Llegamos a Paris y ya el aire se sentía diferente, desde el aeropuerto en limosina quede maravillada con el hermoso paisaje, la vista de la torre Eiffel me emociono tanto que llore de verdad.
Mientras llegábamos al hotel Kaleb me dijo
_ ¿te molestaría compartir la suite conmigo? Tienen suites de dos habitaciones con baño privado en cada una y una imponente vista al arco del triunfo, no es por ahorrar simplemente creo que es mejor_
Le sonreí y dije _ me encantaría ser tu roomate_ y el se rio
Llegamos al hotel y nos recibieron como reyes, obviamente porque Kaleb era conocido internacionalmente y el dinero suele comprar amabilidad extrema.
La suite era preciosa en el piso 10 amplia con muebles en blanco y crema, flores por todos lados, un enorme espejo en una de las paredes daba una bella luz parisina y el amplio balcón terraza tenia sofás y reclinables alrededor de una hoguera que permanecía encendida todo el tiempo. En el salón principal había una gran chimenea interna rodeada por los ventanales que daban a la terraza y frente a ella un gran sillón blanco mullido y grande donde podías poner las piernas y acurrucarte. Una tv de pantalla plana y Dvd variados sobre la biblioteca. No había cocina pero el servicio al cuarto estaba 24 horas.
Camine hacia la derecha para encontrar un dormitorio precioso, con un vestidor lleno de espejos, reposa zapatos y estantes. Muy luminoso, incluso había un gran tocador con espejos iluminado como si fuera Hollywood.
La cama era enorme y se veía cómoda y dado que eran las nueve de la noche estaba exhausta. Kaleb apareció en mi puerta dejando mi maleta
_ ¿qué te parece si cenamos algo y descansamos? Mañana podríamos comenzar a recorrer Paris_
_ soufflé de queso una gran porción y mucho jugo de naranja_ dije sentándome en la cama: el sonrió y salió.
Cenamos mirando Casablanca y se despidió de mi con un beso en la frente.
Cuando me recosté en la cama después de ducharme su beso aun me quemaba.