotros, algunos con pequeñas casas, otros lugares montañosos con árboles a sus alrededores y una que otra pequeña casa. Mientras algunos hablaban sobre recordar los lugares, yo solo me limitaba a deleitar el hermoso paisaje, donde por un momento me olvidaba de todo.
Después de dos horas de viaje, decidimos comer algo a petición de la abuela, donde todos estuvimos de acuerdo. Paramos en una pequeña cafetería, cada uno pidió lo que se le antojo, yo no tenía mucho apetito, cuando suelo viajar, no se comer, suelo marearme con facilidad, así que solo tome un café negro con una tostada. En cada mesa ocupaban cuatro lugares, en mi mesa estaban, mi abuela, uno de mis tíos y mi hermana menor, lamentablemente Gala no había podido venir este año de visita.
Después de haber tenido una conversación amena, salimos de la cafetería y volvimos a tomar rumbo a nuestro destino. Después de unos treinta minutos llegamos, había muchos locales de comida, y algunos recintos de piscinas, no teníamos por qué escoger a la que queríamos ir, los adultos ya tenían escogido el lugar antes de partir al viaje.
Cuando entramos al recinto, puede ver a lo lejos varias piscinas, donde podía ver el vapor que emanaba, ya que las piscinas eran termales porque se ubicaban bajo un volcán. Cada quien con su traje de baño tomo rumbo a la piscina de su agrado, unas piscinas eran más calientes que otras, y otras más ondas. Mis tíos y primos, al igual que mi hermana y yo, nos ubicamos en la piscina grande, donde su temperatura era agradable y podíamos nadar a gusto, jugamos, nadamos e incluso nos tomamos fotos, fue una mañana agradable.
La hora de la comida llego, y el lugar empezó a llenarse de gente, así que decidimos cambiarnos e ir a comer, teníamos hecho una reserva a las dos de la tarde, cerca de donde desayunamos. Llegamos a una casa, en su patio tenia instaladas unas mesas, y en una esquina estaba un diseño navideño, donde sus muñecos estaban bien armados, incluso se movían, nos sorprendió su diseño. Nos sentamos en la mesa más larga. Después de comer una agradable comida, nos despedimos cortés-mente, y tomamos rumbo a casa.
El sol empezaba a ocultarse, a dar unos colores vivos al cielo, donde nos propinaba la mejor vista. Cerca de anochecer llegamos a la casa de la abuela, donde esta velada familiar tan agradable no terminaba. Todos estaban en la sala, excepto yo, quien había recibido una llamada de mi hermana mayor, que después de hablar un largo rato con ella, me uní a ellos.
Cuando llegue, una apetitosa torta con dos números de velas, un uno y un ocho, se ubicaba en el centro de la mesa, junto con unos refrescos, y mi familia sentada alrededor.
-nosotros queremos felicitarte en este día tan especial para ti –hablo la esposa de uno de mis tíos, que era una señora muy agradable –espero que te agrade este pequeño regalo –dijo refiriéndose a la torta, que me hacía muy feliz, mis cumpleaños nunca fueron cargados de regalos por doquier, siempre fue una torta y la agradable compañía de mi familia, que me hacía feliz.
Sonreí ante sus palabras y me ubiqué tras la torta.
-muchas gracias, gracias a todos por estar aquí y poder compartir conmigo este momento, para darse un momento de poder disfrutar este momento agradable y especial para mí –hable con una sonrisa. Por primera vez de todos mis cumpleaños, ninguna lagrima cayo, solo una inmensa alegría me invadió.
Prendieron las velas y empezó a hacerse un coro de la canción típica de cumpleaños, y como era típico, tenía que pedir el deseo antes de apagar las velas. Mi deseo fue diferente al de todos los años, un deseo que jamás imaginé pedir, pero que mi interior lo pedía gritos, así que decidí dárselo. Me prometí a mis misma luchar por mis sueños, afrentar mis problemas y no llorar a mares, me prometí ser feliz siendo yo misma. Cuando la canción termino sople las velas decidida, decidida de lo que quería, después de una que otra foto con ellos, cortaron la torta y todos disfrutamos de un agradable torta. Un día como este, dos días después de empezar año nuevo, siempre va ser un día especial para mí, así sea uno de los peores en ocasiones.
Como cada fin de año, mi padre tiene la costumbre de realizar un monigote, él dice que debemos escribir algo, para que se nos cumpla ese pedido, y dejar el papel en algún bolsillo del muñeco. Mi hermana me entrego el papel, aquel día estaba con Matías, me lo había topado justo en navidad, y nuestro reencuentro fue agradable como todas las veces, habíamos hablado de todo, aquella noche, y ahora nos encontrábamos como viejos amigos que somos. La media noche estaba por llegar, y la mayoría estaban listos para recibir el nuevo año, mi papel estaba en blanco, además de que no había un esfero para escribir, y tampoco se me venía nada a mi mente, tal vez hubiese escrito cualquier disparate que se me pasara por la mente en ese momento. Mire el papel e hice una mueca –esta vez dejo a tu merced mi destino, sorpréndeme –pensé mientras miraba el papel, lo doble y coloque en la chaqueta del monigote. Cuando llego la hora, mi padre quemo el muñeco, dando la bienvenida al año, mientras los demás dábamos abrazos diciendo feliz año.