En un lugar oscuro como ninguna que se haya visto en la Tierra, silencioso, donde ni las pisadas de los miserables seres que moraban allí lograba escucharse.
En ese mundo estaba Khtos, era uno de los servidores del ser superior que gobernaba con mano de hierro allí, se le había conocido en el mundo de los humanos como Sejmet, Chernabog, Erlik, Angra Mainyu, Coatlicue, Hela, Morrigan, Hades, Plutón, Aita, tenía muchos nombres más y formas a través de la historia.
A ese lugar llegaban las almas de los humanos que habían hecho un trato con él, todos ellos, en vida habían hecho un pacto para tener riqueza o lo que fuera, Sundar era una de ellos, sabía que había decidido su destino, uno muy amargo porque aunque su deseo se cumplió, al final nada fue como imagino. Luego de 6 meses sirviendo allí los humanos eran arrojados a un pozo donde eran absorbidos por la oscuridad eterna.
Contra lo que se pusiera pensar, la mujer deseaba que ya hubiera pasado ese tiempo e irse a descansar de tanto dolor y malos tratos, solo llevaba unos días allí, o eso creía, pero sentía que eran en realidad años, todos los humanos que estaban allí ya no tenían sus almas, esas quedaban guardados en un lugar secreto para toda la eternidad, por eso ellos no podían ir jamás al cielo.
Khtos era de los más allegados al gobernante, en ese momento venía de un encargo que le hizo su soberano, en el mundo de la superficie, allí se encontró en uno de los pasillos oscuros, altos, con el gobernante.
— ¿Cómo estás? Terminaste la misión, supongo — el ser oscuro lo miró con sus ojos rojos, y su figura andrógina, como todos los demonios.
— Todo bien amo, como siempre — rió de suficiencia el recién llegado.
— Te avisaré cuando tendrás que ir de nuevo, esta vez podrás usar el cuerpo de una mujer, sé que te gusta mucho esa apariencia — lo miró malicioso — esta noche quiero que vengas a verme, te quiero como varón.
— Me conoce muy bien, aunque prefiero ser una dama, si a usted le gustó más como varón eso seré, lo haré gozar como siempre — le respondió amable.
— Has logrado mucho más que los demás, pero nunca olvides que soy el dueño de todo, y de ti.
— Lo sé amo, solo quiero agradecerle que me tenga tanta consideración — le hizo una reverencia y se fue a su habitáculo.
Esa noche Khtos entró al gran salón, era oscuro, tenuemente iluminado por antorchas en las paredes, el techo estaba tan alto que no se veía, allí había prácticas sexuales de todos tipo, parejas, tríos, grupos, besándose, teniendo sexo salvaje, como los humanos estaban muertos, aunque por ejemplo les apretarán la garganta por horas no morían, pero eso no quitaba el que sintieran dolor.
— Que bueno verte, ven, te quiero como hombre — le dijo el gobernante oscuro.
— Lo que diga amo — lo besó apasionadamente.
Fueron muchas horas las que estuvieron juntos, Khtos perdió la cuenta de las veces que hizo acabar al rey del lugar.
— Te quiero en unas horas de nuevo en la Tierra, debes arreglar un par de cosas más para mí — lo miró fijamente — luego podrás quedarte una larga temporada aquí.
— Como diga amo, estoy para servirlo, siempre.
Otro demonio que estaba allí los miraba con odio, era el anterior preferido del amo, Baitan, solo esperaba que pronto el otro cometiera un error, y poder aprovecharlo para volver a tener su puesto. Bajo él estaba Sundar, su cabello le tapaba la cara, ocultando su mirada triste.
Khtos volvió a su habitación, cuando tuvo hambre salió al pasillo principal, allí encontró a la humana, vestida con una especie de túnica, él recordó haberla visto con su enemigo.
— Tú, ven.
— Es que el amo Baitan me había ordenado...
— Ahora yo te ordeno seguirme, tengo más rango que él — la llevo a su habitáculo, una vez allí se le acercó y la empezó a besar lujuriosamente, ella volteó la cabeza, sollozó en silencio y aguantó lo mejor que pudo las relaciones sexuales que tuvo que tener con el demonio.
Cuando termino Khtos la despidió con un gesto de su mano, ella se puso su ropa y se fue, unos pasos más allá se encontró con Baitan, que molestó la estaba buscando.
— ¿Qué pasó con la fruta que te pedí? Me has hecho esperar mucho estúpida.
— Lo siento señor, pero...
— Me la lleve conmigo, tienes buen ojo para las esclavas, de verdad me hizo gozar mucho — sonrió suficiente — ¿Algún problema?
— Tú... — susurro molesto Baitan, empuño su mano, pero no lo atacó — no ninguno.
— Eres un gran cobarde jajaja — el demonio mayor fue a ver al amo del lugar para que le diera su nueva misión.
— Me las pagarás... y tú — le dio un par de cachetadas a la mujer — anda a traer lo que te pedí.
Cuando Khtos volvió de la misión encomendada, camino al trono vio a Baitan con Sundar a su lado, sus ojos brillaron al haber pensado como molestar de nuevo a su enemigo.
— Mi señor, ya logre eliminar a quien me ordenó — le hizo una reverencia.
— Lo hiciste muy rápido, ahora habrá una guerra, y vendrán muchos aquí. Felicitaciones.
— ¿Puedo pedirle algo, señor?
— Dime.
— Quiero que me dé una esclava para mi uso exclusivo.
— Me parece bien, nunca me has fallado en nada, te daré a...
— Si me disculpa, ya tengo una elegida.
— ¿No crees que yo pueda buscarte a alguien apropiado? — lo miró molesto el demonio mayor.
— Quiero la que está ahora Baitan.
— Ya veo — sonrió contento el gobernante.
Al ser oscuro le gustaba ver como sus súbditos se peleaban por lo que fuera, sabía que esto sería muy interesante.
— Tú — le dijo a otro uno de los guardias — ve a buscar a la humana que él quiere — ella llegó, pero en compañía de su dueño.
— Señor — hizo una reverencia — usted me la dio para mi uso exclusivo.
— Y ahora te la quito ¿Acaso no puedo hacer eso? Te recuerdo que soy el dueño de TODO aquí.